Se llama Rafael Castillo Torres (39) pero todos lo conocen como De la Ghetto. Nació y vivió en Estados Unidos hasta los siete años, cuando se mudó con su mamá, la puertorriqueña Migdalia Torres, a San Juan de Puerto Rico. A su papá, el dominicano Rafael Castillo, lo habían asesinado de un balazo en la cabeza un tiempo antes, cuando De la Ghetto tenía apenas ocho meses.
Dueño de una historia de vida difícil, se crió con su abuela materna ya que su mamá cayó presa en la Argentina y aunque estuvo siempre al límite de caer en las drogas y la delincuencia, gracias a la música salió adelante. Hoy es uno de los referentes de la música urbana, con 20 años de trayectoria y un nombre propio que pisa fuerte. Con más de 8 millones de seguidores en Instagram y números siderales en el resto de las plataformas, en los últimos meses la rompió con tres colaboraciones que no paran de sonar: Triple S -junto a J Balvin, Jowell & Randy-; Acho PR, con Bad Bunny; y 100xCiento, con Eladio Carrión y Wisin.
De visita en la Argentina, el artista nacido en Nueva York recibió a Pronto y habló como nunca de su vida. “Vengo de Chile y Uruguay y estoy muy acostumbrado a las giras. Son muchos años haciendo giras, medios, conciertos, grabaciones, entrevistas, muchas noches sin dormir. En estos días vengo durmiendo cuatro o cinco horas y en lo que va del día me he tomado solo un café negro sin azúcar; estoy sin parar”, arrancó De la Ghetto.
-¿Cuánto hacía que no venías a la Argentina?
-Estuve este año en el Lollapalooza, donde me pegué el porrazo del siglo y me rompí las rodillas cuando me caí sobre el escenario. El video se viralizó pero por suerte no fue tan grave. Me tropecé con una tarima ya que salí muy emocionado al escenario, había una rampita cubriendo unos cables, lo pisé mal y me fui de boca. Tocar en el Lollapalooza para cien mil personas fue impresionante. Verlos coreando mis temas y brincando me hizo sentir dueño de una banda de rock. ¡Fui Axl Rose por un rato! Volviendo a tu pregunta, antes del Lolla, hacía siete años que no venía.
-¿Cómo encontraste al país?
-Precioso. Me encanta venir, amo Buenos Aires. El público argentino es lo más, al igual que la comida y el ambiente. Lo que más me gusta es la arquitectura de la ciudad. Soy de Nueva York, nacido en Manhattan aunque mi familia es del Bronx. Soy hijo de un padre dominicano y una madre puertorriqueña.
-¿Por eso hablás español desde chico?
-Sí, en mi casa siempre se habló español. Me crié con mi mamá, Migdalia, y mi padrastro, Héctor Rivera. A mi papá lo asesinaron cuando yo tenía ocho meses. No lo conocí ni tengo recuerdos suyos. Supe que era mitad dominicano de grande, antes de que mi madre saliera de la cárcel. Me lo contó mi hermano mayor, que fue un verano a visitarme a Puerto Rico y me contó todo.
-¿Cómo fue?
-Mi abuela tenía álbumes de fotos y en una foto había un señor que salía en la playa con unas zapatillas y otra foto de él sentado en una silla. Entonces le pregunté a mi abuela quién era ese señor y me respondió: “Un amigo de la familia”. ¡No me decía que era mi papá! Para ese entonces, yo creía que mi padrastro, o sea el papá de mi hermana, era mi padre. Fue quien me crió desde los dos años.
-¿Te sentiste estafado cuando supiste la verdad?
-Absolutamente. Me mintieron y fue un golpe bien bajo para mí. No entendía por qué me habían ocultado la verdad. El impacto fue muy fuerte. Cuando mi hermano me contó la verdadera historia de mi papá, casi me muero. Me dijo que era un tipo de la calle y lo asesinaron.
-¿Es real que lo mandó a matar Pablo Escobar?
-Según mis tíos, que trabajaban con mi papá en la calle, sí. Ellos trabajaban directamente con el cartel de Medellín. Vendían kilos y kilos de cocaína. Mi papá los distribuía por todo Nueva York. Lo conseguía con los colombianos, él tenía una oficina en Harlem y en ese taller de mecánica tenían todo. Ahí hacía los traqueteos.
-La historia es tremenda.
