A pesar de que cada vez existe mayor consciencia sobre las consecuencias letales que tiene el tabaco en la salud, eliminar este hábito resulta un desafío casi imposible para muchos fumadores. De hecho, la mayoría de las personas no logra hacerlo sin ayuda profesional.
Sin embargo, una vez que se alcanza la meta, los resultados son rápidamente visibles. Desde que se deja de fumar, cada día hay una mejora en el estado de salud de la persona, y diez años después la posibilidad de desarrollar cáncer de pulmón se reduce a la mitad”, explicó la doctora Cristina Gaitán, especialista en neumonología y presidente de la Unión Antitabáquica Argentina “UATA”, y aclaró que “fumar poco no reduce el alto riesgo que provoca la duración del estímulo tóxico”.
El riesgo de cáncer de pulmón
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en todo el mundo el consumo de tabaco causa 8 millones de muertes por año; en Argentina, el 84% de las muertes por cáncer de pulmón se deben al consumo de tabaco.
El cáncer de pulmón causa más muertes que cualquier otro tumor. “El riesgo de desarrollarlo no sólo está relacionado con la cantidad de cigarrillos diarios. El llamado ‘fumador social’, o sea quien fuma pocos cigarrillos por día, es también un sujeto de alto riesgo para el desarrollo de este tipo de tumores, así como de otros tipos de cáncer, como el de laringe o vías respiratorias altas, de vejiga, páncreas y mama, entre otros”, detalló el doctor Carlos Silva, jefe del servicio de oncología del Hospital Británico de Buenos Aires y del Hospital Universitario Austral. El especialista agregó, además, que la exposición al humo de tabaco ajeno en espacios cerrados -como la vivienda o un espacio de trabajo- también aumenta el riesgo de desarrollar este tipo de tumores.
Síntomas para estar alerta
- Tos persistente
- Dolor constante en el pecho, al respirar o toser
- Secreción con sangre o de color oscuro
- Ronquera o cambios en la voz
- Bultos en las cercanías de la clavícula
- Fatiga, pérdida de apetito
- Ruidos al respirar o sensación de falta de aire
- Dolores en los huesos
- Infecciones pulmonares frecuentes
La detección de un cáncer puede surgir cuando un paciente se realiza por control una radiografía o tomografía computada de tórax y se encuentra una imagen anormal, o bien mediante estudios puntuales ante la aparición de alguno de estos síntomas. La detección precoz -screening- puede ayudar a encontrarlo en un estadio temprano, cuando aún puede ser curado.
Sin embargo, con el inicio del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), en 2020, LALCEC ha registrado una caída del 80% en la cantidad de estudios realizados para el diagnóstico temprano de cáncer y hubo un marcado descenso en el número de sesiones de quimioterapia y terapia radiante. En este sentido, desde la Institución remarcan la importancia de continuar con los controles, ya que la enfermedad avanza más allá del contexto sanitario. Cuando se detecta en estadios tempranos, el cáncer de pulmón puede ser tratado quirúrgicamente con éxito de curación en cerca del 20% de los casos.
3 etapas para dejar de fumar
Cuando el consumo de tabaco cesa, el cuerpo comienza un proceso de asimilación y expulsión de las sustancias ingeridas. Si bien la nicotina en sangre tarda 12 horas en desaparecer, la dependencia tanto física como psicológica, tiene un proceso más largo y en ocasiones extenuante para la persona que decide intentar cambiar sus hábitos.
De acuerdo con la doctora en Psicología Mariana Czapski, Coordinadora del Departamento de Alumnos y docente en la Carrera de Psicología en Fundación Barceló, existen diversas asociaciones que pueden hacer que dejar de fumar parezca imposible. Entre ellos, unir el tabaco a situaciones de ocio como las reuniones sociales, “breaks” de actividades estresantes, e incluso momentos de relajación y estimulación. Por ende, al intentar suprimir dichas acciones, se suplantan por sentimientos de tristeza, pérdida, frustración, ansiedad e intranquilidad.
El proceso para lograr eliminar el hábito de fumar, está compuesto por 3 etapas que desafían la fuerza psicológica. Para comprenderlas, la doctora Czapski profundiza lo que sucede en cada una:
1. Iniciar el cambio: Todo cambio inicia con la toma de decisión. No alcanza con saber que fumar es perjudicial para la salud. De hecho, los paquetes de cigarrillos, llevan impresas frases alusivas y fotos que buscan explicitar ese daño. Aunque tomar conciencia de cómo afecta a la salud es el primer paso, el fumador debe realmente elegir. Tiene que ser él quien quiera dejar de fumar. El éxito o fracaso en este intento, va a depender en gran medida de lo fuerte que sea su determinación. El cigarrillo forma parte de los hábitos de la vida diaria del consumidor; está adherido a sus gestos, a su autoimagen, a su rutina. Para muchas personas es “una compañía” con la cual se relajan en momentos de tensión, seducen, disfrutan, se sienten más seguros, calman ansiedades. Es por eso que la mayor dificultad de esta etapa es la sensación de vacío que se experimenta cuando “no se tiene ese cigarrillo entre manos”. La mejor forma de preparación para el cambio es contar con un apoyo terapéutico que acompañe y genere las condiciones para que dicho cambio de hábito sea posible.
2. Eliminar el tabaco: Las personas tienen dificultad para eliminar el tabaco por temor a los efectos que produce la falta de nicotina, que genera angustia y temor a perder todo lo que se asocia al cigarrillo. El obstáculo mayor en esta etapa es la presencia del síndrome de abstinencia que incluye irritabilidad, somnolencia, ansiedad, cansancio, dificultad para concentrarse, entre otros. Algunos tratamientos farmacológicos duplican las chances de eliminar el consumo. La sugerencia para aliviar los síntomas de abstinencia es dejar de fumar de golpe como forma de vencer el consumo. En esta etapa es fundamental profundizar en el conocimiento de lo que para cada fumador representa el cigarrillo, qué resuelve, qué afronta, qué se alivia con él. A partir de ese saber, se podrán desarrollar estrategias, consolidar nuevos recursos, descubrir otros modos posibles de disfrute, aprender técnicas de relajación, entre otras formas de facilitar el cese tabaquístico.
3. Continuar sin la adicción: Para lograr sostener el cambio es necesario consolidar el nuevo estilo de vida. Es recomendable realizar actividad física ya que el deporte alivia las ganas de fumar. Y si sucede que en algún momento se “sucumbe a la tentación”, lo mejor es no perder tiempo en el autorreproche, sino recuperar lo más rápido posible una vida libre de humo.