Cuando un bebé necesita comunicar si está molesto o precisa algo es muy poco lo que puede hacer. Todavía no sabe hablar ni puede indicar lo que le sucede con gestos. La única forma para lograr que el adulto sepa que se siente incómodo, tiene hambre o necesita un abrazo es mediante el llanto ¡y sí que lo hace! Durante los primeros tres meses de vida, está comprobado que llora una media de dos horas diarias lo que puede suponer una situación estresante y generar preocupación en algunas familias, especialmente cuando ese llanto es inconsolable o excesivo. La buena noticia es que irá en descenso hasta llegar a la hora diaria a las doce semanas.
Aunque escucharlo llorar puede resultar desesperante es su único modo de expresar qué le pasa y por eso es necesaria e imprescindible la presencia de un adulto que establezca un vínculo de afecto con él, comprenda qué le pasa y responda adecuadamente a esa demanda. De esa manera, el bebé aprende que para cada sensación incómoda hay una respuesta que lo hace sentir mejor. Por ejemplo, cuando la mamá le ofrece el pecho si lo que siente es hambre, el pequeño se satisface y aprende que ese malestar desaparece cuando recibe alimento. Cuando crezca y sea más independiente, podrá pedir comida cuando tenga hambre, o agua cuando sienta sed.
Los tiempos
Desde el portal de la Sociedad Argentina de Pediatría explican que durante el primer mes de vida los recién nacidos suelen llorar mucho, pero hacia los tres meses, se espera que la frecuencia dsiminuya y empiecen a aprender a calmarse solos, o progresivamente con menos ayuda. Hay bebés que son muy predecibles y la mamá o la persona que lo cuida rápidamente se da cuenta de qué es lo que le pasa. Entonces, necesita llorar cada vez menos: con una pequeña queja, rápidamente obtiene la respuesta a sus necesidades. Esos bebés suelen estar relajados, felices, riendo a carcajadas a partir de los 4 meses aproximadamente. Es muy importante que entre los 4 y los 7 meses estén gran parte del día felices y sonrientes, buscando contacto social.
¿Y si llora mucho?
Ningún bebé es igual a otro ni aunque sean hermanos o mellizos. Algunos no son fáciles de calmar. En esos casos puede ser porque sienta alguna molestia que cuesta descifrar: un dolor, mucha sensibilidad al ruido, a la luz, o al tacto. También puede pasar que la mamá esté pasando un mal momento personal, o atravesando una gran tristeza provocada por las hormonas del embarazo. Incluso hay mujeres que pueden sufrir depresión o cuadros psicológicos más severos. El bebé percibe no solo la angustia de la mamá, también si el papá o la persona encargada de su cuidado atraviesa una situación que le impide prestarle atención o darle el afecto necesario. Por eso, es muy importante consultar con el pediatra cuando es difícil de calmar a un bebé.
La gran duda ¿Tendrá hambre?
Los recién nacidos necesitan alimentarse frecuentemente porque su estómago es muy pequeño y con poca capacidad. A medida que crece, su estómago también lo hace, por lo que podrá permanecer durante más horas sin recibir alimento. Durante el primer mes se recomienda alimentarlo “a libre demanda”: es decir, estar atentos a sus manifestaciones y ofrecerle el pecho cuando llora. A partir de los 2 o 3 meses ya adquirirá un ritmo de alimentación cada 3 o 4 horas y se espera que comience a dormir más horas de corrido.
¿No lo malcriaré?
Hasta hace algunos años existía la creencia de que si el bebé lloraba había que dejarlo en el cochecito o la cuna porque "si está en brazos se malcria". Hoy se sabe que era un concepto errado. Los bebés necesitan el contacto físico para calmarse así como los adultos necesitamos un abrazo cuando estamos angustiados. Los brazos del adulto funcionan como un límite y una contención que le permite reconocer su propio cuerpo y sentirse protegido. Las caricias transmiten seguridad y afecto. Los masajes o caricias antes o después del baño diario funcionan como un relajante. También es muy tranquilizador para ellos escuchar la voz de sus seres queridos. A veces, con solo ponerse cerquita suyo y hablarle con tono paciente y tranquilo, se calma.
¿Tendrá calor, o frío, o le molestará la ropa?
Un error frecuente es abrigarlo demasiado porque se cree que puede tener frío. Lo más práctico es vestirlo como lo haríamos nosotros: en invierno, abrigarlo sólo un poquito más y en verano, mantenerlos frescos. Es importante que se sienta cómodo con la ropa. Puede ocurrir que algunas prendas o telas se vean muy lindas, pero dificulten sus movimientos. Los bebés necesitan sentirse libres y la ropa de textura suave suele acompañar mejor y no otra que, por ejemplo, le apriete el abdomen o los pies.
¿Lo inquieta la luz, el ruido, el movimiento?
Si uno mira atentamente sus reacciones puede reconocer si está inquieto o si pone cara de desagrado. A partir del nacimiento y a través del contacto permanente con su bebé, la mamá y los familiares más cercanos van descubriendo sus características particulares y van aprendiendo a conocer sus necesidades y las cosas que hace para comunicar lo que le pasa. Hay que ofrecerle consuelo siempre. El bebé llora como una forma de comunicarnos que algo le sucede y que tiene una incomodidad. Dejarlo llorar sin calmarlo le crea sensación de desesperanza. El bebé no tiene manera de calmarse solo. Puede hacerlo por agotamiento, pero no le estamos enseñando a conocerse y calmarse.
Algunos tips para consolarlo
- Ponerle el chupete
- Tomarlo en brazos para que sienta el contacto piel con piel
- Mecerlo, acunarlo mientras se le canta una canción o se le susurran palabras de consuelo
- Darle un masaje abdominal suave, flexionando sus piernas sobre su abdomen
- Minimizar los estímulos: habitación tranquila, luz tenue
- Dar un paseo en el cochecito, en el auto o en una mochila de porteo
Un último consejo: Paciencia que no se acaba el mundo
A veces pasa que estamos muy cansados y desbordados. Cuando sentimos que no podemos calmar al bebé, lo mejor es respirar hondo y pedir ayuda. Tal vez alguien con más paciencia en ese momento logre resolver su necesidad. Si estamos solos y sentimos que "ya no damos más", lo mejor será dejar al bebé unos minutos en la cuna; pero nunca nunca se lo debe agitar o zarandear porque es muy peligroso. El llanto del bebé puede ser muy molesto, pero es algo necesario y normal y no implica que no se lo esté cuidando bien sino que es su única forma de expresar sus necesidades.