HISTORIA DE SUPERACIÓN

Javier Ortega Desio contó cómo fue la mojada de oreja de su mujer, Belu Lucius, que lo llevó a crear su exitosa empresa

El ex integrante de Los Pumas, que se quedó sin trabajo cuando dejó de jugar al rugby, creó una empresa de pijamas para niños llamada V-Raptor. Cómo nació el proyecto y cuánto tuvo que ver su esposa, la influencer Belu Lucius.

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La cabeza de un velociraptor, en tamaño real, emerge desde una pared mientras que por otros extremos cuelgan lianas, hay árboles y la rusticidad de un ambiente natural. Así es V-Raptor, la tienda de pijamas y ropa para niños que Javier Ortega Desio (34) montó a todo trapo en Freire 487, en el barrio de Colegiales. Si bien el proyecto lo inició solo -con la complicidad de su cuñada Emily Lucius-, el ex rugbier de Los Pumas cuenta con el apoyo absoluto e incondicional de su mujer, Belu Lucius, quien también visita a diario el negocio y trabajan codo a codo. Fue allí donde Javier, que acaba de debutar como actor en la serie de Disney Espartanos, recibió a Pronto para hablar de su presente, el trabajo y su familia, que se termina de componer por sus dos hijos: Bautista (6) y Benjamín (5). El disparador de la charla fue cuándo nació V-Raptor, por lo que Ortega Desio se remontó a los inicios de su gran emprendimiento. “Estamos por cumplir tres años: abrimos el 28 de abril de 2022 pero todo se inició mucho antes, cuando estábamos saliendo de la pandemia”, repasó.

Javier Ortega Desio

-¿Cómo fue?

-En ese momento había dejado de jugar al rugby por un tema político, no porque yo haya querido. Estaba contratado desde 2016 en Jaguares, que era el club profesional que tenía la Unión Argentina de Rugby. Entonces, estaba en la disyuntiva de irme a jugar afuera porque me aparecían propuestas pero que se caían mágicamente o definir hacer otra cosa acá, en nuestro país. Pasé de ser uno de los mejores en un puesto deportivo -era tercera línea- a ser un completo desconocido en la vida laboral de cualquier argentino.

-¿A la par jugabas en Los Pumas?

-Sí. En esa época estaba esa cosa medio confusa para la gente, que se preguntaba por qué Los Juguares éramos los mismos que Los Pumas. Para crear Los Pumas, la UAR tuvo que llamar a todos Los Jaguares para hacer un equipo competitivo para que le permitieran estar en ese torneo. Por eso eran el mismo equipo. Cuestión de que desistí de seguir jugando al rugby y así fue naciendo este emprendimiento.

-¿Un día cualquiera, así de la nada?

-Fue así: en la pandemia con Belu tuvimos un emprendimiento que duró seis meses con el que revendíamos diferentes productos por la web. Ese Lucius store iba muy bien pero terminó no resultando porque un íntimo amigo mío, que era nuestro socio, cambió el rumbo laboral y se tuvo que ir del país. Lo desmantelamos porque nadie se podía ocupar de eso al ciento por ciento. Al final de este proceso cortito del store, se había desarrollado un producto que yo había planteado: unos pijamitas muy lindos. Como papás, sabemos que si sos fiel a una marca, le vas a comprar siempre durante todo el crecimiento de los nenes. Los niños crecen rápido y por ende cambian rápido de ropa. O sea, un buen negocio. Se había hecho una producción de 700 unidades y cuando desarmamos todo el store, nos quedaron esos 700 pijamas sin vender porque nos los habían entregado tarde, cuando ya no teníamos más la tienda online.

Javier Ortega Desio

-¿Y qué hiciste con esos productos?

-Quedaron tirados en la casa de mis suegros, como un año y pico. Dentro de mi búsqueda y de mis frustraciones, pasé por ataques de pánico porque no sabía qué hacer. Se te cierra el pecho y es la sensación de que te vas a morir. Sentís asfixia y a mí se me cerraba la garganta y sentía una presión en el pecho y en la espalda, a la altura de los omóplatos. Me ahogaba y me ponía muy nervioso eso.

