En una época en la que parece imposible desconectarse del trabajo y las obligaciones cotidianas, encontrar herramientas efectivas para combatir el estrés se vuelve una necesidad urgente. Hacer ejercicio físico, meditar o simplemente parar cinco minutos al día son recomendaciones habituales, pero incluso estas pueden convertirse en una presión más dentro de la rutina.
En la búsqueda de una alternativa más natural, una práctica japonesa comienza a ganar espacio en Occidente: el Shinrin-yoku, o “baño de bosque”, que propone una inmersión consciente en la naturaleza como vía para calmar la ansiedad y mejorar la salud mental.
La ciencia lo respalda
“Vivir en ciudades tiene innumerables ventajas; sin embargo, también está asociado a un mayor riesgo de trastornos de ansiedad o depresión”, señala la doctora en neurociencia Nazareth Castellanos a Vogue.es. La especialista menciona un estudio reciente publicado en la revista Molecular Psychiatry, que analizó los efectos de caminar una hora por un entorno natural versus hacerlo en un entorno urbano.
“El estudio midió la actividad de la amígdala, la zona cerebral asociada al estrés social y al miedo”, explica Castellanos. “Caminar por la ciudad no produjo cambios significativos, pero después de andar por el bosque durante una hora, la actividad de la amígdala se redujo notablemente”. Esto demuestra, según la doctora, que pasear por la naturaleza impacta de forma directa y positiva en la salud mental. Además, sugiere que sería clave incorporar más espacios verdes en escuelas, hospitales y ciudades en general.
Un concepto nacido en Japón
El Shinrin-yoku surgió en Japón durante los años 80, como respuesta al estrés creciente que generaba la vida urbana. Investigadores del país asiático comenzaron a estudiar los efectos de la exposición consciente a la naturaleza, descubriendo que podía reducir la ansiedad, mejorar el estado de ánimo y fortalecer el sistema inmunológico.
“El contacto con la naturaleza es una de las formas más efectivas de reducir el estrés sin recurrir a soluciones tecnológicas o artificiales”, asegura Clara Martínez, especialista en terapias naturales. “Y el Shinrin-yoku lo demuestra”.
Regresar a lo esencial
La bióloga y divulgadora Paula Vilaboy, autora del libro Eres naturaleza (Ediciones B), reflexiona sobre la desconexión progresiva que sufrimos con el mundo natural. “Vivimos en una sociedad acelerada, donde todo va rápido. Nos olvidamos de que nuestro ritmo natural es lento. La naturaleza tiene sus tiempos, y esos tiempos no siempre encajan con las exigencias del sistema actual”, sostiene.
Para Vilaboy, volver a conectar con entornos como bosques, playas o jardines no solo es una vía para el bienestar emocional, sino también físico. Entre sus múltiples beneficios, destaca el aumento de la concentración, el fortalecimiento del sistema inmune, la mejora de la creatividad, la reducción de la presión arterial y la protección de la vista. “Y lo más importante: es gratis. En una sociedad de consumo, no valoramos suficiente lo que la naturaleza nos ofrece sin costo alguno”, enfatiza.
Conectar incluso en la ciudad
Aunque no siempre es posible escaparse a un bosque los fines de semana, Vilaboy afirma que no hay excusas para no reconectar con la naturaleza. “Incluso en entornos urbanos se puede practicar el Shinrin-yoku. Solo hace falta intención”.
Una de sus propuestas es el earthing o grounding, que consiste en conectar físicamente el cuerpo con la tierra, como caminar descalzo sobre césped o arena. También recomienda realizar paseos conscientes en parques, sin auriculares, para disfrutar de los sonidos naturales, o incorporar plantas en casa como una forma de alivio visual y emocional.
Otra opción es participar en huertos urbanos, donde es posible reconectarse con los ritmos de la tierra cultivando alimentos. “El primer paso es darnos cuenta de lo desconectados que estamos. Y si lo has notado, ya empezaste el camino”, concluye.
Shinrin-yoku guiado: una experiencia transformadora
La atención plena es clave en esta práctica. Clara Martínez sugiere observar los colores, escuchar los sonidos del entorno y conectar con las sensaciones del momento para calmar la mente. “Espacios naturales como el Bosque de Ordesa en los Pirineos, el Hayedo de Montejo en Madrid o la Sierra de Guadarrama están comenzando a recibir visitantes que buscan los beneficios del Shinrin-yoku”, indica.
De hecho, ya existen retiros de bienestar donde se enseña esta técnica a través de caminatas conscientes, ejercicios de respiración y relajación sensorial. Una forma de reconectar con lo esencial y encontrar, en medio del caos moderno, un momento de calma que proviene del bosque.