Actor con una prolífica y sólida carrera en teatro, cine y televisión, Ariel Pérez De María está en un gran momento profesional y con un gran destaque en plena calle Corrientes. De miércoles a domingos, se sube a las tablas del Metropolitan para actuar en Cuestión de género, la comedia que escribió la dramaturga francesa Jade-Rose Parker y que en Buenos Aires protagonizan Moria Casán y Jorge Marrale. En la obra, De María compone al adversario político de Marrale, que llega a la casa familiar porque es la nueva pareja de la hija del matrimonio -encarnada por Paula Kohan- y en el medio sucede de todo.
En diálogo con Pronto, el actor que la rompió en la tira ATAV como el inmigrante turco Alí y que se lució en novelas como Esperanza mía, Quiero vivir a tu lado y Educando a Nina, habló de su exitoso presente teatral. “La propuesta me llegó por el director Nelson Valente, que me llamó el año pasado para pedirme un favor. En realidad fue así: Nelson me llamó para pedirme un favor porque iba a hacer el primer encuentro entre Jorge Marrale y Moria. Él me contó que lo habían convocado para dirigir esta obra y me dijo: ´Vamos a tener el primer encuentro con Jorge y Moria, hay dos personajes más, necesito si me podés dar una mano para la lectura de uno de los personajes´. No era un casting ni una audición pero le iba a dar una mano a él”, arrancó Ariel.
-¿Y qué pasó?
-Fui porque siempre todo es una oportunidad, ¿viste? Eso ya me pareció una gran propuesta: conocer a Moria, conocer a Jorge, leer con ellos. Fui sin ningún tipo de expectativa: simplemente fui a leer una obra, a hacerle un favor a un amigo y la obra ya desde la primera lectura fue espectacular. Me encantó Cuestión de género apenas la leí.
-¿Qué palpitaste ese día?
-Que la obra era muy divertida y que ellos ya desde el primer encuentro tenían una química espectacular. Los dos son muy graciosos, con una comicidad y un humor muy interesantes. Producto de esa lectura, a ellos les gustó cómo leí y cómo actué en esa oportunidad y con el tiempo, a los meses, me convocaron y me hicieron una propuesta a ver si me interesaba estar. Por supuesto que les dije que sí, casi sin pensarlo. Estuvo bueno porque no fue un casting ni una audición, lo cual le quitó todo tipo de expectativa y de cierta tensión que aunque uno no quiera, siempre está en las pruebas. Así que fue entrar por ahí, desde un lugar muy orgánico y natural. Fluyó desde el primer momento.
-¿En qué andabas de laburo cuando te surgió esto? ¿Estabas haciendo otra cosa?
-El año pasado sí, estaba empezando a ensayar una obra con Helena Tritek que hicimos para el Complejo Teatral Buenos Aires. La hicimos en el Teatro Alvear, para el Teatro San Martín. Se llamó Manada de lobos, una obra de Ibsen que dirigió Helena, con la escenografía de Zanetti. También un gran proyecto con eminencias del arte visual de nuestro país. Así que estaba con eso, justo arrancando a ensayar y ahí fue cuando me llamaron a la lectura. También estaba el año pasado filmando la serie Nieve roja, que se estrenó hace un par de semanas en Flow. ¿Viste cómo es eso? A veces que el trabajo trae más trabajo y hay algo ahí como una energía y una rueda que se va armando. Cuestión de género cayó en ese momento y ahora estoy disfrutándola una barbaridad.
-¿Cómo compartir las tablas con Moria?
-A Moria no la conocía y la química con ella es genial porque es muy fácil conectar con ella. Es una persona muy especial, con una energía muy, muy linda, gran compañera, amorosa, cariñosa, siempre disponible, con el camarín siempre abierto. Llegamos y vamos a su camarín a charlar y a ella le encanta. Cada vez me voy acostumbrando más, pero me pasa que siempre que vuelvo de la función a casa, pienso: “Qué loco que mi día a día esté habitado por Moria”. Y por Jorge también, por supuesto, y por la obra. Lo loco es que mi cotidiano sea hablar sobre esto o lo otro con Moria: le conté esto, ella me contó eso otro, o que mi hija, por ejemplo, se haya hecho muy amiga del nieto de Moria.
-¿Tu hija es amiga de Dante?
