Cuando volvió de trabajar en Mar del Plata, ciudad en la que durante la temporada veraniega se presentó con la comedia El botones, Viviana Saccone (56) recibió un llamado con una propuesta laboral que no pudo rechazar: del otro lado de la línea le estaban ofreciendo sumarse a Radojka, que ya lleva cuatro años en cartel con mucho éxito, y la actriz aceptó sin dudarlo. Todos los miércoles a las 22.15 se sube a las tablas del Metropolitan junto a Patricia Palmer para mostrar su histrionismo en una comedia de humor negro y los fines de semana también sale de gira con Radojka pero junto a Eugenia Tobal.
“Primero me sumé al elenco de gira y luego a la calle Corrientes. Hoy estoy haciendo las dos y me encanta. Lo puedo hacer porque es el mismo personaje y meto doblete”, cuenta Viviana. ¿Si no le resulta agotador hacer las dos cosas? Ella lo explicó así: “No porque la gira es de viernes a domingos. Además, la propuesta es hacer un fin de semana lejos y otro cerca, para ir alternando y cuando estamos cerca podemos ir y venir para dormir en casa. Lo puedo complementar a la perfección”.
-¿Habías visto la obra antes de aceptarla?
-Sí, la vi y me parece excepcional. En el verano había hecho El botones, que es del mismo autor, Fernando Smichdt, y Radojka tiene un humor increíble. Es una comedia negra, con un humor ácido muy desopilante y que despierta carcajadas. Me divirtió mucho sumarme. Es muy ingeniosa, está escrita con inteligencia y cada giro que da es desopilante. Recuerdo que fui un miércoles, estaba lleno y todos riéndose a carcajadas. Eso me encantó.
-¿Habías trabajado con Patricia Palmer?
-No en teatro pero sí en televisión. Ella está desde que empezó Radojka, tiene la obra súper aceitada y compone un personaje maravilloso. Es para disfrutarla un montón. Es una actriz a la que quiero y respeto mucho. En tele habíamos hecho Más allá del horizonte, en 1993. Ella hacía de mi mismo personaje cuando pasaban los años y yo pasaba a ser su hija.
-En tu profesión están continuamente armando y desarmando familias de trabajo.
-Sí, todo el tiempo. Es lindo eso porque se va generando un lindo vínculo que se puede sostener en el tiempo. Cuando te llevás bien y coincidís en tantas cosas, el vínculo que se arma es muy fuerte más allá de que por ahí en el medio pasan 20 años sin verte. Pero cuando volvés a trabajar con esa persona, hay algo del terreno conocido divino y hace que esté bueno el reencuentro.
-¿Tenés amigos en el medio?
-Sí, tengo. Tengo algunos amigos. Esta profesión por ahí te aleja un poco desde lo físico y no a todos mis amigos los estoy viendo muy seguido. Pero sé que están ahí y ellos saben que estoy. Amigos con los que hablamos y nos encontramos a comer cada tanto. No tengo muchos pero los pocos que tengo, son buenos.
-Vos no sos tan de aparecer, de ir a los estrenos o a los eventos.
-Es verdad. Voy adonde puedo y de todo lo que nombrás, lo que más me divierte es ir a los estrenos. Me encanta ir a ver teatro pero no siempre puedo porque ya son muchos años los que llevo actuando en teatro, entonces eso me ocupa las noches. Pero ir al teatro a ver el trabajo de mis colegas es algo que me apasiona. Disfruto un montón y cada vez que puedo, lo hago. Los eventos de otro tipo por ahí los evito o no voy a todos sino que los elijo en base a que también necesito quedarme un poco en casa y compartir con mis hijas. Trato de manejar el tiempo de manera productiva y agradable. Trabajo mucho y quiero descansar también.
-Casi no hay ficción en televisión y la mayoría de los actores están haciendo teatro o series en plataformas. ¿Cómo te afecta esta etapa de falta de novelas?
-Lo vivo tratando de adaptarme a los nuevos tiempos. Me parece que se trata de eso. La vida va avanzando, los tiempos se van acomodando de otra forma y todo va mutando. Incluso lo que es el trabajo en la ficción. Por suerte, el teatro sigue siendo un refugio inmenso. De hecho, es la cuna de los actores. Mientras siga existiendo el teatro, vamos a estar protegidos de alguna manera a todo nivel, no solo a nivel laboral sino cultural, profesional y anímico.
