¿Cómo nos sorprenderá la muerte? ¿Vencedores o vencidos? ¿Viejos o jóvenes? ¿Esperanzados o desesperanzados? A algunas personas la Parca los saluda y luego, pasa de largo, pero a otras les va avisando que viene y viene para llevarlos. A Pepa Mujica, la Parca varias veces lo saludó. El ex presidente uruguayo en su cuerpo tiene siete balazos, perdió el bazo, uno de sus pulmones es más chico y hace 20 años que convive con una enfermedad inmunológica que afectó sus riñones. Pero el año pasado, la Parca le jugó una carta compleja. Mujica reveló que le habían detectado un tumor en el esófago. Comenzó a darle pelea, pero la perdió. Esta semana reveló que “El cáncer en el esófago me está colonizando el hígado. No lo paro con nada. ¿Por qué? Porque soy un anciano y porque tengo dos enfermedades crónicas. No me cabe ni un tratamiento bioquímico ni la cirugía porque mi cuerpo no lo aguanta”.
En su humilde pero digna chacra en Rincón del Cerro, el ex presidente uruguayo otorga la que afirma será su última entrevista y elige al medio uruguayo Búsqueda. Comienza con una frase que resulta demoledora pero es real. "Me estoy muriendo" y agrega "Estoy condenado, hermano. Hasta acá llegué”. Asegura que es un "viejo en el final" y que solo pide que lo dejen tranquilo. A los periodistas les ruega que "Que no me pidan más entrevistas ni nada más. Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso" y a los médicos que no lo hagan “sufrir al pedo”. Lo dice y sus ojos se llenan de lágrimas, lo dice y para los que lo admiran, los ojos también se llenan de lágrimas.
Antes de partir, Mujica se quiere despedir de sus compatriotas. "Es fácil tener respeto para los que piensan parecido a uno, pero hay que aprender que el fundamento de la democracia es el respeto a los que piensan distinto. Por eso, la primera categoría son mis compatriotas y de ellos me despido. Les doy un abrazo a todos".
Responde un poco de política pero no quiere hablar de eso, prefiere hablar de la vida y no solo de su vida. "A mí la vida me ha dado muchos premios. El principal es que estoy a cuatro meses de cumplir 90 años. Mirá la vida que he tenido. Es un desastre", dice. Se arrepiente "De cantidad de cosas. Fui presidente, y en este país hay gente que pasa hambre. ¡No puede ser!", pero reivindica con énfasis la democracia que como decía Winston Churchill, es la mejor porquería que hemos inventado. “No hay nada como la democracia. Yo de joven no pensé así, es cierto. Me equivoqué. Pero hoy me bato por eso. No es la sociedad perfecta, es la mejor posible”, señala.
La reflexiones o las enseñanzas o su legado, siguen. "La vida es una hermosa aventura y un milagro. Estamos demasiado concentrados en la riqueza y no en la felicidad. Estamos concentrados solo en hacer cosas y, cuando querés acordar, se te pasó la vida al pedo. Yo la viví muy bien. Mi vida es un poco una novela. La presidencia es solo una pavada, un capítulo más. Además, yo no me había ni propuesto ser presidente. Se dio así el juego".
No puede con su genio y deja lo que quizá sea su útima recomendación para Cristina Fernández. "Por más que se enojen, Cristina tendría que darle manija a lo nuevo. Tiene gente atrás, que los deje vivir. Nunca se quieren retirar. Siempre quieren ocupar los primeros cargos. Se creen insustituibles. ¿Quién mierda es insustituible? Vos te morís y el mundo sigue dando vueltas".
Si alguien le recuerda las torturas que sufrió los 14 años que estuvo detenido solo responde que no odia a nadie: “El odio no sirve para nada, solo para amargarte la vida”. Cuando ve a Lucía Lucía Topolansky, su compañera de vida y de tantas luchas, vuelve a emocionarse. “Lucía es un ser superior y estoy acá todavía gracias a ella”.
En lo que es el atardecer del día pero tambié de su vida cuenta su rutina diaria. "Todos los días ando un poquito en el tractor, aunque sea simbólico, y estoy acomodando las cosas para los que van a quedar acá en la chacra. Compré un tractor nuevo. Para los que van a quedar acá, para que vivan. Quiero dejarles fierros nuevos. No tengo hijos, pero igual voy a dejar descendencia”.
Avisa cómo quiere que sea su final. "Yo me voy a morir acá. Ahí afuera hay un sequoia grandote (un árbol que él cultivó de una semilla que le regalaron). Está Manuela (su perra) enterrada ahí. Estoy haciendo los papeles para que ahí también me entierren a mí. Y ya está". Si al morir vivimos en nuestro actos, para muchos de nosotros, Mujica ya es inmortal.