Todo comenzó cuando a fines de agosto, Emanuel Cerrudo, uno de los participantes que integraba el equipo de Ricardo Montaner, sorprendió a los jurados con su versión de No tengo nada de Alejandro Sánz.
"Me arrodillé para darle gracias a Dios por este momento. Lo disfruté mucho a pesar de la pequeña disfonía que tengo", había dicho el joven tras su performance.
Por su parte, luego de escucharlo, Montaner le había salido al cruce con un par de recomendaciones: "En mi caso, decirte que tu voz es un privilegio, pero quiero decirte dos cositas que yo no haría. Te las digo como consejo a futuro. Una es anunciar que tenés una disfonía, porque el que no se daba cuenta no se enteraba hasta que lo anunciaste".
"Segundo, el arrodillarte para agradecer a Dios. Gracias a Dios se hace en lo secreto, en lo íntimo, en la soledad tuya, en tu camerino, en el baño, en tu cuarto. Él se va a encargar en honrarte en lo público. Esas dos son mis únicas observaciones", cerraba el arista.
Tiempo después de haber quedado afuera de La Voz, Cerrudo habló sobre el complejo vínculo que había establecido con Ricardo: "En octavos me quise bajar porque no la estaba pasando bien con el trato de Montaner hacia mí, con sus devoluciones. Yo sé que él tenía sus preferidos. Nunca tiró para mí y creo que ni para el equipo”.
A raíz de esta situación, el participante contó que había analizado renunciar al programa pero que fue la producción quien lo convenció de quedarse. "Montaner me pidió perdón a su manera, pero no cambió nada. Cuando me cag... a pedos me llamaban de prensa para que diera mi testimonio, pero yo no quería hablar en contra de él. En mi última presentación se notó todo".
"Me desbordó la interna y se suma el hecho de los temas que te piden que cantes. Si no estás cómodo con una canción, se nota...", cerró el artista en diálogo con La Nación.
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