Pasaron más de dos décadas desde aquella primera edición de Gran Hermano que marcó un antes y un después en la televisión local. Uno de los nombres que aún resuena con fuerza entre los fanáticos del reality es el de Eleonora González, la joven estudiante de Ciencias Políticas que con tan solo 24 años conquistó al público con su sensibilidad, su carisma y, sobre todo, su vínculo con Gastón Trezeguet, con quien vivió una historia que se convirtió en uno de los ejes narrativos más recordados de aquella temporada.
Durante su paso por la casa más famosa del país, Eleonora protagonizó junto a Trezeguet uno de los momentos icónicos de la televisión: un compromiso simbólico dentro del reality, presidido por Tamara Paganini. La escena emocionó a millones de televidentes y quedó inmortalizada como un hito sentimental del formato. Aunque ambos expresaron en aquel entonces su deseo de formar una familia, tras el fin del programa cada uno siguió su propio camino.
Años más tarde, en 2016, volvieron a reencontrarse. La química parecía intacta y, según contaron en una entrevista con Mica Levitt, revivieron sentimientos y hasta fantasearon con la posibilidad de retomar su relación, pero finalmente no prosperó. “El cariño sigue presente”, confesaron, aunque la vida los volvió a llevar por rutas diferentes.
Lejos del frenesí de las cámaras, Eleonora optó por priorizar su vida personal. Después de haber incursionado en los medios como notera y panelista en varias ediciones del reality, en 2019 tomó una decisión que redefiniría su presente: dejó atrás su carrera mediática y se dedicó por completo a la maternidad, tras el nacimiento de su primer hijo.
“Fue un antes y un después”, confiesan desde su entorno. A partir de entonces, su presencia pública se volvió esporádica. Aunque mantiene actividad en redes sociales, es muy selectiva con lo que muestra. Cada tanto, comparte imágenes familiares o reflexiones ligadas a la crianza, siempre desde un lugar de privacidad y serenidad.
Hoy, con 46 años, Eleonora lleva una vida completamente distinta a la que soñaba cuando ingresó a Gran Hermano en 2001. Aquella joven que irrumpió en la pantalla con ideales, entusiasmo y una sonrisa luminosa, decidió apostar por una cotidianidad más tranquila, centrada en su hijo y alejada del foco mediático.
La historia de Eleonora no es única, pero sí representativa. Como muchas figuras que alcanzaron la fama a través de la televisión, eligió la reserva por sobre la exposición, el afecto íntimo por sobre el aplauso del rating. Y sin escándalos ni titulares explosivos, construyó una nueva versión de sí misma, más ligada al cuidado, al silencio y a los pequeños momentos.