El mundo del espectáculo está de luto tras la muerte de Carlitos Balá. El gran animador infantil, pionero y verdadero referente en este rubro, se fue de este mundo en la madrugada del viernes 23. Había sido internado en el Sanatorio Güemes una horas antes, como producto de una descompensación.
Nacido en una familia ajena al espectáculo, Carlitos construyó su carrera a pulmón, desde muy abajo. Su papá, de origen libanés, se oponía por completo a que se dedicara al mundo artístico y por eso, el conductor infantil tuvo que dar sus primeros pasos a escondidas. Años más tarde, revelaría en varias entrevistas que una de sus grandes satisfacciones fue saber que su padre había sido uno de sus grandes fans.
Su humor sano e inconfundible fue una de las características que mantuvo hasta el último de sus días. En su extensísima carrera, jamás se le conoció un problema, una pelea o escándalo, por el contrario: todos y cada uno de los que lo conocieron y trabajaron con él, lo adoraban.
Una particularidad de Carlitos era que se supo ganar el cariño de los niños de antes pero también de los de ahora. Era muy común que personas adultas le pidieran alguna foto con sus hijos o incluso nietos y que estos lo reconocieran. Pero el amor del animador por su profesión no se limitaba a las cámaras sino que iba mucho más allá. En su casa, tenía un cuarto especial en el que atesoraba cual museo, los regalos que le hacían sus seguidores y guardaba en carpetas especiales (tenía más de 100) las cartas que le llegaban de todas partes del país y del mundo entero.
Su vida personal
Carlitos tuvo un único y gran amor: Martha Venturiello. Se conocieron en 1956 y el flechazo fue mutuo. Unos años después se casaron y nunca más se separaron. En total fueron más de 66 años de amor, complicidad, compañerismo e incondicionalidad. Juntos tuvieron a Martín y a Laura, sus dos hijos.
Su carrera
Su sueño era trabajar como actor y hacer reir a la gente. Con ese objetivo en mente, hizo de todo para poder reunir dinero y ayudar en su casa. Durante muchos años fue vendedor ambulante de la línea 39 que, dicho sea de paso, lleva en varios vehículos de la empresa la cara de Carlitos.
Continuó trabajando con otros humoristas en Radio el Mundo y poco a poco se fue abriendo camino. Más tarde llegó el teatro, como protagonista de 'Cañuto y Cañete' y también el cine (hizo más de 19 películas) y la televisión. Pero su verdadero amor fue el público infantil al que pudo finalmente dedicarse por completo.
En 1979 inició el recordado Show de Carlitos Balá por el que desfilaron miles de niños dejando el chupete en el 'chupetómetro', haciendo 'gestitos de idea', respondiendo 'qué gusto tiene la sal', entregando dibujitos y bailando sus canciones.
Su legado
Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad. También fue nombrado por el Papa Francisco como embajador de la Paz en Roma.
En 2011, APTRA le entregó un reconocimiento a su trayectoria en los Premios Martin Fierro y al momento de agradecer, hizo gala de su histrionismo.