Cuando comienza el tiempo más fresco y volvemos a nuestras actividades habituales, podemos evaluar qué efecto tuvo el verano en nuestra piel y actuar para mejorar aquellos posibles problemas. Justamente esta es la mejor época para tratarla, repararla y darle más salud, por dentro y por fuera.
“Sin dudas, el sol es una energía necesaria para el organismo, es la principal fuente de vitamina D, pero la exposición prolongada y no controlada repercute en forma negativa en la piel. Incluso usando buenos protectores solares, cuando termina el verano y las vacaciones se encuentra un poco apagada o dañada”, comienza explicando el Dr. Fernando Felice, cirujano plástico y docente de la UBA.
“Además de manchas o hiperpigmentaciones, la radiación ultravioleta puede provocar pérdida de colágeno y elastina, generando líneas de expresión y algunas arruguitas por el fotoenvejecimiento de la piel. Por supuesto, que a largo plazo provoca afecciones más graves, como la queratosis actínica o el cáncer de piel. Por eso es fundamental proteger la piel a diario”, continúa el médico.
Siempre es importante una consulta al dermatólogo, sobre todo si hemos estado expuestos al sol, en los meses posteriores al verano. También hay que tener en cuenta que algunos problemas de la piel pueden acentuarse con el calor y el sol. Por ejemplo, la piel grasa o la piel seca.
"El exceso de sebo irrita, impide retener agua y provoca piel grasa deshidratada (mal llamada mixta), lo que la convierte en piel enferma y sensible. Esto se ve como poros dilatados (hiperplasia sebácea) y nos habla de acné, rosácea, entre otros. La piel seca también es piel enferma y puede estar asociada a condiciones como ictiosis, xerosis o dermatitis. Solo en situaciones fisiológicas, como la menopausia, es una característica natural. Consultar con el dermatólogo no solo es clave para tratar los daños visibles, sino también para establecer un plan preventivo a largo plazo", explica la dermatóloga Dra. María Florencia Paniego ( dermatóloga MN94.996).
A los hábitos saludables en la dieta y la actividad física, se pueden sumar una rutina “externa”, con antioxidantes, limpiezas de cutis, peelings suaves para bajar el engrosamiento y “después ir preparando la piel para el invierno, que es cuando pueden utilizarse los famosos ácidos, que son los que realmente terminan de transformar esa piel engrosada del verano”, explica el dr. Felice.
Los mejores tratamientos para hacer en la temporada otoño - invierno
Hidratarla en profundidad con ácido hialurónico: Estos tratamientos ofrecen una hidratación profunda, rellenando las capas dérmicas y proporcionando un aspecto más terso y rejuvenecido. Es efectivo este procedimiento para combatir la pérdida de volumen facial y suavizar arrugas y líneas finas.
Vitamina C: Es un aliado poderoso para combatir la opacidad y aclarar las manchas oscuras, mientras se estimula la producción de colágeno para tener una piel más firme. Los tratamientos con vitamina C son una excelente opción para revitalizar la piel y devolverle un brillo saludable.
Peelings químicos suaves: Eliminan las células muertas y estimulan la regeneración celular. En invierno, cuando la exposición al sol es menor, es el momento perfecto para someterse a este tipo de tratamientos y lograr una piel más suave y uniforme.
Microdermoabrasión: No es un tratamiento invasivo, realiza una exfoliación suave en la capa superior de la piel, eliminando las células muertas y estimulando la producción de colágeno.
Rejuvenecimientos con láser: Pueden abordar distintos problemas de la piel, desde la pigmentación hasta la flacidez. Este momento del año, es estratégico para someterse a estos procedimientos y lograr una piel más firme y tonificada sin comprometer la salud cutánea.