Por partida doble. Así está actualmente Nina Spinetta (36) en la pantalla ya que forma parte de las dos ficciones nacionales que se están haciendo y dando en plena pandemia. Por un lado, es Mili en la novela La 1-5/18, que protagonizan Agustina Cherri, Gonzalo Heredia y Esteban Lamothe en las noches de Eltrece. Y por otro, le da vida a Laura en El Tigre Verón, cuya segunda temporada también está emitiendo el canal que dirige Adrián Suar, los domingos a las 23 y además se puede ver por Flow.
“¿La verdad? Estoy muy contenta y súper agradecida por este presente, que me tiene con mucho trabajo y pudiendo dedicarme a esta carrera, para la que tanto me preparé”, se sincera Nina. Y se entusiasma hablando de su personaje en La 1-5/18. “Soy la amante embarazada del puntero de la villa, que es Yayo Guridi. La mujer de él es Leticia Brédice y el triángulo amoroso es entre nosotros tres. Mi personaje está bueno, sigo grabando y estoy contenta porque llegué a este papel a través de un casting”, comenta la actriz a Pronto.
-¿Cómo se dio tu ingreso a la tira?
-Estaba terminando de grabar El Tigre Verón cuando me convocaron para hacer un casting para La 1-5/18. Me presenté y quedé. En El Tigre soy Laura y estoy en las dos temporadas, con un personaje muy fuerte. Soy la mujer de Marco Antonio Caponi, quien hace de hijo de Julio Chávez y tenemos una relación de mucha violencia. En la segunda temporada tengo como enemigos a Luis Luque y Lautaro Delgado y hay una situación en torno a mi personaje muy heavy. Me tienen que rescatar porque me pegan, sufro violencia de género y toda la trama se basa en lo que le pasó a Laura. Todo el tiempo tratan de rescatarme a mí de esa gente.
-¿De dónde sos?
-Nací y me crié en Lanús, en Zona Sur. Ya de chiquita quería ser actriz, a pesar de que en mi familia nadie se dedicaba a esto. Mi papá tiene una cosa actoral e histriónica muy natural, también mi abuela, pero ellos nunca desarrollaron ese potencial. Yo de niña siempre fui muy payasa y a los 9 años empecé a estudiar teatro. ¡Era re chica!
-¿En dónde estudiaste?
-Primero estudié en la Municipalidad de Lanús y también con un profesor que ya falleció pero fue un actor muy importante y conocido en su momento: Pachi Armas. El fue mi primer maestro y formalmente, mis dos grandes maestros son Luis Agustoni y Julio Chávez.
-Con el tiempo te diste el lujo de actuar con Julio.
-Ay, ¡sí! Con Julio ya hice El maestro, en televisión, El Tigre Verón 1 y 2 y me fui al teatro con él y Adrián Suar a actuar en la gira de la obra Un rato con él. Trabajar con ellos dos fue alucinante. Estaba en el escenario en todo momento con ellos y fue una gran experiencia. Fueron varios meses de gira y todos los recuerdos son bárbaros porque los dos fueron dos personas muy generosas sobre el escenario. Adrián, sobre todo, es muy generoso y gracioso. A Julio ya lo conocía como maestro y lo admiro con todo mi ser. Fue de mucho aprendizaje, sobre todo sobre cómo es el teatro comercial.
-¿Antes habías hecho mucho off?
-Muchísimo y por eso al estar en Un rato con él aprendí mucho sobre el teatro comercial. Me sentía en mi salsa y jamás sentí miedo de estar al lado de dos monstruos. Salir a escena con ellos era muy fuerte y la ovación de la gente era enorme. Salíamos a salas con dos mil personas y eso era increíble. Improvisábamos mucho en determinados momentos de la obra y fue la mejor experiencia teatral de mi vida, sin menospreciar todo lo que había hecho antes en el off.
-¿Cómo fue el vínculo con Suar, que era tu colega y a la vez tu jefe?
-Genial porque Adrián es un tipo que te marca esa diferencia naturalmente. ¿Cómo te lo explico? El mismo con la mirada te marca la diferencia y vos te das cuenta cuándo es un Adrián compañero y está de par a par en la actuación y cuándo es el jefe productor. Uno es el que actúa con vos y que va a comer con todo el equipo y otro es el Suar jefe. Está bueno eso también.
-¿Como compañero era cercano?
-Recontra. Era él el que se acercaba y me preguntaba de qué trabajaba a la par de la actuación, porque siempre tuve que trabajar de otras cosas para sostenerme. “Ya te vas a ir del todo de esa oficina, ya te vas a ir”, me decía siempre. Fue muy generoso y buen compañero. Me llamó la atención su generosidad en el escenario porque le proponía cosas para la obra y él siempre decía que sí. Muy buena onda.
-¿De qué trabajabas a la par del teatro?
-En esa época laburaba como secretaria en una aseguradora de vida. Era tremenda la dualidad: me iba de viernes a domingo de gira con la obra de teatro y los domingos después de la función me iba directo al lunes con mi valijita a trabajar en la oficina. Llegaba llorando porque me quería matar y solo quería actuar, pero no podía hacer eso solo y necesitaba mi otro sueldo.
