Las altas temperaturas continúan en numerosos puntos del país y con ellas se incrementa la necesidad de extremar cuidados, no solo para niños y personas mayores sino también para quienes tienen problemas de salud que disminuyen su capacidad de " defenderse" adecuadamente del calor, como es el caso de los diabéticos. La diabetes altera los niveles de azúcares en la sangre.
Durante el verano y sobre todo ante las olas de calor, la deshidratación es uno de riesgos más importantes para las personas que tienen diabetes, debido a que los diabéticos pueden tener afectadas los mecanismos que regulan la temperatura corporal como la circulación periférica y la sudoración, lo que hace que aumente el riesgo de sufrir un golpe de calor. Cuando el cuerpo de un diabético no tiene suficiente líquido esto puede causar que orine más, lo que lo deshidrata aún más rápido.
Según la Asociación Americana de Diabetes y otros médicos expertos, está comprobado que los niveles de glucosa de un paciente con diabetes pueden verse afectados "ante estados de deshidratación como consecuencia de una sudoración excesiva, pero también debido a un aumento o aceleración en la absorción de insulina inyectada, elevando, por tanto, el riesgo de hipoglucemia".
Aparte de la falta de líquido suficiente en el día a día, también los diabéticos deben evitar descuidar el orden de comidas a lo largo del día y deben prestar atención especial a conservar adecuadamente la insulina.
Los mejores consejos para diabéticos el verano
Hidratación es la prioridad. Debido a las altas temperaturas, aumenta la sudoración y con ella la posibilidad de deshidratarse más rápidamente cuando hay muy altas temperaturas. Esto afecta a los niveles de azúcar en sangre. Es importante, por tanto, beber abundante agua o líquidos sin azúcar a lo largo del día. Algunas frutas y verduras también pueden ayudar a estar mejor hidratado.
Es mejor evitar, por otra parte, las bebidas con cafeína o un elevado contenido de sodio.
Ajustar la dieta. Con las actividades típicas del verano podemos hacer cambios en los horarios y rutinas habituales, lo que provoca picoteos y comidas fuera de casa. Por ello, hay que poner especial interés en la planificación de las comidas y tentempiés para mantener los niveles de glucosa estables, sin picos.
Revisar la glucemia más a menudo. El calor, la actividad física y los cambios en la dieta pueden afectar los niveles de azúcar. Es muy aconsejable, por tanto, realizarse controles adicionales y ajustar el tratamiento según las indicaciones del equipo médico. Como los síntomas de golpe de calor y de hipoglucemia son similares, ante la duda siempre hay que medir la glucemia en un paciente con diabetes.
Proteger la insulina y los medicamentos. Durante el verano, la insulina, las tiras reactivas, los medidores de glucosa y los medicamentos pueden verse afectados por las temperaturas elevadas, por lo que debemos buscarles un lugar fresco y seco, alejado de la luz solar directa y utilizar conservadoras portátiles si fuera necesario, en caso de estar fuera de casa.
No olvidarse de proteger los pies. El calor y el tipo de calzado más descubierto pueden aumentar el riesgo de lesiones y de infecciones, que en los diabéticos son más difíciles de controlar. Se debe usar calzado cómodo, transpirable y revisar los pies a diario en busca de heridas o ampollas, especialmente en pacientes con neuropatía sensitiva.