-Qué feo.

-Horrible. Era la mezcla de angustia, ansiedad, no saber qué hacer, miedos, incertidumbre. Era salir de mi zona de confort y encontrarme en un terreno totalmente desconocido para mí. En ese momento, de esta búsqueda, me pintó por el lado de la arquitectura. Te cuento, como paréntesis, que fui estudiante de Arquitectura durante tres años en la Universidad El Salvador cuando me vine de Paraná a vivir a Buenos Aires y dejé la facultad cuando me metí de lleno con el rugby: arranqué en Los Pumitas, pasé a Los Pumas Sevens y empecé a escalar dentro del sistema de la UAR hasta que debuté en Los Pumas y el rugby se transformó en mi trabajo y mi medio de vida. Volviendo, con amigos me puse a remodelar casas cuando me pintó volver al mundo de la arquitectura. Pero mi mujer me veía súper angustiado.

Javier Ortega Desio

-¿Qué te decía Belu?

-Ella me veía re mal, perdido. Y me dijo: “Muchas veces, la respuesta la tenemos frente a nuestras narices y no nos damos cuenta. Soy tu claro ejemplo de que vos tranquilamente podrías vivir de las redes sociales porque yo lo hago. Tenés una comunidad hermosa y grande que te sigue; deberías aprovecharla”. Pero le respondí que lo que a ella podía motivarla, podría ser que a mí no me llene ni me motive. Claramente, estaba muy enojado y no podía ver nada con claridad. A esa altura, me preguntaba cómo podía ganar un salario mínimo o dónde me podía reinsertar laboralmente. No sabía cómo meterme en la parte laboral.

-¿Le diste bola a tus redes?

-Sí: le seguí el consejo a mi mujer y me puse a hablar con agencias, a contactarlas, a raíz de las agencias llegar a una marca, generar un contenido, presentarlo, hacer la factura, cobrarlo. Poco a poco me fui haciendo de mis contactos de agencias y fui teniendo más trabajo. En todo este proceso de las redes, Belu me dijo: “Como veo que no estás haciendo nada, de última vendé de manera online los pijamas que tenemos en la casa de mis viejos. Recuperá la inversión; hacé algo”. Pero le respondí que, si vendíamos esos productos, nos íbamos a quemar porque estaban muy mal hechos. “Jamás los vendería”, le dije y ella se enojó de una manera que no te podría explicar. Me puteó y me dijo: “Si tan malo pensás que es este producto, ¿por qué mejor no te ponés a hacerlos vos en vez de estar pelotudeando?”.

Javier Ortega Desio con Belu Lucius y sus hijos

-¿Ahí te generó el desafío?

-Sin dudas. Ahí ella me puso la zanahoria delante de la cara y dije: “Ah, ¿sí? ¿Vos querés que yo lo haga mejor? Agarrate”. Empecé a meterme en el mundo textil y fui empezando a entender de telas. En un viaje que había hecho afuera, les había traído a mis hijos unos pijamas con una tela espectacular y acá no existía nada similar. No solo eran de buenísima calidad sino que, además, eran útiles por sus diseños. Ese tipo de producto me interesaba a mí. Empecé a ir a Once, Avellaneda, Flores, Floresta y Alsina sin saber nada. Iba con un pijama usado, pedía esa tela y todos me respondían: “Nene, ¿qué tela es?”. ¡Nadie la conocía! Cuando más o menos encontré qué tipo de tela era, empecé a buscar proveedores. Luego tenía que ponerle un arte y estamparles un diseño. Ahí entendí que no todas las telas aceptan los diferentes métodos que hay para poner una estampa.

-Te fuiste especializando.

-Exacto, hasta que encontré la ruedita. Me contacté con una diseñadora, fuimos haciendo molderías, muestras y en ese proceso hice una sociedad, abrí una cuenta de banco, creé los mails, registré el domingo, abrí una cuenta de Instagram, hice el logotipo, etcétera, etcétera, etcétera. Así surgió el nombre V-raptor.