-¿Ahora tenés otro laburo o podés vivir solo de la actuación?
-Ahora, recién desde este año, tuve que dejar la aseguradora cuando me surgió el papel en la novela y estoy experimentando esta cosa de vivir solo de la actuación. Me puedo mantener pero es día a día. Siempre está la incertidumbre latente. Hasta que entré en La 1-5/18, seguía en la aseguradora pero había cambiado de puesto. Odiaba ese trabajo y no puedo creer haber largado todo eso. Esto es para lo que me preparé toda la vida.
-¿Cómo te llevás con esos vaivenes de tu profesión?
-Es todo un tema. No es fácil. Con honestidad: me llevo como puedo. Es difícil y uno tiene que lidiar con muchas cuestiones, además de que los actores somos muy sensibles y todo lo vivimos muy a pleno. Saber que hoy tenés trabajo y mañana capaz que no, hace que estemos con cierta incertidumbre siempre. Y algo más: hoy en la televisión no solo tenemos que ganarnos nuestro lugar frente a otros actores sino también con influencers y chicos de las redes sociales que aparecieron y ocupan su lugar. Lo digo con respeto: hoy el trabajo no se mide por talento o por la formación que tenés sino por la llegada en las redes sociales. Entonces, para un actor es muy complejo lidiar con todo eso.
-¿Lo aceptás?
-Sí, es lo que hay que hacer porque no nos queda otra. Pero para serte sincera, me cuesta.
-¿Hacés terapia?
-Sí, desde siempre, desde los 9 años. Llegué muy chiquita a la psicóloga porque era una nena muy miedosa y todo lo sentía mucho. En la terapia encontré un espacio que me hace muy bien y donde puedo depositar mis inseguridades para no cargar a los otros con mis temas.
-¿A qué le tenías tanto miedo?
-A quedarme sola. Era muy miedosa y si bien tenía los típicos temores de cualquier niño, en mi caso era un poquito exacerbado. Todo lo sentía mucho y todo me hacía llorar mucho. Con la terapia y el teatro fui canalizando mis miedos y encontrando dos espacios que me hacen muy bien. Fui cambiando de terapeutas con los años también.
-¿Hiciste alguna carrera universitaria?
-Sí. Estudié Comunicación Social en la UCA y me recibí. Me encantó la carrera y la hice porque me gusta mucho el delante de cámara y también me encanta la radio. Durante un año laburé en una FM que estaba en Ezeiza y tenía un programa a la tarde. La conducción me fascina pero la actuación me pudo más. También trabajé como productora radial un tiempo.
-¿Cuándo ganaste tu primer sueldo como actriz?
-Fue en tele, con mi primer bolo que fue en Sres. Papis, por Telefe. Ahí gané mi primera plata en tele y si bien no recuerdo en qué la gasté, seguramente fue en ropa. ¡Me encanta la ropa! Ahora que me acuerdo, fui durante mucho tiempo extra en Rebelde Way. De hecho, hace poquito fui al programa del Pollo Alvarez y nos acordábamos de eso porque los dos íbamos a hacer de extras en Rebelde Way.
-¿Con el Pollo?
-Sí, claro. Nos quedábamos horas y horas grabando. ¡Y capaz ni se nos veía! A veces se nos veía una mano, otras veces una pierna. Era muy gracioso. Pasé por todos los lugares, te juro. Ahí, en Rebelde, nos pagaban como extra pero era muy poca plata. Aun así, todavía no firmé mi primer contrato de televisión. En teatro, sí, pero en tele todavía no y eso me tiene preocupada. Es un re tema y todavía me cuesta comprenderlo.
-Además de la aseguradora, ¿tuviste otros trabajos externos a la actuación?
-Sí, siempre. Cuando entré a estudiar en la UCA, trabajaba en una escribanía como cadete. Me iba a la facultad, luego a trabajar y a la noche a estudiar teatro. Así durante muchos años. Después trabajé un tiempo más en la escribanía en tareas administrativas y más tarde entré en IBM. Ahí estuve cuatro años ganando miseria y era la secretaria de 9 gerentes, ¡me volvía loca! Luego entré en la aseguradora y a la par nunca dejé de hacer teatro.
-¿Con tus profesores?
-Con Luis Agustoni teníamos una compañía teatral y de viernes a domingos hacíamos obras. Con él hice más de 20 obras, en el Teatro El Ojo, ubicado en Perón y Junín. Luego, cuando empecé a estudiar con Julio Chávez fue hermoso y a mí él me ayudó un montón. Me becó dos años cuando no tenía un mango y fue un tipazo conmigo. El me mandó al casting de Un rato con él, por ejemplo. Lo quiero mucho. A mis dos maestros los tengo ahí arriba siempre. Les estoy súper agradecida y de por vida.
La entrevista completa con Nina Spinetta, en la edición digital de Pronto de diciembre, se puede descargar y leer de manera gratuita haciendo click en este link