-Sí, muy fuerte. Era muy joven cuando lo asesinaron: tenía 21 años. Era un bebé, un nene. Cuando fui creciendo y a los 15 años estaba perdido en la calle, a lo loco y con todos los bandidos, me juntaba con gente con la que no tenía que andar y estuve a un paso de repetir la historia de mi papá. Eran barrios malísimos del área metro de San Juan.
-¿No terminaste el colegio?
-Terminé de noche. A los 15 años caí en ese ambiente pesado porque la escuela donde estudiaba estaba rodeada por ese barrio de bandidos. Ellos eran mis amigos, ahí jugaba al básquet, a la Play y en ese mismo barrio había un punto de droga. Entonces, también me ponía a vender droga para comprarme mi ropita.
-¿Tu mamá estaba al tanto?
-Sí, mami lo sabía pero siempre fue una mujer bien liberal. Se molestaba mucho conmigo pero no me ponía límites. Se enfadaba y me decía: “Me contaron que tú estás vendiendo droga en tal lado; te vas a joder”. Yo no la escuchaba, no le daba bola. Prefería escuchar más a mi abuela, Herminia Martínez, que fue quien me crió a mí.
-¿Por qué te crió tu abuela y no te mamá?
-Porque mi mamá cayó presa aquí en la Argentina y salió de prisión a mis 14 años. La cogieron aquí en Buenos Aires con varios trabajos malos. Era mula y traía droga de Bogotá a Buenos Aires y de aquí a Puerto Rico. Con ese dinero que iba a ganar en esa operación, mami nos iba a buscar a mí y a mi hermana menor para llevarnos a Australia. La idea era escaparnos y tener otra vida. Pero no fue posible porque cayó presa.
-¿Cuántos hermanos tenés?
-Dos: un hermano mayor y una menor. Cuando la agarraron a mi mamá, mi hermanita andaba con ella pero en esa época mi madre limpiaba en una casa de una familia adinerada. Entonces, era como una empleada tipo nanny y esa familia se quedó al cuidado de mi hermana. Mi mamá quedó presa en la cárcel de Ezeiza.
-¿Cuándo murió ella?
-Hace ya 15 años, el 31 de diciembre de 2009. Tenía cáncer en el hígado, supongo de tantas angustias. Mami fue una mujer súper alegre pero tenía sus momentos de tristeza. Cuando cayó presa sufrió mucho porque no me pudo criar a mí. Sabía que mi abuela era súper estricta y que yo iba a sufrir. Me sobreprotegió demasiado pero enhorabuena porque sino no estaría aquí haciendo esta entrevista con vos.
-¿Estarías muerto?
-Muerto o preso. Tuve una juventud muy loca y la música y mi abuela me salvaron. La despedida de mi mamá fue tristísima porque murió en mi cara en el hospital. Estaba ahí, ella se me murió en la cara. Fue atroz verla a mi madre morir, llena de sangre.
-¿Por qué llena de sangre?
-Porque estaba vomitando sangre. Tenía todo el cuerpo, la cara, todo lleno de sangre. Cuando llegamos al hospital, el médico me dijo: “Tu mamá no va a sobrevivir. Ella se va a morir. No hay esperanza”. Y cuando entré al cuarto, lo hice pensando en eso, en la despedida. Me despedí, me fui llorando por la playa y estuve un mes sin salir de mi casa.
-¿Estabas en pareja en ese entonces?
-Sí, con Verónica, mi actual pareja y madre de mis hijos. Mi esposa me ayudó mucho. Vivíamos en Isla Verde y estuve un mes sin salir de mi casa y sin bajar a la playa. Todos creían que después de la muerte de mi madre me iba a perder en las drogas y me iba a retirar de la música pero no. No fue así. Me hizo más fuerte. La música me rescató dos veces: en la adolescencia y cuando murió mi mamá. Seguí trabajando duro para demostrarle a mi mami que está en el cielo cuán fuerte soy.
-¿Le dedicaste alguna canción a tu mamá?
-No todavía. No he podido pasar esa etapa del duelo. Estoy en ese proceso. Lo acepté en mi realidad y sé que está muerta pero no he podido trascenderlo aun. Mi madre tenía carácter bien fuerte pero a la vez era una mujer bien espiritual.
-¿Qué vínculo tenés con la fe?
