La noticia sobre la muerte de Carlos Sánchez sorprendió al público pero también a varios colegas que desconocían las complicaciones que había tenido la salud del humorista en el último tiempo. En 2010, había sido diagnosticado 'de casualidad', tal como él mismo contaba.
"Yo nunca en mi vida me había hecho un chequeo de nada. Fui porque me mandó mi mujer y me encontraron un tumor en el riñón. A los 12 días me sacaron el riñón y dijeron que tenía un carcinoma maligno que estaba encapsulado pero era el peor de todos", le contó a la Revista en su momento.
"Cuando te sacan un tumor, tenés que ir cada 6 meses para hacerte chequeos durante 5 años. Yo me hice uno y no fui más porque me agarró la soberbia, dije que no me iba a pasar nada", confió.
Lo cierto es que esa actitud le costó muy caro: "Cuatro años después volví porque me dolía la vesícula y me dijeron que tenía metástasis. Hice un tratamiento con pastillas que son muy fuertes, es una quimio oral...".
El tratamiento fue durísimo pero Sánchez dio pelea: "Tuve las fosas nasales en carne viva, llagas en la boca y en las plantas del pie, no podía caminar, tenía agotamiento físico y muscular. Es terrible".
El humorista aclaraba que no sentía ningún temor: "Yo no le tengo miedo a nada y menos a la muerte. Estoy convencido de que hay otra vida y que es mucho mejor que esta".
Las últimas semanas habían sido muy difíciles para Carlos Sánchez. El cáncer le generaba muchísimos dolores pero no había mucho por hacer. Los médicos sugirieron una terapia con morfina para la cual debía internarse y así lo hizo aunque esta vez, lamentablemente, no pudo volver a su casa.