SU DIAGNÓSTICO SUELE SER COMPLEJO

La fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica pueden tener síntomas similares al COVID prolongado

Hoy, 12 de mayo, se conmemora el día mundial de estas dos enfermedades que pueden generar dolor generalizado, fatiga, hipersensibilidad, trastorno del sueño, confusión, pérdida de memoria, alteraciones gastrointestinales, dolor de cabeza y hormigueos.

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Si bien no generan síntomas visibles, la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica son dos enfermedades que pueden ser muy limitantes para quienes las padecen. Las personas con estas condiciones suelen sentir dolor generalizado, fatiga, hipersensibilidad, trastorno del sueño, confusión, pérdida de memoria, alteraciones gastrointestinales, dolor de cabeza y hormigueos. Debido a esta variedad de manifestaciones, en muchas ocasiones los pacientes se enfrentan a desconfianza por parte de sus seres queridos, su entorno social y laboral e incluso de los especialistas a los que consultan.

“Algunos de los síntomas del COVID prolongado pueden ser similares a la fibromialgia y síndrome de fatiga crónica, como el dolor generalizado, el cansancio, cefalea, diarrea. Es importante destacar que el paciente con fibromialgia conoce su vulnerabilidad y dolores. Si comienza a percibir una sintomatología diferente, es fundamental que consulte con un especialista, y aún más si aparece tos, fiebre, dificultades respiratoria o escalofríos”, describe la doctora Evangelina Melgar (MN 133.847), médica psiquiatra del Sanatorio Adventista del Plata y Coordinadora de la Clínica de Fibromialgia en INECO.

Ellas, las más afectadas

La fibromialgia conforma una condición mucho más frecuente en el sexo femenino: afecta a 20 mujeres por cada varón. Con el correcto diagnóstico y tratamiento –que puede demorar varios años y la visita a múltiples especialistas-, muchas personas logran disminuir las manifestaciones e incluso llegar a ser asintomáticas y llevar una vida normal.

En muchas ocasiones, los primeros síntomas de la fibromialgia se dan ante un disparador ligado al estrés: un accidente, un trauma, una situación angustiante, entre otras. Por otra parte, cuando ya está presente la enfermedad, algunos de estos factores, sumados a los cambios climáticos, nutrición inadecuada o esfuerzos grandes pueden exacerbarla. Por este motivo, el abordaje de la enfermedad no implica únicamente un medicamento, sino que suele constar de psicoterapia, un cambio en la nutrición, actividad física, entre otros.

El síndrome de fatiga crónica, por otra parte, conforma una patología multisistémica relacionada a un trastorno en la regulación de los sistemas inmunológico, neurológico y endócrino. Se caracteriza por la dificultad de recuperar energía luego de un esfuerzo, que puede ser tan pequeño como caminar, hablar o ponerse de pie. Puede además generar trastornos cognitivos, hipersensibilidad, febrículas y confusiones.

Desconocimiento en el entorno familiar y laboral

Si bien la fibromialgia afecta de manera distinta a cada persona, debido a que sus manifestaciones son poco visibles, es habitual que el círculo íntimo de los pacientes no le crean o le resten importancia, lo que añade más carga a la enfermedad.

Otro problema muy frecuente al que se enfrentan los pacientes ocurre en el ámbito laboral: en muchas ocasiones, debido a sus síntomas, no pueden concentrarse en el trabajo o deben ausentarse, lo que suele generarles problemas e incluso despidos.

Tratamientos y pronóstico

El pronóstico de estas enfermedades depende mucho de las terapias. “Si bien se trata de enfermedades crónicas, eso no implica que tengan que ser discapacitantes. Con un abordaje correcto, que incluye un tratamiento farmacológico y no farmacológico, la persona podría tener una muy buena calidad de vida”, explica la doctora Melgar, quien además es Docente de la Universidad Adventista del Plata y Coordinadora de la residencia en Psiquiatría en el Sanatorio Adventista del Plata.

Asimismo, destaca que la relación médico-paciente es central, ya que la confianza de quienes padecen la enfermedad en el especialista contribuye a que sigan sus indicaciones y se sientan seguros frente a la terapia que están siguiendo, fomentando así la adherencia al tratamiento. Por otra parte, es importante que se genere un vínculo empático para que el profesional, en primer lugar, le crea al paciente, y luego lo mantenga informado y lo empodere para transitar de la mejor manera esta condición.

“A pesar de las limitaciones con respecto a la pandemia, el paciente no debería dejar su tratamiento, tanto farmacológico como los controles facilitados por la telemedicina. Además, es importante que puedan continuar con la actividad física, aunque no puedan asistir a los lugares a los que iban antes. Continuar movilizándose, realizando técnicas de respiración, técnicas de estiramiento, que tranquilamente se puede hacer desde la casa, actividades recreativas, cómo también meditación, mindfulness, puede ayudar a controlar las situaciones de estrés, regular y controlar la sintomatología propia de la fatiga crónica y el dolor, que pueden disminuir con estos tratamientos no farmacológicos, siempre de la mano del seguimiento con el especialista”, concluye la doctora Melgar.

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