El pasado cinco de julio se dio a conocer la triste noticia de que, a sus 78 años, había fallecido Raffaella Carrá. La popular cantante italiana luchaba desde hacía un largo tiempo contra un cáncer de pulmón.
"Raffaella nos ha dejado. Se ha ido a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento permanecerán para siempre", había expresado Sergio Japino, el coreógrafo que la acompañó durante décadas.
"Tenía una fuerza imparable, que la llevó a la cumbre del star system mundial, una voluntad férrea que no la abandonó hasta el último minuto, haciendo que no se filtrase nada de su sufrimiento. Es el enésimo gesto de amor hacia su público y hacia los que han compartido el afecto, para que su calvario personal no turbase su recuerdo luminoso", agregó para despedirla.
Días después del fallecimiento, se conoció el gran gesto solidario que Raffaella había tenido con una asociación de voluntarios de la Confraternidad de Misericordia, a quienes les donó su mansión de la toscana de Porto Santo Stefano. Este lugar fue usado en vida por ella como gimnasio.
El objetivo de la cantante fue que la casa se utilizara para realizar las obras benéficas de la agrupación, que se enfocan en la asistencia médica y social de los desprotegidos y del cuidado de las personas con discapacidad.
Esta no fue la primera vez que Carrá ayudó a quienes más lo necesitaban. En 2012, ante el naufragio del crucero Costa Concordia, fue una de las primeras en colaborar financieramente con las personas afectadas por el accidente.
Por su parte, tres años antes, también había donado dinero para reconstruir las escuelas destruidas por el terremoto de L'Aquila.