Marcelo Polino compartió recientemente el mal momento que enfrentó al arriesgarse en el mundo de la moda con su propia línea de batas, camisetas y calzoncillos. En una reveladora entrevista con Sebastián Wainraich en La noche perfecta (El Trece), el periodista recordó con nostalgia y franqueza cómo inició su incursión en este negocio que, lamentablemente, no tuvo el éxito esperado.
En 2010, Polino lanzó Marcelo Polino Underwear con una presentación en el teatro Maipo de Buenos Aires, auspiciado por su amigo el empresario teatral Lino Patalano. El evento, que contó con la presencia de numerosas celebridades y una amplia cobertura mediática, presentó la colección Acero 2010, diseñada con un enfoque en la alta calidad y las tendencias europeas.
Aunque, a pesar del entusiasmo y el gran trabajo de Polino, el negocio enfrentó diversos desafíos. Cuando Wainraich le preguntó a Marcelo qué pasó con este emprendimiento, él respondió sin tapujos: "Me fundí. Yo puse toda la plata porque dije ‘en algún momento me voy a cansar de boludear en la tele y quiero tener como una pequeña empresa’", recordó.
"Me puse un local en Santa Fe y Callao. Era divino. Caro, todo de primera línea. Tenía dos empleados. Pero por ahí yo estaba grabando y me llama Mati, mi asistente, y me decía: 'Faltó la chica de la mañana'. Y yo estaba '¡0, 1, 2!' (Ensayando). Y llegó un momento en el que me harté", confesó Polino con sinceridad.
Entonces, tras cerrar el local y abandonar la pequeña empresa que él mismo había creado, tenía otro problema que enfrentar: qué iba a hacer con los productos que le sobraron y no llegó a vender. Sin embargo, una inesperada persona del medio fue su mano derecha: "Me quedó un remanente bastante grande de calzoncillos... había, no sé, 500. Pero lo gracioso es quién me ayudó a venderlos, nadie se lo puede imaginar".
"Un día estaba haciendo mi programa en América, 'Ponele la firma' y yo puteab*: ''Tengo los calzoncillos, la guita que gasté'. Y estaba Luis Beldi, el periodista y me dijo 'Te voy a contactar con alguien que te va a comprar los calzoncillos'. Yo, gracias a Luis Beldi, a quién nunca más volví a ver, vendí todos los remanentes de calzoncillos", recordó entre risas y muy agradecido.
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