Alberto Cormillot, reconocido médico especializado en nutrición, ha encontrado una nueva felicidad al lado de Estefanía Pasquini. Sin embargo, su pasado amoroso con Monika Arborgast dejó una marca imborrable en su vida. La historia de Alberto y Monika comenzó en 1961, en el Hospital Alemán, donde él daba sus primeros pasos como médico y ella trabajaba como secretaria. La química entre ellos fue instantánea, y dos años después de su primer encuentro, decidieron casarse.
La pareja disfrutó de una lujosa luna de miel que incluyó destinos como México, San Francisco, Nueva York, Londres y otras ciudades europeas, marcando el inicio de una vida compartida llena de aventuras. A su regreso a Argentina, comenzaron a formar una familia con el nacimiento de sus dos hijos, Reneé y Adrián Cormillot. A pesar de las altas expectativas y los momentos felices, después de 15 años juntos, en 1976, tomaron la decisión de divorciarse. La ruptura no se debió a terceros ni a escándalos, sino a que el amor romántico había llegado a su fin.
A pesar de la separación, Alberto y Monika mantuvieron una relación cercana y respetuosa. "Nos llevábamos muy bien. Después de separarnos, yo cenaba seis veces por semana en su casa con los chicos", reveló Cormillot, mostrando cómo lograron mantener una convivencia armoniosa por el bienestar de su familia. Esta relación cercana se extendió al ámbito laboral, ya que ambos continuaron colaborando en la famosa clínica y la fundación que lleva el nombre de Cormillot. Monika, con su dedicación y habilidad, fue un pilar fundamental en la gestión de los negocios familiares.
La conexión entre Alberto y Monika trascendió el divorcio. Su relación fue más allá de ser simplemente exesposos; fueron socios y amigos que compartieron una vida de trabajo y familia. Cuando Monika falleció en 2017 a causa de un cáncer de pulmón, Alberto se refirió a ella con gran cariño y respeto. "Si bien estábamos separados, nos vimos todos los días durante 56 años, porque trabajábamos juntos y la vida familiar continuó", explicó el médico. Estas palabras reflejan la profundidad de la conexión que compartían, una que no se desvaneció con la separación legal.