-¿Por qué V-Raptor?

-Porque cuando recién arrancaba a jugar en Los Pumas, tenía un amigo que me decía “veloci” por velociraptor. Era muy rápido, ágil, inteligente y un mix de cosas que lo llevaron a decirme así. Y a la marca le puse la abreviación de velociraptor y lo pensé por el lado de lo salvaje, la naturaleza y el juego. Los chicos son traviesos y les gusta jugar. Aparte a todos los niños les gustan los dinosaurios.

Javier Ortega Desio

-¿Sensaciones de aquellos primeros tiempos?

-Cagazo e incertidumbre. Encarar la primera colección de V-Raptor me daba un cagazo terrible. Mi cómplice era Emilia, mi cuñada, que es re estética y está siempre siguiendo la moda. Hasta ese momento, no le contaba nada a Belén. Estaba medio cruzado con ella, como enojado. Porque sentía que me había tocado el orgullo y mucho no le hablaba del tema. Cuando me preguntaba qué había hecho durante el día, mi respuesta era simple: “Nada, estuve con lo de los pijamas”. Y nada más. No la hacía partícipe del día a día. Fueron once meses de proceso.

-¿A qué público está orientado?

-En ese momento eran prendas para bebés de tres meses a niños de ocho años. Ahora es de recién nacidos hasta los 12 años. En ese momento, estaba tan ofuscado con mi mujer que le dije que no quería que me ayude en nada. Entonces, un día le caí casi once meses después del desafío que me había generado y le puse dos bolsas de consorcio negras arriba de la mesa de nuestra casa. Entré a la computadora, puse nuestra página web, que la tenía pipí cucú con precio y fotos, y le mostré todo.

Javier Ortega Desio y Belu Lucius

-¿Cómo reaccionó Belu?

-¡No entendía nada! “¿Qué es esto?”, me preguntaba y le dije: “Ahí tenés nuestra primera colección de V-Raptor”. Y se quedó shockeada porque le había llevado la bolsa con los productos ya terminados, con uno de cada estampa y de cada talle. Cuando abrió la primera bolsa, los miraba, los tocaba, los daba vuelta, se los ponía en el cuello para ver si le picaba la etiqueta. “No lo puedo creer; ¿quién te ayudó? Esto es impresionante, no te puedo creer”, me decía. “Ahora sí voy a necesitar tu ayuda porque necesito venderlos”, le respondí. Lo lanzamos el 28 de abril de 2022 y en estos tres años no paramos de crecer: hoy tenemos más de 500 productos diferentes, con sus respectivas variantes, estampas, talles. Y creamos V-Raptor house.

-¿Qué es eso?

-Este lugar en el que estamos: no solo el local de ropa sino las oficinas y todo lo que hay en este edificio, que es como nuestra casa porque lo definimos como un lugar de encuentro. Es un lugar de amigos, de familia, de trabajo y para hacer coworking. Estamos acá todos los días y cada uno hace su trabajo.

Javier Ortega Desio

-¿Es lo que imaginabas o superó tus expectativas?

-Al día de hoy, todavía no sé qué me imagino. La gran incógnita es que no sabemos si queremos seguir creciendo porque tenemos muchísima demanda. Nos piden para hacer franquicias pero todavía no llegamos a eso. La gente está entusiasmada con la marca y para nosotros es muy grato ver la respuesta de la gente con nuestros productos. Con Belu tenemos como principal trabajo las redes sociales pero el que más tiempo nos demanda es V-Raptor, que es como un bebé y le metemos horas, horas y horas de trabajo, que nunca terminan. A la vez, nosotros somos muy apegados a nuestra familia, nos encanta viajar y el tiempo en familia es sagrado. En verano nos vamos casi dos meses a Necochea, cosa que no se negocia, y trabajamos online desde allá. Para mí el tiempo es sagrado y si bien hay que trabajar, sé que hay otras prioridades en la vida y quizás hasta donde estemos hoy con la marca me conformo. No lo sé, así estamos re bien y V-Raptor es una cosa más dentro de nuestro día a día.

Javier Ortega Desio