Una de las situaciones que más tensión genera en Gran Hermano es el sonido del teléfono rojo. Sucede que cuando se lo escucha es porque del otro lado se va a escuchar algo importante. Está latente la posibilidad de que la voz en off elimine al que atiende, por eso el miedo.
Sin ir más lejos, la vez anterior jugaban con la posibilidad de no atenderlo. Claro, si hacen eso, quedan todos eliminados. Pero esta vez no fue así. Santiago del Moro dio la orden, pusieron el reloj en cinco minutos con cuenta regresiva. ¿El motivo? que no haya especulaciones.
Pero se dio una sorpresa, porque quien empezó a merodear al teléfono fue Furia. Sin ir más lejos, cuando empezó a sonar, llegó ella, pero no atendió. Se quedó pegada, esperando al resto. “Vení chino, vení”, gritó. Sí, le dio el lugar a Martín para esa responsabilidad. Luego dijo que se dio cuenta porque una cámara enfocaba al teléfono rojo, por eso sabía que iba a sonar.
Cuando del Moro le preguntó por qué jugó así, le contestó que, como una posibilidad era que sonara para quedar nominado, le dio el lugar a Martín, que ya está nominado. En cambio, ella no, y podía correr riesgo. “Confío en él, en cómo juega”, se excusó.
El beneficiado fue el chino, pero no ganó nada para sí mismo, sino para otro. Ocurre que solo los históricos jugaron por una moto, ellos decidieron que los nuevos no formen parte del juego de azar. En este caso, le dijeron que podía elegir a uno de ellos para que participe, y escogió a Catalina.