La discriminación hacia las personas con sobrepeso y obesidad suele ser moneda corriente. Recientemente, el actor Juan Palomino contó que “el público no fue muy generoso en sus comentarios” a través de las redes sociales cuando aumentó de peso, mientras él se preparaba para personificar a Maradona en la serie de Amazon.
La Lic. Mara Fernández (M.N. 36031), psicóloga especialista en trastornos de conductas alimentarias (@hablar_sana), explica: “Cuando hablamos de gordofobia nos referimos a la humillación, maltrato, ridiculización y acoso hacia las personas que tienen una característica física determinada: la gordura. Producto de una sociedad que tiene un concepto estereotipado de belleza, y en donde la delgadez es sinónimo de éxito y felicidad, el mensaje que se transmite es el de asco, repulsión y rechazo a la persona que tiene sobrepeso u obesidad”.
La especialista cuestiona la vara que se utiliza para medir qué cuerpos son lindos, sensuales, atractivos y cuáles no, porque “no nos deja comprender que existe una diversidad de figuras que lejos está de ser el del estereotipo”.
La Lic. Fernández resalta que esta fobia al aumento de peso y a las personas con curvas “se puso en evidencia durante el encierro de marzo 2020, donde se multiplicaron los chistes y memes gordofóbicos”.
Por su parte, Agustina Murcho (M.P.3196/M.N.7888), licenciada en nutrición (@nutricion.ag), señala: “La mirada propia, que a veces puede ser demoledora, más la opinión del mundo externo, puede dañar a un enfermo que sufre TCA. Las redes sociales, si bien repudian hechos de discriminación, también los promueven y son la base central de las burlas”.
La Lic. Murcho asegura que la gordofobia la sufren mayormente las mujeres, “víctimas de innumerables burlas”, al igual que la “flacofobia”, que aunque menos común, también existe.
“Ser gordo es tabú, es una burla constante. No se toma real conciencia del impacto que puede tener para la persona que lo sufre”, indica la nutricionista y agrega que para crear una una relación saludable con la comida, es clave hacerlo junto a un profesional de la nutrición que no dé dietas restrictivas, que tome al paciente como un humano, y que, a su vez, tome en cuenta la salud mental.