Cuando comenzaron las restricciones en Argentina por la pandemia de Covid-19 en marzo del 2019, se suspendieron las cirugías programadas, estudios de diagnósticos y consultas médicas que no sean de urgencia. Con el transcurso de los meses volvieron a habilitarse de acuerdo a la situación epidemiológica en las diferentes ciudades del país.
Esto produjo un desequilibrio en el sistema de salud e hizo que muchos pacientes retrasen su atención. En muchos casos, inclusive, fue contraproducente porque llegaron a las consultas con enfermedades avanzadas. Adicionalmente, existe el miedo al contagio de coronavirus al asistir a los sanatorios, hospitales, guardias y consultorios médicos.
En los últimos meses, ante la alta ocupación de las camas de terapia intensiva (UTI) se volvieron a suspender las intervenciones quirúrgicas programadas en muchas provincias.
“La pandemia provocó un desbalance en todos los sistemas, que están diseñados para asistir patologías en proporciones relativamente estables y con la infraestructura suficiente acorde con estos parámetros, afectando gravemente los recursos físicos y humanos. Esta situación requiere del replanteo de la actividad médica y la utilización de materiales que resultan vitales para la atención de pacientes”, señalan desde la Asociación Argentina de Cirugía (AAC).
Esto se hizo evidente en el caso de la escasez del oxígeno, un elemento imprescindible para el uso de los respiradores y también para cuando se aplica anestesia general en una cirugía. “Es uno de los puntos por el que la realización de operaciones se vio afectada, sumado a que se debieron restringir aquellas que requirieran el uso de UTI, para mantener las plazas disponibles para pacientes graves de Covid”, indican desde organización médica. Agregan que, como los pacientes postquirúrgicos que necesiten estar en terapia intensiva también son graves, “ante la eventual necesidad de tener que optar, la decisión se basará en que la postergación de la atención al paciente altere o comprometa lo menos posible su pronóstico”.
En el caso de las urgencias, es decir que “la cirugía se impone en forma decisiva no habiendo otra posibilidad terapéutica, caso contrario, las complicaciones podrían ser fatales”, los médicos deberán determinar qué hacer.
“Estos cuadros ponen al personal de salud en la necesidad de tomar decisiones, de las cuales dependerá la postergación de una operación, y conversar con el paciente de que la demora o el diferimiento de la cirugía, no va a empeorarlo, sino que solo retrasará el tratamiento por un tiempo sin alterar el pronóstico”, explican desde la institución que nuclea a los cirujanos.
Los médicos resaltan la importancia del diagnóstico precoz, ya que en muchos casos no tenerlo es “más perjudicial que el riesgo de contagio de Covid-19”. “La recomendación profesional es realizar consultas médicas apenas se identifiquen cambios en la salud y no abandonar los tratamientos vigentes”, sostienen desde AAC.