-Soy espiritual pero no religioso. Me crié como religioso porque mi abuela era súper católica pero después fui creciendo y supe que la espiritualidad es la comunicación directa con Dios, más allá de cualquier religión. Creo en Dios, en la vida y en el karma. Sé que tengo una conexión divina con un ser del más allá. Porque todo lo que he pedido en mi vida me ha funcionado.
-¿Cómo llegó la música a tu vida?
-Desde los siete años. No tocaba instrumentos pero sí cantaba. Quería aprender a tocar la guitarra pero mi familia no quería que hiciera música. Me crié en un ambiente súper católico y como yo era rockerito, pensaban que era satánico. De chico, al ser gringuito, solo escuchaba música en inglés: los Rolling Stones, Guns & roses, Metallica, Nirvana, Aerosmith, Pearl Jam, Iron Maiden, Led Zeppelin. Me crié viendo MTV. Cantaba en el coro de la escuela pero no tocaba instrumentos.
-¿Cuándo se empezó a profesionalizar la cosa?
-En 2005. Canté en mi barrio, La Perla, y había un muchacho del público que me vio y me dijo: “Me gusta como cantás. Conozco a Zion, del grupo Zion & Lennox. Es mi compadre y acaba de abrir una disquera independiente. Me gustaría lo conocieras”. Le canté por teléfono a Zion, súper emocionado y a los seis meses me presentaron a Arcángel. El estudiaba en una escuela nocturna cerca de mi barrio. El día que nos conocimos, escribimos una canción y explotó todo. En menos de un año ya la habíamos pegado.
-¿Cuánto tiempo estuvieron juntos?
-Casi dos años. Armamos un dúo muy bueno pero cuando nos separamos, no estuvimos tan bien. Fue tan de repente la fama, que eso nos dividió. En vez de llegar juntos a los shows, él llegaba con su gente y yo con la mía. No nos hablábamos, subíamos al escenario, cantábamos y nos íbamos. Horrible. Lo mismo en el estudio: él grababa su parte, yo la mía y nos íbamos sin hablarnos. Fue súper difícil y me afectó muchísimo.
-¿Hoy tenés trato con él?
-Claro, es mi hermano y lo amo. Sanamos hace tiempo ya. Después de separarnos, siempre nos llamaban para montar nuestras canciones y él cantaba en mis conciertos y yo en los suyos. Mejor separados que juntos.
-¿Cuándo te apodaste De la Ghetto?
-De chico. Había un programa que se llamaba El príncipe del rap, de Will Smith, que se miraba mucho por todo Sudamérica. Ahí en una parte de la serie, él tenía que conseguir a un poeta callejero para la escuela y se llamaba Rafael De la Ghetto. Como soy Rafael, mis amigos del colegio me empezaron a apodar De la Ghetto. Cuando conocí a Zion, mi nombre Rafael De la Ghetto era muy largo y él me sugirió cortarlo y dejar solo De la Ghetto. Así fue.
-¿Cómo definirías este momento de tu vida?
-Como el mejor, en la mejor etapa de mi vida espiritualmente, mental y físicamente. Me cuido mucho. Antes no entrenaba, me acostaba muy tarde y si bien no bebía alcohol, tampoco me cuidaba en las comidas. Desde la pandemia para acá, decidí entrenar y empezar a cuidar mi cuerpo. Noto muchísimo los cambios.
-¿Drogas nunca más?
-Nunca fui de las drogas, solo un poquito de marihuana. Fumaba hasta con mi madre, mientras cocinábamos y hablábamos. Mi abuela cuando se enteró que fumé marihuana, se largó a llorar y no tenía consuelo. La entiendo porque no quería que me pasara nada malo. Cuando estuve en la calle, nunca terminé de desbarrancar porque pensaba en mi abuela. No quería que me viera en un ataúd, preso, adicto o arrestado por las noticias.
-¿Viste la serie de Pablo Escobar?
-No porque me sé toda su historia. Nunca fui fanático de esas series de narcos. Sé toda su historia, ¿entonces cómo voy a ver algo que ya sé? Vengo de la calle y me gustan las películas de acción y también las comedias románticas.
-¿Sos romántico con tu esposa?
