La adolescencia parece una etapa interminable donde los chicos-y también los padres - adolescen: o sea, sufren. Sin embargo, a veces con pequeños cambios es posible mejorar la convivencia, entenderse más y no solo estar mejor en familia a corto plazo. También, ayudarlos a transitar la adolescencia es muy beneficioso para el futuro de nuestros hijos, que están formando su personalidad.
Un gran primer consejo: Es importante destacar que padres y madres –aunque no convivan juntos- deben estar unidos en el proceso de desarrollo y educación de sus hijos. Todo resultará más sencillo para todos si los chicos perciben que hay acuerdo, unidad y respeto entre los padres.
Seis tips que –como regla mnemotécnica- constituyen el “ABC…DEF” de la relación padres/hijos.
Aceptar: Aceptar a nuestros hijos como son, incondicionalmente, diferenciando las acciones de las personas. Cuando corregimos, lo hacemos siempre al hacer, sin involucrar su identidad: “estás llegando tarde a tus compromisos” no es lo mismo que “sos un impuntual”. Aceptemos que lo que ellos dicen o sienten es para ellos su realidad. Aprendamos a escuchar al chico y no al adulto que mira al chico. No los comparemos con otros; que sean ellos su mejor versión y no lo que nosotros queremos que sean.
Buscar: actividades que podamos hacer juntos. Pensarlas y diseñarlas en familia, que sientan que ellos también aportan y están eligiendo. Planificar un día como mínimo donde cenemos todos juntos, sin celulares y sin televisión. Restablecer la comida como un tiempo de encuentro, de diálogo y no de pelea. Eso es tiempo de calidad: cuando estás con ellos, estate presente con ellos, física y emocionalmente.
Consecuencias: no hablar de castigos, sino enseñarles que todo lo que hacemos produce consecuencias. Lo que hacemos o no hacemos, lo que decimos o no decimos, genera un impacto el contexto, y esto incluye a las personas. Enseñarles que “si no estudias ahora, te vas a llevar la materia”; “si te acosás temprano, vas a estar con más energía mañana”. Así despertamos su propia reflexión por sus acciones y consecuencias.
Dialogar: Escuchar más que hablar, preguntar más que afirmar. Recordar que conversar no es interrogar. Aprendamos a preguntarles por las cosas que les interesan a ellos y no tanto a las que nos interesan a nosotros. Charlar con ellos de sus gustos, sus amigos, sus sueños, etc. Mantener conversaciones tanto sobre cuestiones “importantes” (su futuro, su sexualidad, su salud) como las aparentemente “intrascendentes”. Si algo es importante para nuestro hijo, que lo sea para nosotros también.
Elogiar: Celebremos sus logros por pequeños que parezcan. Cuando felicitamos, que sea por una acción precisa, no por generalidades: “qué bien que estuviste” “sos un fenómeno”; destacando la intención y los valores que pusieron en esas acciones: “te vi esforzándote”, “percibí tu dedicación en tal tarea”. No hagamos monumento de sus errores, sepamos encontrar el momento para conversarlos, buscando un aprendizaje en cada uno de ellos. No podemos evitar que tengan problemas, pero podemos enseñarles a confiar en ellos y en sus capacidades.
Fijar Límites: No tengamos miedo de establecer normas (incluso algunas podemos diseñarlas con ellos) y fijar límites. Recordemos por un lado que, los límites deben variar conforme a la edad de nuestros hijos, y, por otro lado, los límites no nos limitan, todo lo contrario, nos expanden. Son el marco dentro del cual nuestros hijos pueden desplegar todo su potencial. Seamos pacientes y tolerantes: los procesos son largos y fluctuantes. El vínculo que queremos tener con ellos no se adquiere bajo presión ni apurados.
Nuestros hijos salieron de nosotros, pero no vuelven a nosotros. Que se lleven alas –para volar alto- y raíces –para ser profundos. Cuando el sistema les genere dudas, temores, lo que los sostendrá serán las enseñanzas y los buenos recuerdos que supimos generar en casa.
Por Samuel Stamateas
Samuel Stamateas es Coach Ontológico Profesional (AACOP y FICOP). Es Coach Ejecutivo con reconocimiento de la Asociación Internacional de Programación Neurolingüística (IANLP) con Sede en Suiza. Co-Director de la Escuela de Líder Coach Profesional. Autor de los libros “Lidera Tu Vida”, “Tu Propósito es la Clave” y “Quiero, puedo y merezco prosperar”.