Como muchos de los exitosos actores de su generación, Caro Domenech (23) dió sus primeros pasos de la mano de Cris Morena. A los 13 años empezó a trabajar en Aliados, junto con Oriana Sabatini y Peter Lanzani, y ocupaba el lugar más codiciado por todos los chicos que soñaban con ser artistas. Y lo que empezó como un juego terminó convirtiéndose en su verdadera pasión.
Sin dar nada por sentado, siguió estudiando y perfeccionándose, para lograr convertirse en su mejor versión. Así, logró trabajar para otras series musicales de Netflix y Disney+. Ahora vuelve al teatro con Waterloo: Summer Night City, una comedia musical que hace un recorrido por los inolvidables hits de ABBA, la icónica banda sueca que fue furor en los años ’70.
En una entrevista exclusiva con Pronto, la joven actriz habló de su regreso a las tablas, sus inicios en la televisión y la difícil tarea de atravesar la adolescencia expuesta a las críticas de los usuarios de las redes sociales.
-Tu trabajo siempre se mantiene en el género musical, ¿lo buscaste o se fue dando?
-Si bien lo atraigo mucho en mi vida, creo mágicamente se fue dando. Y por suerte fue así, porque me encanta la comedia musical. Siempre todos los proyectos que me acercaron tuvieron música. Desde Aliados (Cris Morena), pasando por Go! Vive a tu manera (Netflix) y hasta Entrelazados (Disney+). Creo que los atraigo porque me encanta cantar y actuar y me gustaría seguir trabajando en proyectos así.
-¿Te gustaría explorar otros géneros?
-Sí, totalmente. Sobre todo para no quedarme con la etiqueta de chica infantil, que es algo que me da miedo un poco. Si bien la disfruto y me siguen llegando proyectos que van hacia ese público, me gustaría desafiarme con cosas nuevas. Quizás drama o cualquier personaje que me desafíe actoralmente y me obligue a profundizar más en mi ser. Estoy abierta a todas las oportunidades.
-¿Cuándo empezaste a soñar con ser artista?
-Fue un día en el que la había visto a mi mamá en la obra de teatro que hacían los padres de mi colegio. Ella lo hacía como hobby. La vi salir a escena imponente: rubia, con unos anteojos negros enormes y la boca pintada de rojo. Iba gritando porque interpretaba a un
personaje muy loco. En ese momento pensé: “No sé qué está haciendo, pero yo quiero hacer eso”. Apenas bajó del escenario le dije que quería hacer lo mismo que ella. Ahí ella me explicó lo que era la actuación y me dijo que había un montón de clases a las que podía ir para aprender. Le pedí por favor que me llevara y me mandó a mi primera clase de
comedia musical.
-¿Cómo llegaste a Cris Morena?
-Soy muy amiga de Franco, el nieto de Cris (y el hijo mayor de Romina Yan). Íbamos juntos al colegio. En el último año de primaria decidimos audicionar para la obra de fin de año y los dos quedamos como protagonistas. Cris fue a ver a Franco y ahí me vio. Apenas salió del teatro le dijo a mi mamá que quería llevarme a clases de comedia musical con un grupo de amigos del colegio. Ahí empezó a buscarnos todos los miércoles para ir a estudiar en un centro precioso de San Isidro. Cuando hicimos nuestra primera obra en la escuela donde nos llevaba, se acercó a mi mamá y le contó que estaba escribiendo Aliados y me quería hacer un casting. Años después de que salió la serie hicieron un documental donde ella contó que cuando creó a Debby, mi personaje, escribía pensando en mí. Ella siempre supo que Debby era yo. Fue hermoso enterarme de eso.
-Entonces el ojo clínico de Cris Morena es real…
-Es una locura y créeme que lo sabe. Ella puede ver más allá de la persona y de lo que te pueden mostrar los demás. Te mira y te hace un escaneo interno hermoso. También te ayuda a crecer y te motiva un montón. Siempre digo que te explota para bien. Estoy
infinitamente agradecida con ella.
¿Qué fue lo más valioso que aprendiste de ella?
