El brócoli es una hortaliza de la familia de las crucíferas que se considera un super alimento, debido a la gran cantidad de beneficios que tiene su consumo regular.
Por ejemplo:
El brócoli es generoso en vitaminas y minerales. Una porción de 200 g de brócoli cubre con creces las necesidades diarias de vitamina C de un adulto, aportando casi el cuádruple de la cantidad necesaria. También satisface enteramente los requerimientos diarios de ácido fólico y dos terceras partes de los de vitamina A. Además, es una fuente notable de calcio, potasio, fósforo, hierro, vitaminas B1, B2 y B6, y también aporta dosis sustanciosas de yodo, cinc, cobre y manganeso.
El brócoli contiene además compuestos azufrados como el sulforafano, que evita que las células precancerosas se malignicen, induce la muerte de células enfermas e impide la aparición de vasos por los que se alimenta y se desarrolla el tumor.
Además, posee glucosinolatos e indol-3-carbinol, que aportan propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, inmunológicas, cardioprotectoras, hipocolesterolemiantes, hipotensoras, digestivas y anticancerígenas. Ayuda a disminuir los niveles de colesterol LDL en sangre y evita la formación de homocisteína, un factor de riesgo cardiovascular.
Prevenir dos grandes males como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares lo hace calificar entre los mejores alimentos de origen vegetal. Y aún hay más:
Se sabe que el brócoli contiene carotenoides que protegen la salud ocular y beneficia a quienes conviven con diabetes por la acción de los glucosinolatos y otros compuestos que reducen la inflamación crónica.
Por otra parte, su contenido en fibras puede mejorar la salud intestinal. Y además, permite un mejor aprovechamiento de vitaminas como la K o la A.
Una de las pocas precauciones que debemos tener en el consumo de brócoli es consumirlo cocido y con moderación en caso de que tengamos hipotiroidismo, aunque no está comprobado fehacientemente que interfiera en la absorción de yodo del organismo.