En materia de prevención de la obesidad en el país está todo por hacer. Y el hecho de que 6 de cada 10 argentinos (61,6%) padezcan algún grado de exceso de peso, es una clara evidencia de esta problemática. “Por cada persona que baja de peso, hay 20 que suben porque no se hizo nada con respecto a la prevención: impulsar los bebederos en los colegios, mejorar la oferta en los kioscos de los colegios, controlar el marketing destinado a los chicos, el tamaño de las porciones, la presencia de forma descontrolada de oferta de comida en la televisión, en los jueguitos, la falta de oportunidades para la actividad física que tiene mucha gente, la falta de educación alimentaria de los padres… es una lista larga de cuestiones que estaban previstas en la ley que yo había planteado (la ley 26.396 promulgada en 2008) pero que nunca se llevó a la práctica”, lamentó el doctor Alberto Cormillot en el Día Nacional de Lucha contra la Obesidad.
Consultado sobre los motivos detrás de la ausencia de abordaje de este asunto de salud pública, el médico especialista en nutrición enfatizó: “La obesidad es una enfermedad que no le importa a nadie. Es una enfermedad minimizada. En el fondo, el principal problema que tiene la obesidad es que hay un sesgo por el cual se cree que la persona, si quiere, puede bajar de peso y solo tiene que parar de comer. Pero es como decirle al asmático ‘No hagas tanto ruido, respirá como la gente’”.
En cuanto a por qué en ocasiones no alcanza con la dieta y el ejercicio físico para bajar los kilos de más y es necesario recurrir a la cirugía metabólico-bariátrica, Cormillot explicó que cuando una persona sube de peso, está alterado un sistema de equilibrio. “Por este sistema uno mantiene siempre el mismo nivel de oxígeno en la sangre, el mismo nivel de azúcar, de ácido úrico, la misma cantidad de pulsaciones... Pero en algunos casos ese equilibrio se rompe: si se rompe el equilibrio de la glucosa, aparece la diabetes; si se rompe el equilibrio del ácido úrico, aparece la gota; es decir que si se rompe cualquier equilibrio, aparecen las enfermedades. En el caso de la obesidad, se rompe un equilibrio que mantiene una determinada cantidad de grasa corporal”, precisó.
En ese sentido, el especialista argumentó que una vez que la persona subió 20, 30 o 40 kilos, el aumento de peso “toma la forma de una enfermedad crónica y la persona va a seguir con una tendencia, que se puede controlar, pero no se puede curar: una vez que aparece, igual que la diabetes o la hipertensión, se transforma en una enfermedad crónica”.
Según detalló Cormillot, “hay casos en los que no se puede lograr el descenso porque son muchos los kilos de más y a la persona le cuesta pero no por una cuestión de voluntad, sino porque toda su cabeza está programada para comer”, agregó el nutricionista, quien señaló que “el cuerpo tiene memoria y va a querer volver al peso que tenía”.
En esa línea, detalló que “cuando el exceso de peso complica la vida y hay otras enfermedades asociadas, como la diabetes, u otras complicaciones, está la indicación de la cirugía”.
La Guía de Práctica Clínica Nacional sobre Diagnóstico y Tratamiento de la Obesidad del Ministerio de Salud precisa que un paciente tiene indicación de cirugía bariátrica cuando presenta un índice de masa corporal (IMC: peso/altura2) mayor a 40 o IMC mayor a 35 asociado a diabetes, hipertensión arterial, apnea del sueño, enfermedad cardiovascular o artrosis con gran limitación funcional.
“En mi experiencia, cuantos más son los kilos de exceso y más tiempo han estado con ellos, más difícil va a ser que la persona se maneje sin una intervención tan importante como la de la cirugía”, prosiguió Cormillot, para luego aclarar: “Pero es necesario recordarle al paciente que después de la cirugía tiene que seguir en contacto con el equipo de profesionales -cirujano, nutricionista, clínico, psicólogo, etc.- para que lo vayan acompañando. Porque muchas veces las personas se confían solamente en la cirugía y después se desconectan del equipo. Y ahí es donde la cosa no funciona”.
El experto insistió en la importancia del seguimiento postquirúrgico al enfatizar que aquellos pacientes que descienden 30 o 60 kilos tras la cirugía, se enfrentan a un “mundo nuevo”. Tienen que enfrentar la modificación en los vínculos, su nueva imagen corporal y reconocerse a través de los cambios. “Algunas personas se adaptan, a otras les cuesta más… hay toda una serie de cambios que es muy difícil transitar solos”. Es importante abordar el tema del hambre emocional ya que muchas veces la tristeza, la angustia, la ira, el aburrimiento, la ansiedad, nos lleva a una ingesta compulsiva.
Por eso el trabajo psicoterapeútico y las herramientas psicoeducativas son fundamentales en el tratamiento interdisciplinario del paciente con obesidad.