Transformarse en padre de los padres no es sencillo, convertirse en madre de la madre, tampoco y la mayoría de los hijos atravesamos esto cuando la vejez llega complejizada con una enfermedad. Mientras el presente nos exige producir como máquinas, el cuerpo pone límites y el sistema de salud que debería aliviar el camino, lo complica. Todo esto se pone en escena en El cuerpo anímico. En esta obra como en Vivan las feas y Mujeres en el baño, la dramaturga Mariela Asensio vuelve a desplegar toda su ironía lo que permite al espectador reírse de lo que está viendo pero también reflexionar y sentirse identificado. La obra se presenta en el teatro El Extranjero, todos los jueves a las 20.30. PRONTO dialogó con Asensio que no solo la escribió, también actúa.
-Actriz, performer, dramaturga, directora y docente. ¿En cuál de esos roles te sentís más
cómoda?
-Lo que más me interesa es la creación escénica, por lo que escribiendo y dirigiendo desarrollo
más mis inquietudes e intereses. La actuación viene de vez en cuando con proyectos muy
personales o cercanos. La gente que me conoce me asocia más a la escritura y la dirección.
porque es ahí donde encuentro mi narrativa y sello.
-¿Cómo nació El cuerpo anímico? ¿Cuál fue el punto de partida o disparador?
-Por un lado la enfermedad de mi mamá. Durante ocho años ella convivió con una enfermedad
que de alguna manera monopolizó su vida. Yo fui su sostén y ese camino recorrido me llenó de
preguntas, sensaciones, inquietudes. Por otro lado, la premisa del cuerpo y el límite en
contraposición con el relato de lo ilimitado que propone la época actual. Esa idea de que todo lo
podés hacer solo y de que siempre hay más por conquistar, me parece que niega la humanidad
que nos habita. No siempre podemos todo.
-¿En qué consistió el proceso creativo?
-Ensayamos durante varios meses y fue un proceso atravesado por la realidad. Mi mamá falleció
en medio de nuestro período de ensayos. No lo esperaba y de alguna manera modificó un poco
todo. Esta obra además de ser una historia de ficción, es mi mirada sobre lo que vivimos con mi
madre, es también un material que atraviesa mi duelo. Todos en este equipo sabemos que
estamos dándole vida a algo muy profundo.
-¿Por qué decidiste agregar la pantalla con imágenes?
-Cuando convoque a Paola Luttini, la directora, le comenté que quería realizar los audiovisuales
porque también eran parte de la dramaturgia de la obra. Siempre sentí que el texto se
completaba con el relato audiovisual.
-Que aparezcas vestida de rojo ¿tiene algún simbolismo?
-Fue una decisión de la directora. Ella tiene mucho sentido estético, estaba interesada en lo
monocromático y me imagino que algo de lo rojo sobre blanco la inspiró a relatar desde el color
esta historia.
-Las críticas que en la obra se le realizan a las prepagas son graciosas, reveladoras ¿y reales?
-Si, con mi mamá padecimos mucho los trámites y la burocracia de la prepaga. Hay médicos y
médicas que son geniales. No es con ellos. Pero el sistema está colapsado y deshumanizado.
Con mi mamá siempre hablábamos acerca de qué pasaría si ella tuviese que resolver sola esas
cuestiones. Probablemente no hubiera podido con todo eso. Es inabarcable para alguien grande
que tiene una enfermedad.
-Participaste en más de 70 obras en los últimos 20 años alternando los roles. ¿Te molesta, frustra
ser prestigiosa pero no popular?
-Para nada. Soy una profesional que vive de su profesión. Me siento una privilegiada. Hago lo que
amo todos los días y vivo gracias a eso. No pienso en términos de prestigio o popularidad. No
soy licenciada en marketing como para poner energía en esas cosas. No estoy tratando de
instalar un producto en el mercado. Construyo relatos. Tengo cosas para decir y simplemente me
ocupo de decirlas.
-Trabajás tanto en el circuito “independiente” como en el “comercial”. ¿Qué te aporta cada
uno?
-El independiente es mi casa. Ahí me hice y ahí es donde hago todo lo que se me ocurre sin
preocuparme por nada. El comercial tiene otras reglas. En ambos fluyo y me divierto. Siempre hago lo que quiero. Lo que me dan ganas.
-Estás en pareja con el periodista Reynaldo Sietecase hace varios años, ¿cómo nació ese amor?
-Nos conocimos por la literatura. Fuimos amigos primero. Y luego la vida nos unió de otra manera.
-Juntos escribieron "Malditos (todos mis ex)". Entiendo que no volvieron a hacer algo en
común, ¿fue mala la experiencia?
-Fue una experiencia estupenda pero también un hecho puntual. No nos dedicamos a lo mismo,
por lo que difícilmente coincidamos laboralmente. La escritura de esa obra fue una experiencia
especifica que quisimos hacer. Nos acompañamos y apoyamos mucho en lo que hacemos cada
uno por su lado.
-¿Solés darle tus trabajos para leer? ¿Es un crítico amoroso o despiadado?
-Siempre. Compartimos todo lo que escribimos. Es un crítico constructivo. Me dice todo lo que
piensa desde la construcción. Yo soy igual con él.
-¿Qué te generan estos tiempos donde todo lo que tiene que ver con la cultura parece
dinamitado desde el Estado?
-Desolación. Mucha tristeza, a veces enojo. Creo que tenemos que pensar críticamente como
llegamos a esta barbaridad en la que estamos. Ni en mis peores pesadillas imagine que vería lo
que estoy viendo.
-Pese a la crisis, el teatro sigue vivo. ¿Es milagro o signo de supervivencia?
-Nada es milagro. Todo es producto del trabajo, la resistencia, el amor por lo que hacemos.
En las peores crisis quienes hacemos teatro siempre encontramos la forma de seguir, sostener y
resistir.
-Teniendo en cuenta lo que viviste y también lo que contás en El cuerpo anímico ¿Las
prepagas son peor que Pami?
-No tengo un estudio hecho al respecto como para afirmar una u otra cosa. Solo puedo decir que
mi mamá la pasó mal. También es verdad que tuvo acceso gratuito a cuidados paliativos y al área
de oncología en el hospital publico Tornú, a quienes les agradeceré siempre. Y que los médicos
que la atendieron en su prepaga fueron impecables.
Creo que el problema es estructural. El sistema está colapsado y se ha deshumanizado el trato
entre personas.