PEDIATRÍA

Primavera: Temporada alta de enfermedades eruptivas en niños

La mayoría de los brotes son de origen viral y evolucionan sin problemas. Qué señales de alarma deben considerar los padres y qué medidas deben tomar para no contagiar a otros niños.

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La llegada de la primavera y los días lindos no solo es sinónimo de alergias. En esta época también es habitual que los consultorios pediátricos se llenen de niños con la piel brotada a raíz de las llamadas “enfermedades exantemáticas”. Más conocidas como enfermedades eruptivas estas suelen ser, en su gran mayoría, de etología viral y de curso benigno. Las más frecuentes son:

VARICELA

Es provocada por el virus varicela-zoster, que puede presentarse durante todo el año, pero es más común a fines del invierno y principios de primavera. Los grupos de mayor riesgo son los niños en edad preescolar y escolar, y al ser muy contagiosa, las escuelas suelen convertirse en epicentros de las epidemias. El promedio del período de incubación es de 14 a 16 días, pudiendo ser entre 10 a 20 días. La transmisión se realiza por el contacto directo con las lesiones de la piel o por medio de las gotitas de saliva.

Los brotes suelen iniciarse con una mancha roja que evoluciona a pápula (palpable), ésta a vesícula, y finalmente se forma la costra. En esta última etapa (cuando aparece la costra) ya no hay riesgo de contagio.

Las lesiones parecen en el tronco, cara, cuero cabelludo, brazos, piernas y, a veces, también en mucosa bucal. El niño puede presentar, además, fiebre, malestar general, dolor de garganta y falta de apetito.

Es fundamental evitar que los niños se rasquen, ya que una de las complicaciones más frecuentes es la infección bacteriana producida por el rascado de las lesiones. La vacuna protege en un 95% para las formas severas y 70 a 80% para las formas leves. Los niños deberán permanecer en sus hogares hasta que todas las lesiones estén en período de costras.

SEXTA ENFERMEDAD

Es más habitual en bebés entre los 6 y los 15 meses y la ocasiona un virus de la familia Herpeviridae, que se observa principalmente en primavera y otoño. Su transmisión se da por medio de la saliva, estornudos o tos fuerte.

Tras un periodo de incubación de 7 a 15 días, la sexta enfermedad comienza con un cuadro de fiebre agudo con temperaturas altas entre 38 y 40º C, que dura de 3 a 5 días. cuando la fiebre desaparece (en general, en forma brusca), suele visibilizarse un brote que dura uno o dos días.

Las lesiones son redondas u ovoides color rosa pálido, pequeñas levemente sobre elevadas y bien delimitadas, que desaparecen a la presión. Comienzan en el tronco y cuello y luego se extiende a la cara, brazos y piernas. No pican ni requieren tratamiento específico y desaparecen a los pocos días sin dejar secuelas. El niño puede presentar, además, tos, congestión de garganta y oídos, inflamación de los ganglios, cefalea, dolor abdominal, vómitos y diarrea.

QUINTA ENFERMEDAD

También llamada eritema infeccioso, es producida por el Parvovirus B19. Predomina en la segunda mitad del invierno, primavera e inicio del verano y es más frecuente en niños entre los 4 y los 10 años.

Su contagio se produce por contacto con secreciones respiratorias y saliva. Los síntomas son similares a los de un resfrío, con poca fiebre y dolor de cabeza. Luego, aparece una erupción color rojo en las mejillas, que también puede hacerse presente en los brazos, las piernas y el tronco.

La quinta enfermedad suele ser leve y desaparecer por sí sola. Es más contagiosa antes de la aparición del sarpullido, pero el paciente ya no contagia una vez que este se presenta.

ESCARLATINA

Es causada por una bacteria llamada Estreptococo B Hemolítico, que circula todo el año pero es más frecuente en invierno y primavera, y se contagia a través de las gotitas de saliva que se expulsan al hablar, estornudar o toser.

Afecta principalmente a niños entre 2 y 15 años que presentan en la piel pequeñas lesiones rojas puntiformes que se atenúan al presionar la piel y son ásperas al tacto. Comienzan en cuello, axilas e ingle y luego se distribuyen por todo el tronco y las extremidades.

El diagnóstico se puede confirmar con un hisopado de fauces que determina la presencia de la bacteria en la garganta. En este caso, el tratamiento es con antibiótico y el niño puede retornar a sus actividades a las 48 horas de haberlo iniciado.