El comienzo de un nuevo año es un excelente momento para planificar los meses que están por venir y emprender nuevos proyectos: empezar a estudiar, cambiar de trabajo, hacer un deporte, dedicarnos a ese hobby que siempre postergamos, hacerse tiempo para uno mismo.
Para que estas ideas no queden solo en “intenciones de año nuevo” y vayan perdiendo su iniciativa inicial con el paso del tiempo, puede resultar muy positivo enfocarse y trabajar en lo que se denomina el balance ocupacional.
El balance ocupacional es, ni más ni menos, el equilibrio que se establece entre todas las actividades que realizamos en el día a día. Pero no se trata de una balanza convencional con dos platillos, sino que conviene imaginársela como una balanza con múltiples platos, donde están:
- Ocupaciones productivas: comprenden un trabajo remunerado o no, el estudio, etc.
- Tiempo libre: incluyen todas aquellas actividades que elegimos hacer libremente en nuestro tiempo de ocio: ver una serie, escuchar música, pasear, hacer algún deporte, practicar un hobby, etc.
- Socialización: es todo el tiempo que compartimos con otros con el principal objetivo de cultivar esa relación, sea del tipo que sea.
- Actividades básicas e instrumentales: son todas las tareas que realizamos a diario para nuestra supervivencia: bañarnos, comer, cocinar, hacer las compras, limpiar, lavar la ropa, pagar los impuestos, etc.
- Descanso: es el tiempo que dedicamos a dormir, que debería comprender 8 horas diarias para poder rendir mejor al día siguiente.
El ejercicio consiste en visualizar “cuánto pesa” cada uno de estos platillos y ver si existe en nuestro día a día un desequilibrio que podamos corregir. Es importante considerar que no es necesario que todos los platos “ocupen” el mismo tiempo, pero sí que estén en armonía para nuestra vida y que nos ayuden a alcanzar un bienestar diario.
Muchas veces, lograr un balance ocupacional entre todas nuestras actividades es un verdadero desafío, pero es importante poner manos a la obra y buscar las estrategias que permitan llegar al equilibrio, ya que la falta de balance, por el contrario, se vive como una sobrecarga.