-Sí, súper. Llevamos 18 años juntos y ella me acompaña mucho en mi carrera. Cuando murió mi madre, mi mujer tomó las riendas de mi carrera y me lleva todo. Es como mi manager, arregla mi contabilidad, los cheques, el papeleo. Tenemos dos hijos pequeños y somos padres muy atentos. El más grande, William, tiene 22 años y ya se mudó solo. El es hijo de Verónica y una ex pareja y yo lo crié desde sus cuatro años. Su papá murió en un accidente de autos cuando él tenía dos años. Y luego vienen nuestros pequeños Madonna y Osiris.
-¿Se llama Madonna por la cantante?
-No, por la Virgen Madonna de Italia. Tiene 10 años y Osiris King tiene siete años. Los dos tienen dotes artísticos. A mi hija le gusta mucho el baile y toca el piano y el violín. El chiquito hace karate, toca el violín y quiere tomar clases de canto.
-Una infancia totalmente diferente a la tuya.
-Súper diferente. Siempre quise hacer karate pero en mi casa no había plata para que fuera a tomar clases. Además, mi abuela tenía miedo de que me pusiera a pelear con la gente en la escuela o la calle. Muchas cosas que no pude hacer de chico, hoy se las estoy dando a mis hijos.
-¿Qué dicen ellos de su papá famoso?
-Es bien chistoso porque hace poco toqué en Coachella con J Balvin y ellos se volvieron locos. Le conté a Osiris que había conocido a Will Smith, y él me comentó: “¿No te dio una bofetada?”. Sabe de eso y de todo. Con J Balvin soy muy amigo. Mi primera gira en Colombia en 2007, fue con él. Es una súper estrella y nunca cambió conmigo; siempre ha sido igual. Las zapatillas que tengo puestas me las regaló él.
-¿Qué amigos tenés en la música?
-Mi mejor amigo es J Balvin, sin dudas. Su mujer es argentina y es divina, una tremenda persona. Con J hablamos todos los días por teléfono. Otro gran amigo es Arcángel y tenemos un vínculo impecable, más allá de todo lo que pasó cuando arrancamos. Siempre estamos juntos y hablando.
-Tus últimos temas la re pegaron.
-Sí. Ahora saqué dos sencillos: uno con Myke Towers y otro con Quevedo, que se llama My love. El video es impresionante y lo hicimos en España. La idea es presentarme en Chile el 8 de septiembre en el Movistar y luego venir a la Argentina para tocar en el Luna Park. Es un estadio emblemático y me gustaría tocar ahí para luego pasar al Movistar Arena. A Quevedo lo conocí un año antes de que explotara con Bizarrap.
-¿A Bizarrap lo conocés?
-Sí, lo conocí en persona y fue increíble. Estaba loco por quitarle los lentes y conocerle la cara pero fue imposible. De la Argentina, me gusta mucho lo que hace Dante Spinetta. Lo conozco personalmente porque mi jefe de seguridad es muy amigo de él. Su papá es una leyenda del rock y con Dante estamos hablando para que me produzca varios temas. También me gustan mucho Duki, Nicki Nicole, Paulo Londra, María Becerra, Cazzu y Lit Killah.
-¿Con qué soñás?
-Ya todo lo que quise hacer, lo cumplí. ¿Qué más puedo pedir? ¡Nada! Obvio que quiero tener un Grammy, tocar en el Movistar de Chile, en el Luna Park aquí en Buenos Aires, expandir mi carrera al mundo. Quiero seguir creciendo pero llegué a lugares impensados. Crecí sin nada, sin familia, pobre, en la calle. Gracias a Dios, tengo una familia, un hogar y una carrera que amo. ¿Qué más puedo pedir? Ya toqué el cielo.
-¿No aspirás a nada más?
-Sí, claro porque no soy conformista pero sí soy muy agradecido. Quiero seguir hacia adelante y mi sueño es ser como Luis Miguel, que tiene más de 50 años y sigue viajando y tocando por todos lados. Quiero seguir cantando por los próximos 30 años y disfrutando de lo que hago. Quiero recorrer el mundo y seguir llenando mis shows. Y hacer películas. Nunca trabajé como actor más allá de mis videoclips y me encantaría rodar películas. Antes que cantante, quería ser actor. De chiquito, mi sueño era ser Axel Rose y cuando fui adolescente, flasheé con ser productor. Quería producir a otros artistas y ser manager. La música fue un accidente: me vieron cantando en un boliche de barrio y explotó por todos lados.
Nicolás Peralta // Fotos: Album personal de De la Ghetto