MUERTE EN EL AIRE

El estremecedor relato de Noe Antonelli en su vuelo

La panelista de "El diario de Mariana" contó una aterradora vivencia en un vuelo a Roma. 

Escrito en ESPECTÁCULOS el

Noe Antonelli es una de las mujeres del staff de Mariana Fabbiani que tiene la posibilidad de viajar y realizar notas desde diferentes lugares del mundo. 

Pero no todo es felicidad, la periodista vivió una pesadilla durante su vuelo a Roma y lo plasmó en un relato que da miedo, de sólo pensar todo lo que vivió. 

"Esto escribí al bajar del avión. Creo que es una catarsis del espanto. Llegué a Roma con palpitaciones. Hace 7 horas vivía uno de los momentos más traumáticos de mi vida. En la mitad de la noche del vuelo 681 de Alitalia desperté con corridas y gritos de las azafatas pidiendo oxígeno. Mi cabeza disparó lo peor. ¿Nos habríamos estrellado? La pastilla que me tomé para dormir había sido tan fuerte que no había sentido el impacto. Inmediatamente después, cuando pude razonar un poco mejor, imaginé una despresurización de cabina y busqué arriba de mi cabeza la máscara esa que ves en los videos y que pensás que nunca vas a usar en la vida. No estaban. vi correr a la gente por los pasillos y a las azafatas gritar en Italiano '¡tutti seduti per favore!'. A los gritos, como todo en Italia, como todo un drama. Sentado al lado mío viajaba un señor de contextura física gigante, cuando lo había visto llegar a Ezeiza y escuché sus conversaciones privadas identifiqué rápido que era un custodio. Parecía que estaba esperando que me despierte para darme la primicia: ‘se está muriendo una persona’, me dijo. Todo estaba pasando al lado nuestro. Teníamos el último asiento. Ahí nomás, atrás nuestro, el caos. Ahí mismo, entre las bandejas de comida, entre el pollo y la pasta. Entre los jugos de naranja y los panes secos se estaba muriendo una persona. Desde mi lugar se veían los pies de un hombre mayor, y se escuchaba el llanto desconsolado de su esposa. Después de un rato de reanimación, la calma, en este caso, había sido lo peor. La viuda pasaba por los pasillos llorando y todos le daban la mano. Ahí estábamos todos en el aire, en un micromundo de perplejidad y tristeza. Mientras bajaba de la escalera a la pista, le tiré un beso a la señora que lloraba sola dentro del auto que esperaba para trasladar al amor de su vida sin vida. Ojalá la vida le devuelva la felicidad en algún momento y no se quede con la sensación de muerte en el aire".

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