En 1990, Valeria Mazza comenzaba a dar sus primeros pasos en las pasarelas argentinas. En uno de sus desfiles la vio Alejandro Gravier que quedó deslumbrado con la rubia y le pidió a Carolina Peleritti que se la presentara. Ella tenía 18 años y él, diez más. Compartieron salidas con amigos y al tiempo comenzaron a salir. El noviazgo se extendió durante ocho años. El pedido de casamiento fue en Nueva York. Cenaban en un restaurante, ella se levantó para ir al baño y al volver, debajo de la servilleta se encontró un anillo de compromiso. Decidieron casarse con una boda que sería no solo el evento del año y confirmaría su amor, además sería un buen negocio. Si solo por transmisión de su casamiento con Huberto Roviralta, Susana Giménez le cobró a Canal 9 la suma de 150 mil dólares, ellos irían por más. Porque ya sabemos que el dinero no puede comprar amor, pero sí costear una magnífica boda.
El 9 de mayo de 1998, doce días después de haberse casado en el registro civil de la localidad bonaerense de Bella Vista y con solo cuatro personas como testigo, Valeria Mazza y Alejandro Gravier protagonizaron una multitudinaria boda. Fiesta de canje para 1300 invitados, televisación en vivo de la ceremonia religiosa, 28 autos para conducir a los asistentes de la iglesia al Hipódromo y 90 hombres para custodiarlos.
La noche previa de su casamiento religioso, Valeria la pasó sola en un exclusivo hotel cinco estrellas. Fue el primero de los numerosos canjes conseguidos para la ocasión. Previamente no hubo despedida de soltera ni pare el novio ni para la novia sino un agasajo en la casa del empresario Alejandro de Narváez.
La novia llegó a la iglesia en un Mercedes Benz negro de colección, fabricado en 1958. Tardó un rato largo en subir al auto porque la cola del vestido que medía 6 metros requería cuidadosas maniobras para conservar su esplendor. Días antes, el novio le había regalado un Mercedes Benz cedido por un concesionario a cambio de publicidad
Para la boda se mandaron 1300 participaciones entre las que había 350 invitados del extranjero (la mayoría faltó). Doscientas cincuenta personas fueron a la Basílica del Santísimo Sacramento. Durante la ceremonia la mitad debió permancer de pie ya que no alcanzaban los bancos del lugar. Hubo 424 periodistas y fotógrafos acreditados,
El vestido de Valeria era un doble solero, con breteles finos y piedras bordadas. Aunque lindo no resultó impactante. Las crónicas de época aseguraban que la falta de "magia" del vestido se debía a que fue un canje. El novio lució un jaquet tradicional de tono gris que acompañó con una flor blanca en un ojal.
La iglesia fue adornada con cuatro mil flores. La ceremonia religiosa duró treinta minutos. Según contó Valeria, las alianzas de platinos las compraron en Tiffany de Nueva York. Juan Pablo II mandó una bendición apostólica para los novios.
Uno de los detalles más comentados de la noche y que todavía se recuerda es la galera que usó Gravier. Años después, la modelo contaría cómo surgió la idea de usarla. Estaban en Milán con el diseñador italiano Giorgio Armani que les realizaba las últimas pruebas de la ropa que suarían. Justo se casaba su sobrina en Londres y él apareció en distintas fotos con galera. Alejandro al verlo le pidió usar una pero el italiano le contestó que eso era muy inglés. Ante la insistencia del novio el modisto aceptó hacerla pero le pidió que no se la pusiera y solo la llevara en la mano junto con los guantes. Gravier le dijo que sí pero el día de la boda no cumplió.
Se rumoreaba que la razón de la galera tenía que ver con la diferencia de altura entre ambos. “Lo de la altura es algo que se dijo pensando que nos preocupaba, cuando indudablemente nunca fue un tema para nosotros”, aseguró Mazza en nota en Teleshow del año 2021. “Igual quiero que sepan, para que de una vez se rompa el mito, que yo mido 1,78 m... ¡y Vale mide 1,77!¡Lo que pasa es que Vale siempre se pone tacos!. Tacos de 13 o 10 cm que me dejan chiquitito”, afirmaba Gravier. Todavía la conserva exhibida en su cuarto como si fuera un cuadro.
