En el ámbito de la medicina alternativa, una de las terapias que más ha crecido en los últimos años es la zooterapia, una actividad que entrena a los animales para que resulten de apoyo en los tratamientos de personas con diferentes tipos de discapacidad. Las más comunes y difundidas son la equinoterapia -realizada con caballos- y la caninoterapia -con perros-.
Liliana Aguirre, experta y organizadora de la Jornada Internacional de Equinoterapia en Nuestros caballos y Nuestros Perros explica de qué se trata cada una de ellas.
Equinoterapia
La terapia con caballos es un método terapéutico y educacional que integra al animal en el abordaje interdisciplinario de profesionales de diversas áreas y busca la mejora física y psicológica de las personas con discapacidad, sean estas temporales o permanentes.
Algunas de las patologías que se pueden tratar con la equinoterapia son el autismo, asma, parálisis cerebral, esclerosis múltiple y los accidentes cardiovasculares. En el plano de la salud mental y de desarrollo humano, se incluyen problemas de conducta, déficit de atención, abuso de sustancias, problemas alimenticios, necesidades de comunicación, problemas de relaciones humanas, ansiedad y depresión, entre otras.
Caninoterapia
La terapia con perros es recomendada para la rehabilitación de personas con discapacidad física, mental y en aquellas con problemas emocionales. A través de ella se perciben diferentes estímulos al tener contacto directo con los perros, entre ellos el ejercicio, los movimientos, la postura y el desarrollo muscular. Además, permite la creación de vínculos afectivos con las demás personas, por ello es muy efectiva en niños con problemas de timidez y baja autoestima. Es una terapia muy útil también en menores con síndrome de Down, autismo, problemas de lenguaje y conducta.
El trato con animales relaja a las personas, disminuye la ansiedad y fomenta la manipulación y la estimulación motora. Los perros de intervenciones asistidas en terapia o educación, junto a sus guías –que por lo general son sus dueños-, forman un equipo que se convierte en una herramienta novedosa y motivadora.
Estos perros, especialmente adiestrados para una tarea específica, pueden ser los ojos del ciego, como el perro guía; alcanzar objetos, abrir puertas o cajones para una persona con discapacidad motriz como el perro de servicio; avisar que suena el timbre o el teléfono o una alarma, como el perro señal para personas con discapacidad auditiva; o acompañar a personas con trastornos del espectro autista.
El rol que tienen los animales en aceptar a las personas sin calificarlas, es un punto a destacar. Ellos no se detienen a mirar cómo luce una persona. No discriminan y no tienen preconceptos, ellos sólo se preocupan por dar cariño y eso es algo invaluable para la mejoría de un paciente, más allá de los motivos particulares por los cuales llegó a las zooterapias.