Carlos Salin Balaá nació el 13 de agosto de 1925 en el barrio de Chacarita. Su papá era carnicero y Carlitos solía inventar pequeñas obras de teatro. Las representaban figuras de papel en escenarios armados con cajones de verdura. Para garantizar el público en la vidriera colgaba un cartel que decía: Hoy función. Solía escaparse del colegio para ver a ídolos en el cine: Chaplin y Buster Keaton.
"Siempre fui inquieto de hacer barullo, era el cómico del barrio. Pero de chico no me animaba a subirme a un escenario. Me moría de vergüenza? y en el colegio no era capaz de decir ni un versito. Finalmente enfrenté la timidez arriba del colectivo 39: me subía y le cantaba tangos a los pasajeros desde Chacarita hasta el Centro. Improvisaba ad honorem y los colectiveros se peleaban para llevarme. El 13 de agosto, día de mi cumple, en todos los colectivos de la línea 39 ponen una foto de mi cara". (PRONTO, junio 2008).
A los 30 años realizó una prueba para el programa éxito de la época: La revista dislocada. Se presentó como “Carlitos Valdez”. Cuando su voz salió por la radio su padre no lo reconoció. Desilusionado, conservó el Carlitos pero a su apellido le sacó una a. Nacía Carlitos Balá.
Sus inicios fueron en la radio, pero en la televisión encontró el éxito y la explosión de su talento. En el año 1961 apareció en La telekermese musical que salía por Canal 7 y no se detuvo más. Tres años después tuvo su propio ciclo en Canal 13: El soldado Balá. Su programa más recordado fue sin dudas El Show de Carlitos Balá.
Su frase más famosa era cuando preguntaba “¡¡¿Qué gusto tiene la sal?!!” y todos los chicos contestaban: “¡¡¡Salaaaado!!!”. La idea nació en 1969. En Mar del Plata vio un chico observando el mar y Balá haciendo como que no lo veía preguntó varias veces en voz alta: ¡El mar! ¿Qué gusto tendrá el mar? Como el nene permanecía silencioso, Balá siguió "El mar tiene gusto a sal. Pero, ¿qué gusto tendrá la sal?" Y el chico respondió "¡Pero, qué gusto va a tener la sal! ¡Salada!" Y así sin saberlo pero intuyéndolo nació un éxito que atravesó cuatro generaciones.
"Lo mío es único. Y voy a morir con la mía, cada vez que digo '¿qué gusto tiene la sal?', lo hago como la primera vez. Hacer reír a los pibes me da vida, me renueva, me hace sentir vivo... Pienso en los que tienen Alzheimer, que se miran al espejo y se preguntan quién soy yo. Y vuelvo a agradecer a Dios", reflexionaba en PRONTO en febrero de 2012.
De su flequillo característico contó en Clarín: "Yo tengo el flequillo antes que Los Beatles. Desde el `55 uso el flequillo. Cuando voy a la peluquería digo: Córtenme onda Balá". Sobre si ellos le robaron el look aseguró riendo: “¡No! No deben saber ni quién soy”.
En tiempos sin selfies decidió estudiar caligrafía para que los chicos pudieran entender bien qué les escribía después de firmarles un autógrafo. "Yo doy cariño porque para recibirlo hay que darlo. Si sos un antipático no te quiere nadie. A todo el mundo le hago chistes, del gato, del perro, les doy la mano", relataba en PRONTO en el año 2008
"Con Palito filmé siete películas. No filmé más porque tenía el programa de televisión y las filmaciones me llevaban mucho tiempo", explicaba en PRONTO en febrero de 2012.
En los tiempos que recorría el país con el Circo de Carlos Balá, su asistente sabía que debía visitar los colegios de la zona. Preguntaba qué chico, qué familia pasaba por dificultades económicas y eran invitados gratis a la función. No recibían las entradas sobrantes ni las peores ubicaciones. Eran los invitados preferidos de Balá.