Los novios arribaron a la fiesta que se haría en el Hipódromo en una carroza Le Breton tirada por cuatro caballos. Entraron al son de Pompa y Circunstancia. A los veinte minutos bailaron un vals interpretado por la Orquesta Sinfónica de Buenos Aires. Al momento de salir a la pista hubo mucha música de los 80 y se presentó un número de Fernando Soler y el elenco de Señor Tango.
Las crónicas de la época cuentan la asistenica de varias parejas que luego rompieron. Flavia Palmiero llegó con su entonces pareja, Franco Macri y Mauricio Macri con Isabel Menditeguy. Iván de Pineda fue con su entonces novia, Juana Viale. Carolina Pelleritti se llevó la liga de la novia. Aunque fue sola al evento salía con el músico Luis Alberto Spinetta. Susana Giménez estuvo con su entonces novio, Jorge Rodríguez. No se despegaron un solo minuto y se mimaron toda la noche.
La mayoría de los invitados no quiso revelar qué le regaló a la pareja. Dolores Cahen D'Anvers (foto) les obsequió una ensaladera artesanal de madera con un monograma de plata. Fernando Bravo, una bandeja de plata. Daniel Scioli. Dysi Chopitea y Andrea Frigerio coincidieron en la elección y regalaron un juego de copas. La nota la dio Diego Pérez que aseguró que les entregó "una sopapa que compré en uno de esos negocios que venden todo por dos pesos".
Después de los novios, Diego Maradona fue la gran estrella de la fiesta. Llegó minutos después de las once acompañado de Guillermo Coppola. "A Claudia no la traje porque tarda mucho para cambiarse y me vine con Guille", explicó. A las dos de la mañana Diego volvió a salir y regresó media hora más tarde con Claudia. En medio del baile le dio un beso en la boca y aseguró "Le partí la boca, ahora se va a tener que pintar de nuevo".
Las figuras del espectáculo como Miguel del Sel (foto) se mezclaban con empresarios y políticos. En la fiesta estuvo el entonces ministro de Trabajo, Erman González y su esposa. El entonces presidente Menem, invitado de lujo y que se esperaba bailara con la novia, finalmente no asistió. En esos días el litoral sufría una devastadora inundación con miles de evacuados y sus asesores le aconsejaron no participar. Marcelo Tinelli tampoco asistió a la boda. La única gran figura internacional fue Tico Torres, baterista de Bon Jovi.
Andrea Frigerio (foto) fue una de las más lindas de la noche. Lució un vestido de seda con un sensual escote en la espalda. Como la cobertura de la boda estaba vendida, la entrada de otros medios de prensa estaba prohibida. Los paparazzí que intentaron colarse disfrazados de invitados fueron detectados y echados. Silvana Suárez, entonces esposa del dueño de Ámbito Financiero, tuvo marca personal de personal de seguridad para que no tomara fotos a escondidas.
Todos suponían que una fiesta para 1300 invitados le habría costado una fortuna a la pareja, pero no les salió un solo peso. Al contrario, ganaron plata. La cobertura del casamiento fue vendida a Telefe en ¡500 mil dólares! y la revista Hola de España habría puesto una cifra similar para los derechos al exterior. Además una revista local pagó por la cobertura gráfica de la fiesta y una cadena de televisión estadounidesne por la transmisión para algunas ciudades. La comida que se sirvió fue canje con una empresa y la noche en el hotel cinco estrellas fue una atención del lugar. Las 2500 botellas de champagne fueron donadas por una bodega y los vinos provinieron en gran parte de las bodegas Menem. Algunos malintencionados decía que no les tiraron arroz a los novios porque no habían arreglado con ninguna arrocera.
Juntos desde hace más de un cuarto de siglo la familia se completa con sus cuatro hijos: Balthazar, Tiziano, Benicio y Taína. Sobre los secretos para una relación duradera en tiempos efímeros la modelo aseguró: “No sé si hay receta porque si hubiera esto se repetiría más seguido y lamentablemente no pasa, pero es muy importante el compañerismo, el respeto el amor. Tenemos proyectos juntos, tenemos una familia que hemos formado y que es nuestro orgullo y a la cual le dedicamos un montón. Tenemos ganas básicamente". Porque una boda fantástica se puede conseguir de canje, pero una familia no.
Colaboró en la producción periodística Giselle Billordo