-Y económico, ¿no?
-Sí y no. Eso es relativo porque el teatro muchas veces es una suerte. A veces va bien y otras, no tanto. O las obras son del off y mantenerse actuando en el circuito independiente es mucho más difícil. Más allá de eso, es cuestión de empezar a revisarse y ver de qué manera uno puede seguir activo en esto que va mutando continuamente. La vida es así y cambia a tiempos acelerados, como le ha pasado también a nuestros antepasados, que se han tenido que ir adaptando a lo nuevo.
-¿Mirás televisión?
-No, estoy mirando muy poco. Miro por ahí algún noticiero y los programas de entretenimientos, como Escape perfecto con Iván De Pineda. Eso me divierte y me entretiene. Pero no hay mucho más.
-¿Gran Hermano?
-No, no lo veo. Me entero más o menos porque hoy es inevitable con las redes sociales. Pero no es algo que me siente a ver.
-¿Y las ediciones anteriores tampoco?
-No. No me divierte. Me parece un experimento un poco extraño. Sí, por supuesto, me senté a ver las primeras ediciones para ver de qué iba, de qué se trataba, qué era esto nuevo. Pero no es que me hice fanática y dije: “Uy, vamos a ver Gran hermano porque me re divierte”. No, no.
-Hablando de realities, hace un tiempo te animaste a bailar en ShowMatch. ¿Cómo recordás esa etapa?
-Con mucho cariño porque fue una etapa muy linda. Me quedaron amigos: tanto con Lorena Portillo como con Tito Díaz tenemos re lindo vínculo y nos seguimos hablando al día de hoy. Tiene que ver también con ir adaptándose a los nuevos tiempos. La ficción estaba desapareciendo y tenía que trabajar, entonces me surgió esa posibilidad y me pareció que era un buen desafío. Me atrae exponerme a nuevas cosas, aceptar desafíos y probarme en lugares nuevos. La vida va de eso, por supuesto siempre evaluando. Estuvo bueno participar de La Academia de ShowMatch y lo recuerdo con cariño; me gustó haber dado ese paso.
-¿Siempre trabajaste de actriz o tuviste otro laburo en el medio?
-No, tuve la fortuna de trabajar siempre de actriz y me siento bendecida. Empecé a trabajar a los 20 años recién cumplidos en Clave de sol y antes de dedicarme de lleno a la actuación, cuando estaba terminando el secundario, ayudaba a mis viejos en el almacén. Trabajaba ahí con ellos pero era para colaborar en el almacén familiar. También vendía productos por folletería, esos que vienen en los libritos de catálogo, y me ganaba unos mangos con eso. Pero no es que tuve un trabajo estable y fijo por fuera de la actuación. Desde los 14 años estudié teatro y cuando pude, me metí a trabajar de esto.
-¿Tus papás siguen con el almacén?
-No, ya están jubilados los dos y tengo la suerte de tenerlos y que estén muy bien. Viven en Jeppener, mi pueblo natal y viajo seguido a verlos. Voy todo lo que puedo. Estuve el finde pasado y antes de empezar la gira me quedé varios días con ellos porque sabía que cuando comenzara la gira, iba a tener que acomodarme en la semana para ir a verlos o en algún día libre. Voy siempre.
-¿Con tus hijas y la gira cómo te organizás?
-Ya están grandes. Mis hijas tienen 18 y 20 años. Por eso ahora puedo permitirme hacer ciertas cosas y no tener que depender tanto. Me doy el lujo de planificar trabajos que por ahí me lleven afuera de mi casa dos o tres días y que eso no sea un problema. Es más, el verano pasado por primera vez ellas decidieron quedarse en Buenos Aires y no instalarse conmigo en Mar del Plata, más allá de que me fueron a visitar y se quedaron varios días. Fue muy bueno para todos. Ellas resolvieron la vida muy bien; ya están grandes.
-¿Van a la facultad las dos?
-No, la más grande va a la facultad y la más chica está terminando el colegio. Allegra estudia la Licenciatura en Escritura creativa en la UNA y es una escritora increíble. Escribe poemas y está estudiando poesía por fuera de la universidad. Y Serena está en quinto año. Termina la escuela este año y por ahora se ve que va a ser una gran tatuadora. Está empezando a hacer cursos de tatuaje y tiene un talento increíble. Las dos están vinculadas a lo creativo y lo artístico pero ninguna de las dos quiere ser actriz.