-Un montón de cosas. Ahora de grande me di cuenta que me ayudó muchísimo. Primero, en lo profesional, aprendí a saberme siempre perfectas las líneas. También aprendí cómo manejarme en un set de grabación. Ella fue la mejor escuela de actuación frente a cámara. Con ella adquirí todo ese conocimiento. El saber a donde mirar, cómo hacer que te dé bien la luz y dónde pararte cuando haces una escena con otra persona. Además, me enseñó a siempre ser muy humilde y agradecida y ser consciente de que hay un montón de personas detrás de un proyecto que trabajan para que vos te veas bien. Siempre nos marcó que hay que respetar eso y tener claro de que es un equipo, no sos sólo vos.
-¿Te costó mucho adaptarte al ritmo de la tele? Porque en tu caso fue como pasar de 0 a 100.
-Era muy chiquita, entonces iba a jugar al set. Realmente me iba a divertir. Aliados se me pasó rapidísimo justamente por eso. En Entrelazados le saqué más el jugo y lo disfruté más, porque ya era más grande. Creo que lo que más me costó fue que me tuve que
cambiar de colegio para ir a la tarde a grabar. Pero las grabaciones en sí me adapté rápido.
-¿Sentís que quemaste etapas por empezar a trabajar a los 13 años?
-En todos los elencos yo era la más chica. Me pasó siempre, pero sobre todo en Aliados, porque había una diferencia de edad muy grande. Nos juntábamos mucho con el elenco y yo moría por salir de joda con ellos, pero tenía 13 años. Ahí mis viejos me pusieron un freno para que no me salte etapas. Por suerte siempre tuve a mi familia apoyándome y cuidándome mucho. Por eso viví mi infancia haciendo una vida normal: iba al colegio, a los cumpleaños y a jugar como cualquier nena. Lo único que les parecía un poco raro a mis amigas era escucharme hablar con mi mamá de contratos o acciones con marcas. Pero a pesar de eso nunca dejé de cumplir con lo normal de mi edad. Quizás sí me hice más madura, pero porque me dio la misma experiencia de trabajar.
-Para tu generación, crecer expuesto trae una carga extra: lidiar con las redes sociales y el odio. ¿Cómo te llevás con eso?
-Al principio me costaba mucho, pero nunca respondía. Los comentarios negativos me perjudicaban porque me hacían dudar de mi misma. Me hacían sentir que no era capaz o que actuaba mal. Pero más de grande fui entendiendo que mientras menos bola les das a los haters, menos van a estar ahí. Se aburren y desaparecen. Por suerte hace mucho tiempo lo superé. Me refugio en las críticas constructivas que me da la gente que quiero y que me importa saber lo que opina. Lo que sí tomo de la gente son sus críticas constructivas. Si hago una obra y me da una mala reseña, lo trato de incorporar para mejorar. Eso no me molesta, es más, lo acepto y lo agradezco. En definitiva eso es lo que te permite crecer.
-¿Sos muy autoexigente?
-Creo que soy mi mayor fan y mi mayor hater. No hay nada peor que lo que uno mismo piensa de su trabajo. Pero eso lo solucioné con terapia y con hacer más clases de teatro para recuperar seguridad. Me nutro con lo que me gusta hacer. Eso como actriz me calma la ansiedad y me da más herramientas para ser la profesional que quiero ser.
-¿Te queda algún sueño por cumplir?
-Me quedan miles. Mi sueño de vida es hacer una película en Estados Unidos o en cualquier otro lugar del mundo. Después tengo pequeños sueños, como hacer un drama o una comedia musical de Broadway en Buenos Aires, para no estar todo el día añorando
algo que es súper lejano. Son como mis mini recompensas en el camino para llegar a ese sueño. Pero es verdad que ya cumplí un montón también. La vida me los fue regalando muy mágicamente. Pensar en eso de vez en cuando, en todo lo que logré para la edad que tengo, me hace frenar un poco esa ansiedad.
La entrevista completa con Caro Domenech está en la edición digital de junio de revista Pronto, se puede descargar y leer de manera gratuita haciendo click en este link.