En medio de la escandalosa separación de L-Gante y Wanda Nara, Claudia Valenzuela abrió su corazón y dio detalles de las vivencias que tuvo cuando era joven y de cómo sobrellevó la muerte de su hijo Sale.
Tras aclarar que se fue de su casa de muy chica y que la criaron sus tíos, la madre de Elián Valenzuela reveló que hizo algunos desfiles como modelo y que luego se fue a Chile, en donde trabajó en Canal 13. Luego, volvió al país y comenzó a bailar con un grupo con quienes viajó a Grecia.
“Era otra vida, otra religión. O sea, eso mismo ya nos llevaba a vivir de otra manera muy rigurosa. Ya tenías que respetar horarios, culturas… Era diferente. Después nos fuimos haciendo de un grupo de amigos de allá y no salíamos de ese grupo, de ese circulito que nos cuidaban a nosotros. Porque imaginate que estaba Líbano al lado, guerra continuamente, gente de Irán, de Irak. Nosotros salíamos a la calle, ya sabíamos de la ropa, pero yo usaba una remera manga corta y un jean y no se podía. Vos mismo después vas cambiando tu ropa, tu vestuario, todo, porque te miraban y capaz que te podían venir hasta a pegar. Y te acostumbrás”, detalló en una entrevista a Clarín.
Sobre si vivió situaciones de peligro durante su estadía, la madre de L-Gante recordó: “Hubo un par de corridas a veces, porque al tener al Líbano tan cerca, siempre escuchabas las bombas o corridas porque había algún iraní. Pero nosotros tratábamos de estar siempre por el centro de Damasco, siempre por los mismos lugares”.
Su amor en Siria
Además, Valenzuela se animó a contar sobre el romance que tuvo en Siria: “Él estaba en Líbano, peleaba en el Líbano, era soldado. Venía una vez por semana a Damasco y hablábamos en inglés. Lo conocí en el bar del hotel donde nosotros vivíamos y se unió al grupo. Estuve unos meses con esta persona y después falleció. Vino el amigo de él a decirme que había muerto en el Líbano”.
Claudia explicó que estuvo dos años en ese destino y que ella en ese momento ya era amiga de quien más tarde sería su marido: “A raíz de la muerte de esta persona, él se acerca más a mí porque yo estaba mal, me sentía mal y me fui del ballet. O sea, no tenía ni ganas… Me pegó fuerte esa experiencia… Mi amigo se acercó, pasó el tiempo, él me protegió mucho. Yo me fui a Chipre de vuelta con el grupo a querer trabajar allá, pero él me llamó y me volví a Siria. Yo ya no quería seguir en el grupo, ya no tenía las mismas ganas y me volví a Siria sola. Me quedé ahí con él y con su familia. Era una parte más de la familia. Después me casé con él, no por religión, sino por la parte legal, de papeles, en la justicia”.
La madre del referente de la cumbia 420 contó que tras casarse se fue a Siria con su esposo porque él estudiaba medicina, pero que un día le llegó la citación para presentarse en el Ejército: “No quería saber nada y se escapó, pudo huir de Siria. Se fue solo para no ponerme en riesgo a mí”.
Presa en Siria
“Yo me quedé con la familia, pero ya tenía pasaje. A los dos o tres días, como no lo encontraban a él, me buscan a mí y me llevan detenida. Estuve presa mi última noche en Siria, con otras mujeres que también tenían problemas de papeles o de visas. Después el ejército vino, me subió a la misma camioneta y me llevó al avión que iba a Rumania”.
Con sinceridad, la mamá de Elián aclaró que ella se mantuvo en calma cuando la detuvieron porque sabía que iba a estar solo un par de horas. Después de unos meses en Rumania ella y su esposo certificaron el matrimonio y en ese momento se enteró que estaba embarazada de su primer hijo.
A pesar de los contratiempos, su marido pudo terminar su carrera y ambos volvieron a Argentina, en donde nació su primer bebé: “Teníamos la casa, el trabajo, todo, todo muy bien. Mi marido tiene mucha facilidad de idioma, así que empezó a hablar español lo más bien. También es muy de conectarse con gente, así que se unió al club sirio libanés”.
Sus hijos
Claudia tuvo tres hijos, Yamil, de 40 años, Sale, quien murió tras pelear contra el cáncer: “Yo estuve unos cuantos años con mi marido acá en Argentina. Un día, con dos hijos en común, decido separarme y al mes me entero que estaba embarazada de mi tercer hijo. Él no quería que yo lo tuviera, yo le dije que sí lo iba a tener porque para mí era una nena”.
“Seguí con mi embarazo, separada, a los dos meses se declara la enfermedad de mi hijo menor y a lucharla. El papá me ayudo a llevarlo a un lado y a otro hasta descubrir qué era lo que tenía. A los tres años se le declara un tumor cerebral. Fueron cinco años de lucha, operaciones, tratamientos. Pasamos por el Elizalde, el Fernández y pudimos ingresar después en el Garrahan, toda la vida voy a estar agradecida porque ahí fue su final”.
Luego, la mujer contó: “La tuve en el Fernández a mi hija, que fue una nena, Jazmín. Después fueron cinco años de quimioterapia, radioterapia, de todo, y no resistió la última operación".
La muerte de su hijo
Además, aclaró a Clarín: “Cuando fallece mi hijo, que yo vuelvo a trabajar a Pepsi después de la licencia por enfermedad, fui a hacer terapia un par de veces y después no fui más. Fui a un psiquiatra y como que no sentí que me llevaba a querer ir mañana de vuelta. Y lo único que saqué del psiquiatra en ese momento es que me llenó de pastillas. Después me las sacaron porque no las tomaba. Me daba cuenta que no las necesitaba y mi miedo era que, con lo que me había pasado, yo no sabía cómo me iba a levantar de ánimo mañana, pasado o la semana que viene, y me daba miedo que me pinte tomarme todo eso… Y no quería que me pase eso. Y no era lo que yo quería”.
“La muerte de un hijo nunca se te va del todo. Ni de la mente, ni el corazón, ni de nada. El lugar donde yo me mudo va la foto de mi hijo. Yo le digo mi ángel protector y siempre está ahí, siempre va a estar”.
Más tarde, Valenzuela conoció a Miguel Ángel Prosi, el padre de L-Gante: “Cuando mi hijo estaba en el hospital, él ya era amigo de nosotros. Ha ido hasta el hospital a verme, lo conocía a mi nene también”.