La vida de Leo Dan fue digna de una miniserie. Porque solo la imaginación de un guionista podría narrar la vida de un muchacho tímido que creció en un pueblo con apenas diez mil habitantes y llegó a cantar ante dos millones de personas. Este 1 de enero de 2025 falleció a los 82 años. Pero su vida merece vaya si merece ser contada.
El 22 de marzo de 1942, en la pequeña ciudad de Atamisqui en Santiago del Estero nació Leopoldo Dante Tévez. Como en muchos hogares santiagueños la música era parte de la vida cotidiana. A los cuatro años aprendió a tocar la armónica y la flauta; a los once sumó la guitarra y compuso sus primeras canciones. En la adolescencia con un grupo de amigos formó “Los demonios del ritmo” una banda de música con la que animaba los festejos de su pueblo “Me gustaba porque no solo ganaba mi dinerito también iba a fiestas gratis y solucionaba la salida del fin de semana”.
A los 20 años se mudó a Buenos Aires para estudiar Veterinaria. Sin embargo lo que uno quiere a veces no coincide con lo que el destino reserva. Se anotó en la facultad, pero como tenía que hacer algo para pagarse los estudios y lo único que sabía era cantar, se presentó en CBS una compañía grabadora. Una secretaria se solidarizó con ese estudiante tímido que hablaba con la cabeza gacha y decidió darle una mano, organizó una prueba con un directivo y lo aceptaron. A los 15 días ya era famoso. Leopoldo Dante se convirtió en Leo Dan.
Su primer gran éxito fue "Celia", que llegó a los primeros lugares en los rankings en apenas una semana. Seguirían otros como “Fanny”, “Estelita”, “Libre solterito y sin nadie” y “Santiago querido”. Gracias a su éxito le propusieron realizar su propio programa de televisión, así surgió Bajo el signo de Leo, en canal 9. “Yo venía de gente humilde, pobre de dinero pero no de espíritu. Lo más impresionante fue el primer sueldo. Cuando grabé por primera vez, a la semana me preguntaron si quería hacer un programa en que había poca plata: 7500 pesos. Yo que estaba en un hotel barato, como de 10 dólares, me pasé a otro que valía 100 y empecé a progresar. Llevé a mi familia de Santiago del Estero a Buenos Aires, les compré una casa que sigue siendo hermosa, pero como se llenaba de visitas terminé viviendo en el Alvear”.
En la década del 60, Leo Dan junto con Palito, Sandro y Leonardo Favio hacían delirar a la gente en cada una de sus actuaciones en vivo. En ese tiempo no se organizaban recitales en estadios sino que se presentaban en distintos clubes donde cantaban con sus músicos. Los encuentros, tres o cuatro por noche, eran multitudinarios podían asistir 15 mil personas que bailaban y deliraban con sus canciones.
El éxito de Leo Dan era tan enorme que en pleno auge de los Beatles, la revista People publicó un rating mundial y en 19 países la banda de Liverpool figuraba segunda detrás de su tema “Como te extraño mi amor”. Cuando llegaba a un aeropuerto se encontraba con miles de seguidores esperándolo. En su provincia natal el fanatismo era tal que en uno de sus viajes cuando el avión aterrizó, la gente invadió la pista y destrozó la nave. Desde entonces cada vez que regresaba aterrizaba en Tucumán.
El año 1966 no fue uno más porque conoció a Mariette, una bellísima joven nacida en Budapest y elegida miss Mar del Plata. “La descubrí en el estreno de una película y esa misma noche le pedí casamiento. Siempre lo hacía con las chicas que me cruzaba pero todas me decían que no. Pero la húngara me dijo que sí y me pegué el susto de mi vida”. El noviazgo fue veloz, en once días se casaron, pero el amor fue eterno nunca se separaron. Para ella compuso “Marie, mi amor” la canción más pedida de los recitales y “Por ti” para celebrar cincuenta años de casados, todo un récord o una rareza en tiempos de amores líquidos.
