Adabel Guerrero está en uno de los puntos más altos de su carrera, no solo triunfa en la obra de teatro Sex, sino que se ganó reconocimiento por sus participaciones como actriz en las series de Guillermo Coppola y Cris Miró. Su carrera comenzó hace 30 años y casi deja el mundo del brillo y los reflectores para dedicarse de lleno al mundo universitario y el psicoanálisis.
Desde niña, Adabel sintió una profunda conexión con el baile y el teatro. Durante más de una década formó parte del ballet de Iñaki Urlezaga, pero los cambios físicos de la adolescencia la llevaron a colgar las zapatillas de ballet y abrazar el mundo del teatro de revistas. El escenario se convirtió en su refugio frente a una difícil realidad: una madre con problemas de alcoholismo y un padre ausente.
Uno de los momentos más duros de su vida ocurrió durante la adolescencia, cuando su madre, María Cristina, falleció. Sin el apoyo de una familia cercana, Adabel encontró consuelo en el psicoanálisis para sobrellevar el duelo. Con el tiempo, esta experiencia despertó en ella el interés por el estudio.
“A los 17 años empecé a hacer terapia por un montón de problemas personales, y me cambió muchísimo, me hizo bien. Sentí que todos tendríamos que hacer terapia para mejorar nuestras vidas”, explicaba Guerrero a PRONTO en 2014.
En 2002, tras el fallecimiento de su madre, Adabel decidió dejar la danza y dedicarse a trabajar para pagar las deudas que habían quedado. Se inscribió en la Universidad de La Plata para estudiar Psicología, pero su pasión por el arte prevaleció. “Cuando quedé en un casting con Pepe Cibrián en Buenos Aires, no pude ir más. Arranqué mi carrera artística y lo pasé para otro momento”, contaba la actriz.
Por más de una década, Adabel se dedicó a crecer en el mundo artístico y sí que lo hizo, se convirtió en una de las primeras vedettes de calle Corrientes y trabajó con grandes como Jorge Corona, Gerardo Sofovich, Nito Artaza y Miguel Ángel Cherutti.
Sin embargo, su deseo de estudiar Psicología seguía latente, y en 2014 decidió retomar sus estudios en la Universidad del Museo Social Argentino.
“Quiero recibirme de psicóloga”, aseguraba en ese momento. A pesar de su popularidad por sus participaciones en el Bailando y su talento en el teatro de revistas, Adabel logró integrarse a la vida universitaria. “Cuando pasaban lista y llegaban a mi apellido, algunos me reconocían, pero eso duró solo dos semanas. Después ya era una más, tengo mi grupo con el que tomo café y compartimos apuntes”, relataba.
PRONTO le consultó sobre si le gustaría ejercer la profesión una vez recibida y ella sin dudar respondió: “Haría una clínica en consultorio pero solo para casos que me interesen a mí en particular. También me gustaría escribir artículos de Psicología en algunas revistas especializadas”.
Sobre los temas que la interpelaban y por los cuales les gustaría atender en consultorio, Adabel aseguraba que “la inseguridad en la mujer, la bulimia y la anorexia, la sexualidad, la infidelidad”. Su propia historia personal la impulsó a querer ayudar a otros brindándoles herramientas para enfrentar sus problemas. La actriz confesó haber sufrido trastornos alimenticios durante su adolescencia.
Durante tres años, Guerrero combinó lo artístico con la ciencia y los estudios sobre la mente humana. Aunque no se recibió de Psicóloga, durante la pandemia profundizó en la carrera de Coach Ontológico y obtuvo un título.
Hoy, la actriz reparte su tiempo entre la crianza de su hija Lola, la actuación y un proyecto personal en donde conviven todas sus pasiones, se desempeña como mentora para ayudar a otros artistas a transformar sus carreras y concretar sus proyectos en Alas. Adabel también utiliza su cuenta de Instagram para compartir reflexiones y experiencias, con el objetivo de inspirar y ayudar a sus seguidores a superar sus propios desafíos.