-¿Tu hija te hizo algún tatuaje?
-No, todavía no. Quiere seguir practicando antes de tatuarme a mí. Cuando se sienta segura, nos haremos algún tatuaje juntas. Yo tengo uno grande en la espalda y otros muy chiquitos.
-¿Por qué decidiste tatuarte?
-Lo hice de grande, a los 50 años. Era algo que deseaba y que siempre había querido hacer pero tenía ese falso mito de que siendo actriz no me podía tatuar. Entonces, fueron pasando los años y un día dije basta. Lo voy a hacer porque tengo el deseo, me gusta y me gusta el sello que le da a la piel. Siento que un tatuaje personifica y es único. Entonces, diseñé algo con la gente de Mandinga, que son fabulosos, y me tatué.
-¿Alguien antes te había limitado para hacerlo?
-Sí, un director. Un día hablando cuando vio mi tatuaje, me comentó: “No, pero si estás haciendo algo de época no podés estar tatuada”. Le respondí: “Mirá, si estoy haciendo algo de época por lo general voy a estar súper vestida. Vestida hasta el cuello”. Me miró serio y me comentó: “Bueno, yo no te llamaría para hacer una película”. Entonces, le rematé: “Hace 35 años que trabajo y nunca me llamaste así que tu opinión no me resulta muy relevante”. Es así, en definitiva. Cuando alguien te quiere por el trabajo que hacés, te va a llamar igual y el tatuaje se puede no mostrar.
-Y en todo caso se podría maquillar si es muy visible.
-Por supuesto. Se puede maquillar o evitar verse. No es trascendental. El mío está en una zona que, si es de época, no se ve. Hoy por hoy en cualquier trabajo podés estar tatuado, excepto que te tatúes toda la cara. Pero un tattoo no hace nada.
-Estás espléndida. ¿Qué vínculo tenés con tu cuerpo?
-Me llevo muy bien con mi cuerpo y es algo que debería pasarnos a todos. Eso de amigarnos y llevarnos bien con nuestro cuerpo, cuidarlo y escucharlo. Es el envase que vamos a tener por el resto de la vida. Entonces, me gusta cuidarme y yo me gusto también. Me parece que está bueno mostrarse en fotos en las que ves que estás bien y que te gustás.
-¿Te cuidás mucho?
-No soy radical con este tipo de cosas. Ejemplo: ayer pasé por una cadena de comidas rápidas, me di un gustazo y me clavé un combo espectacular. Me doy mis gustos si tengo ganas. Pero en líneas generales y en los hábitos, sí, me cuido. Voy al gimnasio todo lo que puedo y tengo una rutina en Big crossfit, que es una cadena con un método que me copa porque si un día no podés ir, lo podés hacer en tu casa. Está bueno. Siempre elijo opciones de comer sano y me doy mis gustos de vez en cuando. No es que me mato y digo: “¡Cómo desearía comer tal cosa pero no puedo!”. No, eso no. Y si un día quiero una hamburguesa, me la como.
-En lo sentimental, ¿seguís en pareja con Marcelo?
-(Risas) Llamalo a Marcelo y preguntáselo a él. Cuando quieras lo llamás a Marcelo y se lo preguntás porque va a ser muy divertido para mí.
-Hay fotos con él en la playa.
-Pasemos a otro tema.
-Ok. Entonces estás en teatro pero no en tele. ¿Hay algún proyecto en plataformas?
-No, por ahora no. Se están haciendo series pero no, no tengo nada. Me encantaría poder empezar a trabajar en plataformas porque es un tipo de ficción muy linda de hacer. Pero no, no tengo propuestas para eso. ojalá que surjan pronto.
-¿A tus redes sociales les das bola?
-Sí, también. Empiezo a darle bola cada vez más. Llegué hasta Instagram, que me divierte. Entiendo que es una manera de estar en el mundo de hoy pero lo hago hasta donde puedo y hasta donde me llega el conocimiento y el tiempo.
Por Nicolás Peralta // Fotos: Album personal de Viviana Saccone