Cuando notamos que digerimos mal las grasas a menudo le echamos la culpa al hígado, el órgano encargado de proporcionar en la digestión las sustancias necesarias para procesarlas adecuadamente. Los síntomas pueden variar, pero lo más frecuente es que con las comidas nuestra zona abdominal se congestione y nos cause pesadez, dolor o náuseas. Esto es común si nos han diagnosticado hígado graso, condición que disminuye la capacidad del hígado para procesar los desechos tóxicos, por ejemplo.
Si aún con dieta no obtenemos mejoría y sin olvidar la consulta médica imprescindible, podemos recurrir a una hierba medicinal, de las más utilizadas en el mundo y presente en remedios para el hígado desde hace miles de años: la alcachofa.
Conocida desde la antigua Grecia como un manjar de los dioses y remedio, la alcachofa fue utilizada por los más famosos médicos de la historia. Figura como especie medicinal en los manuales de fitoterapia más antiguos y también, en los más modernos, porque sus propiedades siguen siendo irreemplazables. Numerosos suplementos naturales que se venden en las farmacias para mejorar la función hepática contienen alcachofa, porque está comprobada su eficacia.
De la mesa a la farmacia
La alcachofa o alcaucil es mucho más que un alimento de temporada. Con ella se elaboran potentes remedios para proteger el hígado, bajar el colesterol y los triglicéridos, ayudar en dietas de descenso de peso y regular la glucemia.
Esta hierba, de la que se utilizan las brácteas para elaborar infusiones y extractos medicinales, estimula la regeneración de las células del hígado cuando éstas están expuestas a diferentes toxinas. Su acción principal reside en la capacidad para reducir el nivel de colesterol en la sangre, sumado a un efecto colerético, que aumenta la secreción biliar.
Su acción contra el exceso de grasas en el organismo se debe a la presencia de cinarina, una sustancia que actúa evitando la síntesis de endógena de colesterol y lípidos al mismo tiempo que aumenta la excreción biliar de colesterol y su transformación en ácidos biliares.
Entre las propiedades terapéuticas de la alcachofa también destaca su capacidad de regular la formación y salida de bilis. Por eso, está indicada para todas las enfermedades funcionales y orgánicas de hígado, vesícula biliar y vías biliares, así como para los trastornos de los órganos digestivos deriven del mal funcionamiento de estos órganos.
La alcachofa es además muy recomendable para los diabéticos ya que disminuye en nivel de azúcar en sangre, tomando un vasito de infusión al día de dicha planta.
La alcachofa es muy rica en inulina, un prebiótico que proporciona a nuestras bacterias intestinales el tipo de combustible adecuado. Es una forma natural de carbohidrato que se clasifica como un fructano y que encontramos principalmente en verduras y frutas. La inulina no se descompone con la digestión y aporta alimento a la microbiota. También tiene un rol muy importante en la reducción del colesterol y glucosa en la sangre.
También se ha comprobado que la alcachofa tiene una acción suave sobre los riñones, como diurético, lo que colabora también con la eliminación de toxinas.
Cómo se puede consumir esta hierba medicinal
Un dato importante es que el alcaucil se debe usar antes de las comidas para que sea eficaz, por eso uno de los típicos usos de esta planta es el de aperitivo.
La infusión de alcachofa puede hacerse con un alcaucil fresco, puesto a hervir 10 minutos con reposo de 3, y se toman solo un par de tazas diarias. También se pueden conseguir las hojas ya secas en herboristerías y extractos estandarizados para tomar en gotas, a menudo con el agregado de otras hierbas depurativas y colagogas, como boldo, carqueja, zanahoria, cardo mariano, por ejemplo.
Quiénes no deben tomar alcachofa: las embarazadas y las mujeres que amamantan, ya que los principios de esta planta pasan a la leche materna.