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Niños que no hablan: ¿Hubo un retroceso durante la pandemia?

Para muchos pequeños, el desarrollo del lenguaje se vio afectado por el aislamiento y las restricciones. Enterate cuáles son las situaciones a las que hay que prestar atención y en qué casos consultar.

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Escrito en SALUD el

De un momento al otro, la vida a la que estábamos acostumbrados cambió rotundamente. El COVID-19 provocó un confinamiento a nivel mundial y las actividades cotidianas comenzaron a desarrollarse desde casa. Con el paso del tiempo ese panorama afectó al desarrollo del lenguaje de los niños.

“Cuando pudimos retomar un poco el trabajo presencial, observamos que los chicos estaban con un retraso bastante notorio, veíamos cosas que antes no estaban”, comenta la licenciada Julia Tagliabué, fonoaudióloga.

Durante todo ese tiempo, y al estar encerrados con sus familiares más directos, los niños no tuvieron la necesidad de hacerse entender porque sus padres y convivientes los comprendían sin problemas.

Sin embargo, la diferencia se hubiese notado en otras experiencias en las que los niños van adquiriendo nuevas palabras. La fonoaudióloga explica que, “con la interrupción de actividades cotidianas, tales como salir a comprar, compartir con pares en la plaza, ir a visitar a familiares y, principalmente, ir al colegio, se provocó una privación del lenguaje y no se generaron situaciones que resultaran ricas para el crecimiento del vocabulario de los niños, sobre todo para aquellos en que por su edad se encontraban en una instancia clave de aprendizaje y desarrollo”.

A ello se le suma el uso del barbijo, la máscara y la distancia. Anteriormente, los niños con dificultades auditivas podían sacar alguna pista de lo que sucedía mediante la lectura de labios o mirando las expresiones de la cara, pero ahora con todos los cuidados que se deben implementar, estamos cubiertos hasta los ojos y eso también les afecta.

“Son muchas cosas que no pasaron o dejaron de pasar durante un año y esa cantidad de tiempo para un niño es muchísimo en cuanto a estimulación del lenguaje. Si los padres perciben algo, es porque algo está pasando, ya sea porque el niño no está percibiendo de la manera correspondiente o porque el lenguaje se dejó de desarrollar”, advierte la licenciada Tagliabué, que también es profesora en educación especial con orientación en hipoacusia y sordera, y asesora de la empresa MED-EL.

Signos de alarma

Entre las señales de alerta a las que se les debe prestar atención se encuentran:

  • La forma en la que expresan sus emociones: si solo gritan o lloran y no comunican lo que les pasa.
  • Si señalan o dicen una sola palabra para mostrar o pedir algo.
  • Si no hay coherencia en lo que están expresando.
  • Las reacciones ante los ruidos fuertes: si realizan el acto reflejo de cerrar los ojos o continúan su actividad sin perturbarse.
  • El silencio o la no respuesta: puede que el niño no haya escuchado entonces no levanta la mano o no pregunta y no sabe qué hacer porque se pierde.
  • El armado y producción de oraciones: pasan de decir oraciones complejas a hacerlo de manera más simple al perder los artículos y adjetivos. Ej.: El auto está roto – auto roto.

En cualquiera de esas situaciones, Tagliabué sugiere acudir a una consulta con un especialista para poder descartar cualquier patología a tiempo. El otorrinolaringólogo o el pediatra deberán solicitar los estudios correspondientes y, en el caso de que fuese necesario, derivar al niño para que lleve a cabo un tratamiento fonoaudiológico.

Para fomentar el lenguaje

Debido a que la situación pandémica por el momento continúa, la especialista recomienda mantener y fomentar situaciones y experiencias lingüísticas con los niños. Por ejemplo, conversar mientras se lleva a cabo una actividad en conjunto como ordenar los juguetes o lavar los platos. Asimismo, es fundamental mantener rutinas que permitan a los niños ordenarse en cuanto al lenguaje al estar viviendo una situación de ansiedad e incertidumbre como la que estamos pasando.