-Sí, claro, porque tienen la misma edad y van juntos al teatro. Los llevamos al teatro, nos acompañan y mi hija, que se llama Libertad y tiene 10 años, es fanática de la obra. Es mi única hija y me acompaña siempre a todos lados: a filmar, a los ensayos, al teatro. Moria tiene una onda bárbara con los chicos, y con Libertad, por ejemplo, llegamos al teatro viernes y sábado y se va directamente al camarín de Moria y se quedan ahí charlando ellas. Se adoran.
-¿Libertad puede ver la obra? ¿No es muy fuerte por ahí la temática?
-Yo creo que no, sobre todo porque si bien tiene palabras subidas de tono y formalismos de adultos, los chicos de hoy en día también presencian en casa charlas profundas y charlas de adultos, y siempre con un cierto cuidado. Pero creo que el mensaje que transmite la obra, o por lo menos lo que siento que le queda a Liber y lo que ella me comparte a mí, trasciende esos modismos y ciertas cosas de humor que a veces son un poquito zafadas. A ella le causan gracia y todo, pero me parece como que la obra va un poco más allá de eso. El mensaje que te termina quedando es muy positivo: el hecho de la importancia de la identidad, de luchar por quién soy, por quién quiero ser. Ella absorbe todo y le llega mucho esa parte. Está bueno para una nena o para un nene en la primaria, donde los chicos pueden ser a veces crueles, aceptar la diversidad y tener ese mensaje de estar tan conectados con ese punto de vista de la vida. Termina siendo muy positivo.
-¿Estás en pareja con la mamá de tu hija?
-No. Libertad es fruto de mi relación con Tati Marioni, que es mi ex pareja, con quien estuvimos juntos varios años pero ya estamos separados hace ocho. Estoy en pareja ahora con Monina Bonelli, que es actriz, directora y productora y estuvo haciendo en el Cervantes una obra de Dionisi, un unipersonal y ahora la nominaron para los Premios Hugo como revelación. Estamos juntos hace siete años. Una relación muy linda.
-¿Cómo es tu vínculo con Jorge Marrale?
-Excepcional. El es una bestia y al mismo tiempo un dulce de leche. Eso es lo que tiene de hermoso la actuación: esos tipos que vos los ves en la tele o en las obras con un poder tremendo, malos, violentos y con esa energía tan masculina y fuerte, y de golpe en la vida son unos ositos cariñosos. Eso es Jorge: un hombre realmente adorable. Es un gran compañero también y lo admiro. Los admiro mucho a los dos, es muy fuerte y estoy muy agradecido de estar con dos, a mi criterio, eminencias. Es como estar jugando con Messi y con Di María. Lo vivo como una gran oportunidad y con mucho agradecimiento. Qué loco y qué bueno estar viviendo esto.
-Te toca hacer pareja con Paula Kohan.
-Sí. Con Paula también, una gran compañera y nos divertimos mucho ahí en el escenario. Realmente es una gran compañera y me acuerdo en momentos de ensayos, cuando recién arrancábamos y había textos que me olvidaba de tirar y ella siempre muy atenta para recordarme o para hacerme una seña o un codazo y decirme: “Te toca a vos”. Es un muy lindo grupo.
-¿Van a seguir en el verano?
-Es probable. Ahí por radiopasillo me ha llegado información de que sí, por lo menos ahora está a fin de año y es probable que en enero volvamos a hacer funciones y nos quedemos de temporada en Buenos Aires. Ojalá porque, más allá de lo personal y lo que me gusta a mí hacerla, es una obra que siento que está bueno que esté en cartel. Está bueno que esté en Calle Corrientes, hecha por figuras, con una producción tan importante, en un teatro tan grande como el Metropolitan. Es una obra que habla sobre la identidad, la búsqueda de uno mismo, la aceptación del otro, qué hacemos cuando el otro nos cuenta algo que quiere ser y a nosotros nos resuena o nos genera una incomodidad. Cómo jugamos a favor o en contra de la libertad del otro para ser o no ser. Me parece que en este mundo tiene muchísimo valor que esté puesto sobre la mesa ese tema.
-¿Estás con algo más?
-Por ahora estoy solo con esto. Me han llegado algunas propuestas pero, de verdad, quise dedicarme solo a esto por una cuestión de enfocar mi energía ahí. Pero ahora ya me está picando y también me dan ganas de hacer otras cositas, como teatro independiente. Estoy con deseos y algunas propuestas ahí en veremos, como para poder despuntar el vicio de filmar y de hacer algunas otras obras a la par.
Por Nicolás Peralta // Fotos: Gentileza SMW prensa y álbum personal de Ariel Pérez De María