TREMENDO

Cómo es la división entre Soledad Pastorutti y su hermana Natalia en el predio que viven

Las artistas viven con sus familias y padres en un mismo predio en Arequito.

Escrito en ESPECTÁCULOS el

La música unió a Soledad y Natalia Pastorutti desde pequeñas, pero el verdadero motor de su historia siempre fue la familia. Criadas en Arequito, Santa Fe, y formadas artísticamente bajo el ala de sus padres, ambas hermanas decidieron construir su vida adulta sin alejarse de sus raíces. Tras casarse —Soledad con Jeremías Audoglio y Natalia con Andrés Manini— eligieron levantar sus hogares en un mismo predio a las afueras del pueblo, el mismo lugar que sus padres ya habían elegido años atrás como refugio de tranquilidad.

Allí, cada integrante de esta gran familia tiene su casa, construida a medida según fueron creciendo. La cercanía física entre las viviendas —apenas unos metros— refleja el fuerte vínculo que los une. Tanto Soledad como Natalia disfrutan de ver cómo sus hijos crecen juntos: Antonia y Regina, hijas de Soledad, comparten juegos y aventuras con Pascual y Salvador, los hijos de Natalia. Todos bajo la atenta mirada de los abuelos maternos, pilares fundamentales de esta familia unida.

La armonía entre las hermanas no solo se ve en su convivencia diaria, sino también en los detalles que comparten en redes sociales. Si bien son reservadas con el interior de sus hogares, en sus cuentas de Instagram se pueden ver postales del exterior: paisajes campestres, caballos, árboles y ese aire puro que rodea el predio. En una entrevista con Los Mammones, Natalia llegó a describir el lugar como “un zoológico”. “Todos los desastres ocurren cerca de mi casa”, contó entre risas, al enumerar la cantidad de animales que tienen: cabras, tortugas, gansos, e incluso una yegua que terminó en el campo por sus travesuras.

Las casas, aunque independientes, comparten un estilo moderno: grandes ventanales que conectan con la naturaleza, sillones amplios, cuadros, y rincones dedicados a la música o al juego. En ese entorno tan especial, Soledad y Natalia no solo comparten su pasión artística, sino también la vida cotidiana y ese deseo profundo de permanecer cerca de su origen.

A pesar de los compromisos laborales que las llevan seguido a Buenos Aires, ambas priorizan que su hogar esté en Arequito, el lugar que las vio nacer, crecer y enamorarse. Allí donde comenzó todo, decidieron seguir construyendo —literal y emocionalmente— su historia.