VIDA SANA

En el embarazo, ¿hay que comer por dos?

Una alimentación saludable en esta etapa contribuye con el desarrollo fetal y una adecuada ganancia de peso en la embarazada, evitando complicaciones materno-fetales a corto y largo plazo.

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Durante la gestación, la alimentación juega un rol fundamental: no solo es una herramienta preventiva de determinadas enfermedades en el bebé y en la madre, sino que también es la responsable de poner al organismo materno en condiciones óptimas para afrontar el momento del parto, la lactancia y el puerperio.

En este sentido, en la alimentación de las futuras mamás deben estar presentes los distintos grupos de alimentos, ya que, durante el embarazo, aumentan las necesidades de energía (kilocalorías), hidratos de carbono, proteínas, vitaminas y minerales. También es importante incrementar el consumo de ácidos grasos omega 3 y de líquidos (preferentemente agua).

Al margen del tema estético, también es crucial el control del peso en la mujer embarazada, debido a que una insuficiente ganancia de peso predispone a nacimientos prematuros y riesgo de bajo peso al nacer. En contraposición, un excesivo aumento de kilos –muchas veces generado en el mito de que “la embarazada debe comer por dos”- puede generar mayor riesgo de diabetes gestacional, pre eclampsia (presión alta) y nacimientos por cesárea y de alto peso al nacer.

Necesidades energéticas

Si bien es cierto que, según el trimestre de embarazo, las necesidades de energía aumentan, no necesariamente deben duplicarse. Por lo cual, es una falsa creencia que “las embarazadas necesitan comer por dos”. De hecho, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) se estima que se necesitan 85 Kcal/día adicionales durante el primer trimestre, 285 en el segundo y 475 en el tercero.

Recomendaciones nutricionales

  • Cubrir las necesidades nutritivas propias de la mujer y las producidas por el crecimiento del bebé.
  • Realizar cuatro comidas al día (desayuno, almuerzo, merienda y cena).
  • Consumir a diario 5 porciones de frutas y verduras en variedad de tipos y colores.
  • Incluir también legumbres, cereales integrales, lácteos (leche, yogur o queso, preferentemente descremados), huevos, carnes magras, aceite crudo como condimento, frutos secos y/o semillas.
  • Aumentar el consumo de pescados (siempre cocidos).
  • Optar por alimentos ricos en ácido fólico como hortalizas verdes (espinacas, lechuga, coles), remolacha, zanahoria, pollo, hígado, yema de huevo, pescado, lentejas, garbanzos, maíz, naranja y frutos rojos.
  • Cocinar los alimentos al vapor, a la cacerola, al horno para evitar pérdidas de nutrientes. Evitar las frituras.
  • Utilizar condimentos suaves.
  • Beber entre 2 y 3 litros de agua al día.
  • Limitar el consumo sal y de productos con alto contenido de sodio.
  • Evitar las bebidas azucaradas, así como los alimentos con elevado contenido de grasas y azúcar.
  • No consumir bebidas alcohólicas.