Sus números como artista también asombran. Vendió 40 millones de copias, escribió tres mil canciones y alrededor de 1600 intérpretes de todo el mundo cantaron sus creaciones en inglés, francés, italiano, portugués y hasta en chino mandarín. Uno de sus temás más conocidos Como te extraño mi amor, no solo fue uno de sus hits, en China lo usaron para una publicidad de una multinacional de hamburguesas. También sonó en publicidades de autos y en Biutiful, la película de Alejandro González Iñárritu donde aparece la versión de Café Tacvba que luego ganaría un Grammy. Otra versión hermosa es la que grabó Ornella Vanoni en italiano. Protagonizó cuatro películas aunque solía decir divertido que “Me arrepiento de no haber hecho más es que pensé que siempre sería flaco y con pelo”.
En pleno éxito y convencido de que “para conocer un país lo mejor es vivir allí”, Leo Dan dejó la Argentina y con su familia se mudó a España donde vivió dos años, luego se radicó durante una década en México. Fue el primer baladista que se animó a grabar con mariachis, algo que luego sería imitado por otros grandes artistas como Juan Gabriel, Julio Iglesias y Luis Miguel. En un concierto inolvidable en Nueva York cantó para dos millones de personas en una fiesta de la comunidad mexicana.
En la década del 90, conmovido por el Santiagazo, la revuelta popular en su provincia, volvió al país y se presentó como candidato a gobernador por el Justicialismo. “Había mucha corrupción y el pueblo reaccionó. Menem estaba de presidente y yo era más o menos su amigo. Me dijo que me metiera en política, que él me iba a ayudar. Por suerte no gané, porque estaría más viejito. A los políticos en seguida se les blanquea el pelo”, recordaba con gracia y sin nostalgia.
Sencillo y con una picardía innata para contar chistes su casa solía ser un lugar de encuentro para artistas y amigos. “Me siento realizado, logré cosas importantes: viajé gracias a las canciones, mantuve a mi familia y le llegué a la gente con mis canciones”.
Aunque siempre fue un hombre creyente en 1996 vivió un gran cambio. En Ecuador, una mujer que se definía como profetisa le dijo que debía usar sus canciones para acercar sus seguidores a Jesús. Movilizado por estas palabras en sus recitales entre canción y canción comenzó a intercalar mensajes religiosos. “Lo más hermoso que me pasó en la vida fue haber conocido a Jesucristo y aceptarlo como mi Salvador. Para mí él no es una religión sino una forma de vida”. Pero muchos seguidores le gritaban que volviera ser el de siempre y que solo querían escuchar sus temas. “Le pedí a Jesús que me diera una señal si debía seguir con esa misión. Ese día luego de una presentación se me acercó un joven que me contó que estaba decidido a suicidarse, pero que mis palabras le llenaron el corazón. Para mi esa fue la respuesta y seguí predicando”.
Los últimos años los pasó en la ciudad de Miami donde se radicó con su esposa, sus hijos y una nieta. “Nos vinimos por culpa de un terremoto pero acá nos la pasamos esquivando huracanes” aseguraba entre risas. Nunca dejó de componer, todos los días en un rincón especialmente preparado de su casa tomaba la guitarra, bebía un café y empezaba a surgir la música que podía ser desde un tema en honor a la Virgen de Guadalupe o a un amor perdido. Siempre llevaba el grabador en el bolsillo para poder registrar cada idea.
Solía recomendar tomar mucho mate porque “como tiene vitamina H hace que las neuronas se sientan felices y se produzcan buenas canciones y buenos negocios”. Aseguraba que en California con toda su familia una vez vio un ovni, creía en la existencia de mundos paralelos y mantuvo largas charlas del tema con Pedro Romaniuk, un investigador pionero de la ufología.
Hoy Leo Dan se fue de gira eterna. Sin embargo, el artista seguirá presente porque como afirmaba “Los cantores que somos del pueblo nunca vamos a morir, siempre habrá alguno que nos haga resucitar al cantar nuestras composiciones”.