Los días que corren son muy movilizadores para Miriam Lanzoni, quien está viviendo la temporada más especial de su vida. La actriz está instalada en una coqueta casona en las afueras de Carlos Paz, ciudad en la que actúa en la obra Nunca te fíes de una mujer despechada, en el Teatro del Sol, y aunque disfruta de subirse al escenario, siente un gran vacío en su vida personal.
El motivo, que la traspasa de pies de cabeza y la tiene en una situación de vulnerabilidad total está relacionado con la reciente partida de su amigo Federico Rod, alias Cory, con quien Miriam tenía una relación de hermandad. El joven falleció el 17 de diciembre pasado a causa de una meningitis y dejó un profundo vacío en la vida de la actriz.
“Se fue mi hermano, mi amigo, mi todo, la Cory… Además, él amaba Carlos Paz y si bien yo quería venir a hacer temporada acá, lo loco es que cuando cerré todo lo hice también para venirme con él. Fede iba a hacer notas para el programa de Tomás Dente, tenía todo cerrado y para mí era darle a él la posibilidad de trabajar en la tele, que era lo que soñaba. Iba a ser su primera temporada haciendo notas para un programa y se fue antes de tiempo. Partió de este plano inesperadamente y nos dejó un vacío inmenso, que no te podría explicar con palabras”, expresa Lanzoni, con la sensibilidad a flor de piel.
-¿Fue inesperado?
-Sí, de un momento a otro, esas cosas que no se explican. Sí, sí: fue de un momento a otro. Fue una meningitis que se lo llevó en cuestión de días. Sigo sin comprender nada de lo que pasó. Tenía una cotidianeidad constante con él, de todos los días y de vernos de la mañana a la noche todos los días de la semana. Más allá de trabajar juntos, él era uno de mis mejores amigos. Mi hermano. Lo conozco desde sus cinco años.
-¿Era chaqueño como vos?
-Sí, como yo. Fede era de Resistencia y hace diez años llegó a Buenos Aires para trabajar y vivir conmigo. Estábamos todo el santo día juntos. Su sueño era trabajar en los medios en Buenos Aires y se vino conmigo. Lo invité y le dije: “Vení, dame una mano hasta que vos despegues”. Después se terminó quedando y se convirtió en mi mano derecha, izquierda, mis piernas, mi todo.
-¿Vos lo apodaste Cory?
-En realidad, fue Pablo Rago acá en Carlos Paz en una temporada porque le decía que era más mala que la serpiente coral, a modo de chiste. Pablo le puso Coral y derivó en Cory, Corina, Coralina. Fede, imaginate, se cagaba de risa y amaba ser el centro. Era amigo, asistente, hermano y lo tenía medio como una hija. Teníamos un vínculo demasiado fuerte y cercano. Éramos una cofradía, con mucha complicidad. No sé quién sabe tantas cosas de mí como él y viceversa.
-¿Silvina Escudero también era su amiga?
-Sí, también. Con Silvina eran muy amigos, también de Barby Silenzi y del Polaco, de Pablo Rago y de mucha gente del medio. Imaginate que con tantas temporadas conmigo, conoció a medio planeta. Cory era una persona muy especial, dulce, divertido, gracioso. Entonces terminaba generando amistad con mucha gente. Amaba a Yanina Latorre y no se la toques por nada porque te mataba.
-Partió en una fecha especial, justo antes de Navidad.
-Sí, fue el 17 de diciembre y, además, yo estaba en pleno ensayo de la obra. Si bien la venimos haciendo hace unos años, se fueron tres personas y se incorporaron otras tres nuevas, entonces teníamos que ensayar desde cero porque tenés que volver a conocerte y generar la dinámica. Teníamos ensayos al palo todos los días y en el medio pasó lo de Cory. Estuvo algunos días internado y yo estaba absolutamente desenfocada y descolocada, con todo lo que requiere una temporada: buscar casa, que esto, que aquello, que lo otro. Fue ocho días antes de las fiestas. Horrible.
-¿Lo extrañás?
-¡No te imaginás cuánto! De hecho, sigo hablando en presente de él. No caigo. No entiendo. Todo el mundo me da teorías y por supuesto que tomo todo lo que me dicen pero todavía no lo puedo creer ni entender. Hay días que estoy sin voz por la angustia. Todo el día lo extraño, a cada minuto, a cada segundo porque compartíamos mucho y todo. Era un vínculo de amor absoluto y estoy aprendiendo a transformar eso porque ya no va a estar en algo físico. El amor va a seguir para siempre pero es muy reciente y Carlos Paz me moviliza todo. Fede amaba Carlos Paz, era el rey de la villa y me quedó ese sabor amargo de que iba a ser su primera temporada haciendo notas. ¡Tanto lo soñaba! Me pregunto cómo no esperó un poquito más.
-¿Era irreversible?
-Fue tremendo, arrasador, inminente, inesperado para todos. Imaginate para sus papás, que viven en el Chaco y se tuvieron que venir de raje. Fue tan rápido que recuerdo un martes estaba en terapia y al día siguiente le grabé un video en el que nos estábamos muriendo de la risa e inclusive yo lo bromeaba y le decía: “Uy, ahora es genial porque vamos a mostrar este video después y vamos a hacer la presentación de tu libro, en el que contás que sobreviviste”. Todo esto con humor negro, jodiendo y matándonos de la risa, eh. Para mí era un tratamiento, que era lo que nos habían dicho y que iba a salir.
-¿Creíste que iba a salir?
-Sí y él también. Grabamos un video, como te cuento, haciendo caras y riéndonos de todo. El me dijo: “Mis enemigos no me van a ver caer”, todo entre risas. Nosotros bromeábamos mucho, con humor ácido, negro. Ese miércoles a la tarde nos reímos mucho pero a la noche se descompensó y ya no hubo vuelta atrás. Estuvo internado en el Hospital Rivadavia, donde lo han atendido como un rey. La salud pública en nuestro país funciona y no te puedo explicar: lo atendieron de diez, todo de primer nivel y con unos profesionales del carajo.
-¿Sus papás pudieron despedirse?
-Sí, viajaron del Chaco, estuvieron y fue todo tristísimo. Como te decía, sigo sin poder creerlo. Cory era mi faro, mi guía, mi todo. Le decía: “¿Adónde vamos?” y lo seguía. Así como él me seguía a mí en otras cosas. Estoy destrozada y sin encontrarle una explicación.
La entrevista completa con Miriam Lanzoni está en la edición digital de febrero de revista Pronto, se puede descargar y leer de manera haciendo click en este enlace
Fotos: Luis Varela