Gabriel Batistuta tuvo un gran recorrido en su carrera como futbolista. El club con el que llegó a debutar en Primera fue con Newell's en 1988, luego fue transferido a River, al año siguiente vistió la camiseta de Boca y en la próxima temporada emigró a Italia, donde jugó en la Fiorentina, Roma e Inter. Su destino final fue Al-Arabi, equipo de Catar.
Luego, tuvo un paso por la Selección Argentina y se consagró campeón de la Copa América Ecuador 1993, trofeo que hasta 2021 era el último que había ganado el conjunto albiceleste. Además, hasta que Lionel Messi batió el récord, fue el máximo goleador con la camiseta celeste y blanca por marcar 54 goles.
Igualmente su carrera futbolística no fue lo más importante en su vida, ya que también tuvo cuatro hijos con Irina Fernández, la mujer que lo acompañó en cada paso que dio. En el fruto de este romance, primero nació Thiago (31), luego apareció Lucas (26), dos años después Joaquín (24) y por último Shamel (18).
Aunque probablemente para casi cualquier futbolista esto sería algo espectacular, si es que quisiera que sus hijos sigan sus pasos, solo uno sueña con ser el goleador que fue Batistuta. Se trata del hermano más chico, quien nació en Catar a diferencia de sus otros hermanos que nacieron en Italia, y busca convertirse en el gran ejemplo que fue su padre dentro de la cancha.
El joven comenzó como Gabriel y se formó en la escuelita de Newell's, pero luego llegó a Argentino de Rosario, club donde estuvo por poco tiempo. A mediados del año pasado, consiguió su pase a Libertad de Paraguay y trabaja día a día para llegar a Primera, aunque por ahora se destaca en Reserva.
En diálogo con ESPN, el hijo del Bati contó: "Nací en Qatar, lejos de Argentina, y después nos mudamos a Reconquista en donde encontramos la paz que mi papá quería", recordando la vuelta con su familia a los orígenes de su padre.
"Soy de estar mucho tiempo mirando goles de él y obviamente quisiera patear como él, pero para eso se practica. ¿Qué heredé? Los ojos verdes de él nada más", confesó el zurdo que se destaca como enganche, pero por ser veloz también juega de extremo.
Además, se refirió al apellido que tiene, que por supuesto que a cualquiera le podría pesar, pero con tranquilidad, Shamel Batistuta aseguró: "Lo llevo con calma. Me acostumbré en Reconquista, ya es algo normal. Es lo que me tocó y no diría que me pesa".