Junto a las Trillizas de Oro y Palito Ortega protagonizaron en 1978 la película El tío disparate. “Lo conocíamos porque habíamos estado en shows para chicos, pero no conviviendo meses y haciendo una película”, contó María Emilia en TN “Él siempre estaba contento y tenía un humor sano, no había una palabra de más, era increíble. Nos preguntaba: ‘¿Y quién es la trilliza?’”.
Angueto, el perro invisible, fue uno de sus creaciones más exitosas. La idea se le ocurrió en una tienda en Disney donde encontró una correa rígida y se le ocurrió el chiste del perro. “Un turista que estaba al lado se asustó y me gustó la idea porque pensé que podía ser un buen personaje. Cuando llegué a Buenos Aires, mandé hacer una correa y similar y le puse Angueto por mi hija Laura. Cuando era chica, con mi mujer le decíamos “Anguetita”, una palabra inventada”.
"Le tengo mucho respeto a mi profesión. Me subo al escenario con miedo y responsabilidad. A veces alguno te grita que sos un genio y esas cosas pero yo no me creo nada. Eso sí, el camarín tiene que ser como la gente. Si hace frío tienen que poner una estufa y si no tiene alfombra en el piso pido que pongan cartón corrugado, para apoyar los pies cuando me cambio los pantalones", confesaba en una entrevista con PRONTO en agosto de 2018.
Marta Venturiello su compañera de toda la vida la conoció en un casamiento y estuvieron siete años de novios "porque no teníamos un mango para casarnos" como contó en Pronto. Se casaron el 16 de enero de 1962. "Nos fuimos a vivir por Chacarita y con el tiempo nos mudamos a Recoleta. ¡Siempre barrios de cementerios! pero del lado de afuera", bromeaba Carlos Balá.
Con Marta fueron papás de Laura y Martín. "A mi mujer la abrazo siempre, soy muy cariñoso y familiero. No me gusta el barullo, pero sí la tranquilidad de mi casa y mi familia. En la intimidad uno puede hablar y oírse", reflexionaba en PRONTO en febrero de 2012.
Además de ¿Qué gusto tiene la sal? inventó otras famosas frases como “Mirá cómo tiemblo”, “Mamá, cuando nos vamo’?, “Más rápido que un bombero”, “Un kilo y dos pancitos” y “Observe y saque fotocopia”. También popularizó el "gestito de idea"
"A toda hora y en todo lugar me preguntan qué gusto tiene la sal. Los escucho por la calle, en los restaurantes, los mozos, los encargados de edificios. Trabajo más afuera que en el escenario y no me cansa porque esta es mi vocación. Mi vocación es hacer reír al prójimo. Cuando lo consigo soy el hombre más feliz de mundo" (PRONTO, junio 2008)
Otra de sus inolvidables creaciones fue el Chupetómetro, un tubo transparente de dos metros de altura donde cientos de chicos depositaban sus chupetes. “Nunca los conté, ojalá lo hubiera hecho, porque hubiera entrado en el Guinness. Dos, tres millones, qué sé yo”. En el Diario de Cuyo contó cómo nació "Lo ideamos con un productor que tenía, D’ Alessandro. Averiguamos con los pediatras cómo influía el uso del chupete en la boca y nos dijeron que después de los 2 años tenían que dejarlo porque deforma el paladar. Y así fue que empezamos con una canastita donde los chicos iban dejando sus chupetes. Pero eran tantos que hicimos unos tubos enormes que instalamos en ATC, en el circo y en el teatro".
En 2018 reflexionaba en PRONTO: "Estoy contento conmigo y con lo que logré. La muerte no me da miedo pero sí desconfianza. Soy muy sentimental. De todos modos estoy muy contento con lo que hice hasta acá y mi mayor capital además del cariño del público es la familia que formé"
Con la colaboración periodística de Giselle Billordo