Para la mayoría de la gente, hacer la cama por la mañana forma parte de la rutina para mantenerla limpia y ordenada, pero, al parecer, no deberíamos hacerlo, por lo menos hasta pasado un buen rato.
En las sábanas donde dormimos quedan células muertas de nuestra piel, que son el alimento de los llamados ácaros del polvo. Si apenas nos levantamos hacemos la cama, les damos a estos animalitos el ambiente propicio.
Cuando dormimos por la noche, nuestros cuerpos se calientan y sudan, lo que los convierte en los principales objetivos para que estos ácaros se alimenten. Estos dejan en las camas las proteínas del polvo procedentes de las heces, la orina o los cuerpos en descomposición de los ácaros. Estas excreciones son responsables de producir en las personas alérgicas tanto asma como rinitis , aparte de ser en sí una suciedad.
Al no tender la cama enseguida, no solo tenemos en cuenta a los ácaros, sino también a la humedad que nuestros desprenden por la noche al dormir. Se calcula que podemos perder hasta 285 ml de agua como sudor en algunas épocas del año; toda esta humedad proporciona un hogar para 1,5 millones de estos chicos malos.
El estudio reveló que cuando la cama no se tiende apenas nos levantamos, estos insectos no se sienten a gusto, ya que prefieren un ambiente húmedo y caluroso, justo como el que producimos mientras dormimos. Por ese motivo, aconsejan dejar ‘respirar’ la cama para que los ácaros mueran. Esto expone estos ácaros al aire y la luz solar, lo que los deshidrata y hace que mueran.
¿Cuál es la mejor forma de actuar entonces? Esperar todo el tiempo posible para hacer la cama ( unos 20 a 30 minutos son suficientes) desarmándola del todo. Por supuesto, también lavar y cambiar con frecuencia las sábanas.
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