Mucho se habla sobre las tensiones internas en la familia real británica, especialmente entre los Príncipes William y Harry y sus respectivas esposas, Kate Middleton y Meghan Markle. Y entre todos los conflictos que hubo, uno de los más potentes tuvo a las joyas de Lady Di como protagonistas.
El libro de “Catherine, The Princess of Wales: The Biography" de Robert Jobson revela que William expresó serias reservas sobre el matrimonio de Harry con Meghan. Según Jobson, William solicitó personalmente a la reina Isabel II que se asegurara de que Meghan no usara ninguna de las joyas de la Princesa Diana en su boda. Esta petición es particularmente significativa, ya que Kate Middleton había lucido varias de estas joyas en su propia boda en 2011. La solicitud de William, según el autor, reflejaba su preocupación de que el matrimonio entre Harry y Meghan pudiera no ser lo suficientemente sólido como para merecer ese honor simbólico.
Otro de los episodios más notables que Jobson detalla en su libro es el incidente durante una prueba del vestido de la Princesa Charlotte, previo a la boda de Meghan y Harry. Según el periodista, Meghan Markle habría hecho llorar a Kate Middleton durante este evento, lo que provocó una gran preocupación en el Príncipe William. Sin embargo, Meghan ofreció una versión diferente en su controvertida entrevista con Oprah Winfrey, donde afirmó que fue Kate quien la hizo llorar, y no al revés. Este desacuerdo aparentemente trivial marcó un punto de inflexión en la relación entre las dos parejas, exacerbando las ya tensas dinámicas entre los hermanos.
El libro también destaca cómo, a pesar de las sonrisas y la fachada de unidad mostrada durante la ceremonia de la boda, en realidad existían profundas divisiones dentro de la familia real. Las tensiones no solo se limitaban a William y Harry, sino que también involucraban a otros miembros de la familia, quienes estaban preocupados por la creciente influencia de Meghan y por cómo su enfoque más moderno y desafiante contrastaba con las tradiciones reales.
Robert Jobson también sugiere que estos conflictos no fueron simplemente malentendidos aislados, sino que reflejan diferencias fundamentales en la manera en que los hermanos perciben su papel dentro de la monarquía y la dirección que creen que la familia real debería tomar. Mientras que William, quien está en la línea directa al trono, tiende a adherirse más a las tradiciones y la discreción que han caracterizado a la monarquía británica, Harry y Meghan han optado por un enfoque más abierto y público, lo que ha generado fricciones significativas.