Cuarta generación de familia circense desde que el Bicho Gómez irrumpió en escena con La banda de la risa, suele deslumbrar con su histrionismo. Su humor e indudable carisma cautiva a todos desde argentinos hasta el mismo príncipe Felipe de Edimburgo.
Lejos de ese Payaso Mala Onda que popularizó su figura, en Las noches de Jey el Bicho Gómez se mostró simpático y divertido. Arrancó con una anécdota con María Martha Serra Lima. Ambos protagonizaban Un país de revista, un espectáculo con Campi, Gladys Florimonte, Catherine Fulop e Ingrid Grudke y producción del inolvidable Jorge Guinzburg. “Yo estaba a cargo del show en Mar del Plata y María Martha me dice ‘quiero hablar con vos’.
El Bicho fue hasta el camarín de la artista, la encontró sentada en su sillón blanco y le preguntó qué necesitaba. “En el espectáculo cuando yo canto Como toda mujer me gustaría que entren los bailarines y me levanten sobre sus cabezas como lo hacen con las vedetes. ¿Podrá ser eso?”. El Bicho se quedó atónito porque María Martha era una artista de gran contextura física pero le dijo que lo harían. “Ahora lo hablo con los chicos y habrá que ensayarlo María. ¿Te parece mañana? me preguntó ella muy seria y le dije que sí y cuando me estoy yendo me larga un ‘te estoy jodiendo”. Al Bicho le causó tanta gracia ser el cazador cazado que se puso de acuerdo con ella para repetir la broma con los bailarines. “María tenía un sentido del humor increíble, muy genial”, cerró.
Otro momento imborrable lo protagonizó con Gladys Florimonte. Desde el escenario vieron que un espectador ubicado en la primera fila no solo no se reía ante sus humoradas además estaba despatarrado en la butaca. “Con Gladys y Campi decíamos pero qué h de p no se ríe”. Gladys en un momento bajaba del escenario para interactuar con el público. “Cuando bajes andá a agarrarlo a este hijo de p…le dijimos. Va donde estaba el señor este, lo agarra de la solapa, lo levanta, lo sacude y cuando lo suelta, el señor queda tirado sin moverse en el piso”.
“Yo bajo y la mujer que estaba al lado del hombre me decía ‘Bicho, no, Bicho no’. Así que lo levanto, lo acomodo al hombre como estaba y ahí me avisan que el hombre no se podía mover porque era cuadripléjico”. Al terminar la función, el humorista avergonzadísimo se acercó al espectador para disculparse. “No sabía ya cómo pedirle perdón y el tipo me dice ‘Es lo mejor que me pasó en los últimos años de mi vida’”.
La que no la pasó tan bien fue una espectadora a la que el Bicho vio que se retiraba de la función. “Estaba haciendo el monólogo y veo que una mujer grande se va y le digo ‘señora no se vaya’. Y ella me dice ‘me voy porque tengo frío’. Pido que apaguen el aire acondicionado porque tiene frío y ella dice ‘y además lo que hace usted no me gusta’. Así que dije ‘ah entonces préndanle el aire acondicionado.”
Otra anécdota no ocurrió en Mar del Plata sino en Edimburgo y el espectador fue el marido de la reina Isabel de Inglaterra. “Fuimos a un festival de teatro en Escocia con La banda de la risa y nos eligieron para hacer el espectáculo principal al que iría el príncipe Felipe”. Desde la organización les pidieron que llegaran temprano porque por cuestiones de seguridad les revisaban todo lo que usarían en la función. Empezó el show “el príncipe sentado y en el escenario seis payasitos argentinos. El tipo se ca… de risa y después nos invitan a una recepción en un castillo de Edimburgo. Todo era muy película”.
Esto ocurrió en el año 1992 y “era la primera vez que invitaban a un grupo de argentinos y al embajador argentino después de la Guerra de Malvinas”. En un momento llegó una persona y les anunció que el príncipe había llegado al castillo y que no podían ni saludarlo, ni mirarlo a los ojos, ni hablarlo. “Él viene, los saluda y se va”, les advirtió. “Le dijimos, bueno ya todos con una copa en la mano. Llega el príncipe nos habla en inglés y un compañero que estaba chupado le dice ‘es very happy the children festival your country”. Lejos de ofenderse por el inglés inentendible, el príncipe se quedó un buen rato con ellos. “Se ve que estaba fascinado porque alguien le hablaba”.
Sin abandonar el humor recordó su infancia circense. “En el circo se convive con la muerte todo el tiempo. Ahora no tanto porque se ha tomado conciencia”, reflexionó. Narró que más de una vez luego de algún accidente en la función, los payasos debían salir a “tapar el bache” y responder con humor para que el espectáculo siguiera. Sobre su sobrenombre explicó que “Es muy común que en el circo te pongan un sobrenombre. Tenemos la Chiquita, Titina, el Chinche y a mí me tocó Bicho”.
Como otras veces admitió que como su papá era el entrenador de los animales, su papá solía traer a la casa rodante que vivían a una mona. “Se sentaba a comer con nosotros. Era una más. Mi papá le había enseñado que me tenía que cuidar. Entonces de repente yo andaba jugando por ahí y mi papá le decía 'andá a buscarlo al Bicho' y venía la mona, me agarraba y me llevaba".
De esa infancia entre animales recordó que “En verano nos bañamos en la pileta del hipopótamo” cuenta con total naturalidad como quien dice “me iba al club”. La jaula del animal tiene dos partes, mitad terreno y mitad pileta. Cuando el hipopótamo salía del agua, uno se quedaba de campana y los demás aprovechaban para darse un chapuzón. Cuando escuchaban “ahí viene el hipopótamo salíamos todos rajando.”