En su vida cotidiana, Natalia Oreiro no solo demuestra ser una artista multifacética, sino también una mujer comprometida con la naturaleza. Amante del ambiente y defensora de la vida sustentable, la actriz y cantante uruguaya comparte con orgullo el rincón verde que construyó en su hogar, un verdadero refugio natural donde árboles frutales y plantas autóctonas conviven en armonía. Su jardín no solo es un espacio de contemplación, sino también de producción, bienestar y conexión con la tierra.
Entre los ejemplares que decoran y dan vida a su jardín, el ciruelo europeo ocupa un lugar de privilegio. Este árbol, además de ofrecer una espectacular floración primaveral con pétalos blancos o rosados, regala una generosa cosecha de frutos hacia finales del verano. Natalia, fiel a su estilo casero y natural, suele preparar mermeladas con las ciruelas, aprovechando todas las propiedades nutritivas que esta fruta ofrece: ricas en fibras, vitaminas A, C y E, así como también en minerales esenciales como calcio, hierro, potasio y fósforo. Las ciruelas también son reconocidas por sus propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, antialérgicas, laxantes y antimicrobianas, lo que las convierte en aliadas indiscutidas de una alimentación saludable.
Pero la verdadera joya de su jardín es, sin dudas, el peral, un árbol frutal tradicional que Natalia cuida con especial dedicación. Esta especie, originaria de Europa y Asia, se ha ganado su protagonismo por la calidad y dulzura de sus peras, así como por su adaptabilidad a diferentes tipos de climas. Para mantenerlo sano y productivo, la artista sigue al pie de la letra las recomendaciones de los especialistas: elige una ubicación soleada que garantice al menos seis horas diarias de luz directa y prepara la tierra con compost o estiércol bien descompuesto, manteniendo un pH entre ligeramente ácido y neutro.
Además de las tareas básicas como el riego y la poda estacional, Natalia se encarga personalmente de controlar el momento exacto de la cosecha. “Las peras deben recolectarse cuando están maduras, pero aún firmes, porque continúan su proceso de maduración fuera del árbol”, explican los expertos. Generalmente, la recolección ocurre entre fines del verano y principios del otoño, lo que convierte a este periodo en uno de los más activos del calendario de jardinería doméstica.
El jardín de Oreiro no se limita a sus frutales. Enredaderas tapizan los muros, y las plantas autóctonas se distribuyen estratégicamente para atraer mariposas e insectos beneficiosos, contribuyendo al equilibrio del ecosistema. Esta decisión no es casual: detrás de cada rincón se esconde una intención, una filosofía de vida centrada en el respeto por el medioambiente y la autosustentabilidad. En tiempos donde la conciencia ecológica se vuelve cada vez más necesaria, figuras como la de Natalia Oreiro inspiran con pequeños grandes gestos.