LA SALUD DE LOS HUESOS

Hábitos simples que ayudan a prevenir la osteoporosis

Es una enfermedad que se caracteriza por la disminución de la masa ósea y afecta mayormente a las mujeres después de la menopausia. Alimentación adecuada, ejercicio físico y la realización de estudios de rutina ayudan retrasar su aparición.

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La osteoporosis se caracteriza por una alteración en la cantidad de calcio del hueso (baja masa ósea) y por una alteración en la distribución del mismo (deterioro de la microarquitectura), cuya consecuencia es un aumento de la fragilidad ósea.

La principal complicación en los pacientes con esta patología es la fractura de los huesos –principalmente, la cadera y las muñecas- que ocurre espontáneamente o ante un trauma mínimo. Esto puede acarrear complicaciones importantes desde internación, inmovilidad, falta de recuperación de la vida habitual previa a la fractura hasta incluso, la muerte.

En su etapa inicial, esta patología no suele presentar síntomas, por lo que casi siempre se descubre cuando se produce una fractura. Sin embargo, algunas señales de alerta son el dolor de espalda, la pérdida de estatura con el transcurso del tiempo, y la postura encorvada.

Las principales causas de esta patología son:

* Menopausia: En la mujer, el descenso de los estrógenos que ocurre durante esta etapa es el principal factor que determina una menor masa ósea.

* Envejecimiento: la edad avanzada produce una disminución en la cantidad del hueso, por lo que cualquier persona puede padecerla.

* Dieta pobre en calcio: este mineral es fundamental en la formación del hueso. 

* Inmovilización prolongada, ya sea por enfermedad o por sedentarismo.

* Algunos medicamentos: por ejemplo, el uso prolongado de esteroides, antiepilépticos o fármacos para la tiroides.

Otros factores predisponentes son los síndromes de mala absorción intestinal, los bajos niveles de vitamina D, la pérdida excesiva de calcio por orina, el consumo excesivo de café, el tabaquismo y el alcoholismo.

La importancia del calcio

El calcio -presente fundamentalmente en la leche y en los derivados lácteos- es un mineral aliado de la constitución de los huesos. Sus requerimientos dependen de la edad de la persona. En términos generales, una persona adulta debería consumir al menos tres porciones diarias de este mineral (por ejemplo, una taza de leche, un yogur y 30 gramos de queso semiduro). En los mayores de 50 años, así como durante el embarazo y la lactancia, se debe incrementar el consumo a cuatro porciones. Sin embargo, hay que evitar los “atracones” de calcio, ya que el organismo lo asimila mejor cuando se incorpora en pequeñas dosis durante el día.

Por otro lado, la ingesta de este mineral puede reforzarse con el consumo de verduras (especialmente las de hoja verde), cereales integrales (avena, arroz, cebada, trigo, etc.), frutos secos (almendras, avellanas, castañas, higos y pasas de uva), legumbres cocidas, pescados azules (bacalao, caballa, salmón, sardinas, anchoas, langostinos y arenques frescos), semillas de sésamo, girasol y calabaza. Conviene también evitar el consumo excesivo de tabaco, alcohol, café, té y gaseosas debido a que su contenido de cafeína afecta la asimilación de calcio.

Otros hábitos que ayudan a prevenirla

* Ejercicio físico: mantener una vida activa y hacer alguna actividad deportiva razonable, adaptada a la edad y características de la persona.

* Densitometría: las normas internacionales indican realizar este estudio a partir de los 64 años, salvo en pacientes con alto riesgo.

* Tomar sol en horas en que no haya riesgo de exposición a rayos ultravioletas ayuda también a mejorar los niveles de vitamina D.