NEUROLOGÍA

Parkinson: nuevas opciones de tratamiento que mejoran la calidad de vida de los pacientes

En el Día Mundial del Parkinson, que se conmemora cada 11 de abril, se están probando nuevos fármacos y terapias coadyuvantes que ayudan a tratar las diferentes manifestaciones que acarrea esta enfermedad.

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Desde 1817, año en que el neurólogo británico James Parkinson descubrió lo que en aquel tiempo se conoció como parálisis agitante, la ciencia médica ha encontrado diversos tratamientos que permiten a los pacientes con Parkinson mejorar las manifestaciones que produce esta enfermedad neurodegenerativa y así mejorar su calidad de vida.

¿Qué es el Parkinson y qué produce?

Después del Alzheimer, el Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común del mundo: en Argentina se estima que afecta aproximadamente a 120 mil personas y la mayoría de los pacientes tienen más de 65 años. Sin embargo, cada vez son más los hombres y las mujeres menores de 50 años que la sufren.

Esta patología afecta a las estructuras del cerebro encargadas del control y la coordinación del movimiento y la postura. Las investigaciones sugieren que factores ambientales como toxinas, contaminantes, herbicidas, pesticidas podrían causar la enfermedad en personas susceptibles genéticamente, pero aún se desconoce su causa.

Debido a que en esta enfermedad algunas neuronas se descomponen o mueren gradualmente, la mayoría de sus síntomas tienen que ver con una pérdida de las células nerviosas que son las encargadas de producir dopamina (una especie de mensajero químico en el cerebro). Cuando los niveles de dopamina disminuyen, aparece una anomalía en la actividad cerebral.

Sus síntomas comienzan gradualmente y pueden ser diferentes para cada persona: temblores, que por lo general comienzan en una extremidad (mano o dedos); movimiento lento; rigidez muscular, que puede ser dolorosa y además limitar el movimiento; alteración de la postura y el equilibrio; capacidad reducida para realizar movimientos inconscientes (parpadear, sonreír); cambios en el habla y en la escritura.

Además de los trastornos motores, algunos pacientes pueden manifestar otros síntomas que impactan significativamente en su calidad de vida, como depresión, deterioro cognitivo o en el pensamiento, ansiedad, caída de la presión arterial, constipación, incontinencia, salivación, pesadillas, alucinaciones, somnolencia e insomnio.

¿Cómo se trata?

El Parkinson no tiene cura, pero existe una variedad de medicamentos que pueden ayudar a controlar los síntomas en forma notable. Además, “hay varias drogas ya conocidas que vuelven a posicionarse para el tratamiento de esta enfermedad. Se trata de drogas utilizadas para el tratamiento de otras enfermedades y que hoy podrían tener efectos beneficiosos en pacientes con Parkinson. Hablamos de los beta adrenérgicos, que son fármacos usados en pacientes asmáticos; o bien de drogas que se usan para tratar la diabetes, como el exenatide o el liraglutide. Estos últimos son fármacos que podrían modificar la evolución de la enfermedad y aparecen como bastante prometedores, aunque aún los estudios no se han concluido”, comenta la doctora Emilia Gatto, médica neuróloga especializada en Parkinson de INEBA. 

Por otro lado, se están realizando ensayos clínicos para estabilizar y mejorar los cambios de presión arterial que pudieran tener los pacientes, los cuales muchas veces hacen que tengan más riesgos de caídas al incorporarse o al estar de pie durante un largo período de tiempo.

También se está estudiando el uso de cannabinoides de síntesis, que ha demostrado cierto efecto beneficioso en el manejo de algunas manifestaciones no motoras de la enfermedad, como trastornos de ansiedad o del sueño. Sin embargo, su consumo puede generar algunos efectos adversos como cuadros de confusión, desorientación, intolerancia digestiva y en algunos casos, episodios de depresión.

Otros fármacos en estudio son aquellos que actúan sobre la psicosis, sin agravar los síntomas motores. Estos son cuadros que en general aparecen en estadios más avanzados o tardíos de la enfermedad y que van acompañados de alucinaciones o ideas delirantes. Su administración mejoraría esta condición que muchas veces no solo impacta en la calidad de vida del paciente, sino que afecta la carga emocional y el esfuerzo de los cuidadores y familiares.

“El panorama terapéutico es alentador”, asegura la neuróloga. “Si bien se continúa avanzando con ciertas terapias de tipo génico para tratar de apuntar a una medicina de precisión, lo que estamos aprendiendo estos años es que posiblemente no haya un solo fármaco para tratar la enfermedad, sino que, como en muchos otros casos, se requiera de una combinación de varios para lograr un beneficio”, concluye la Dra. Gatto.

El ejercicio como aliado

Más allá de las terapias farmacológicas, el médico también puede sugerir a los pacientes algunos cambios de estilo de vida, como realizar actividad física en forma regular. El ejercicio mejora el equilibrio, la flexibilidad y la marcha, y es fundamental realizarlo aún en el contexto actual de pandemia. Gimnasia acuática, natación, pilates, bicicleta, tai chi y caminatas son algunas de las actividades más recomendadas.